Hubo un cielo una vez
Más grande que el que mis ojos veían,
No por lo que ella era o parecía
Sino por lo que significaba y merecía.
Era un hada de primavera.
La señorita de mis sueños.
Cuando entre mis brazos la tenía,
Al verla, sonreía y era feliz.
Clamor dulce de melodía etérea,
Era ella mi meta sublime y yo su atleta insistente
Y luchaba largo a largo por tenerla.
Veía sus ojos, eran como esa rosa roja que todos anhelan tener,
Para mi nunca tuvo espinas; me entregó su brillo, su color.
Y veía sus ojos, grandes e insistentes,
Hechizados como el hada, con la antes comparé.
Merecia castillo, yo le di mi primavera y allí era feliz.
Y tenía en su cabello, hilos de magia refinados por Orfeo,
Y en sus mejillas una rosa que regaba algunas veces,
Cuando le recitaba mis amores al oído, feliz por que ella era feliz.
Tenía, también, voz de querube risueño. Declaraba amor sincero.
En sus palabras se sentía lucero
Y el viento reclamaba su hermosura.
En un momento llegó todo, busqué conzuelo en remembranzas,
En imágenes perdidas de espejismo.
Ella fue el tiempo y como el tiempo, se llevó todo:
La magia, la primavera, las rosas y el amor.
Cuán poco se puede entregar tras una mascara de felicidad,
Tras la libera promesa de un cariño de verdad,
Si fue amor no acabaría, regresaría y aquí la esperaría.
Fue hasta hace poco cuando desperté,
sentía fuenesta la oquedad de mi pecho,
El lugar del corazón que había destrozado
Y sentí mal dichas mis palabras,
Ya no era amor y confusa la obra estaba.
Cual peluche dejado en el rincón de los suspiros que abandoné,
Marchitose la hoja del pliegue en el que le escribía,
Siempre inspirado en golondrinas.
Ya no estará ahora, señorita de mis sueños.
Se secaron mis mejillas que brillaban de alegría.
Tanto quedaba por vivir, infinito lo que había de pasar,
Y al final se quedó en nada.
Como fue la vida cautivante,
El melodrama, su tiempo sorteará.
Por supuesto que fue amor, amor de primavera.
Y duró más que la estación, pero no la vida entera.
Como en todo los romances, la distancia frustrará.
Cuanto me ilusione con ella.
Y trataba de ver mi futuro a su lado,
Queriendo soñar con los sueños que en su vientre quería formar.
Pero se acabó, como todo en el mundo se acaba:
La magia, la primavera, las rosas y el amor.
Canta al despertar un ruiseñor, se enrieda entre sus alas una gaviota,
Y volando se dirige un colibrí, lejano, triste;
Buscando quizá un nuevo amor.
Pero la mariposa se ha quedado, aún en final de esta primavera,
Recordando que la quize, y cuando lo hice era feliz.