Por más que el tiempo transcurra,
Y que mi sangre ya no fluya,
Tus ojos siempre quedaran
Atravesados en mi amanecer.
Yo acepto la tiranía,
Del destino y su cruel castigo,
Aquel que hoy mi corazón detiene,
Igual que tus labios,
Lo hacían en mi atardecer.
Muero de miedo,
Pues solo volveré a estar,
Encerrado en cuatro paredes,
Donde ya no poder salir,
Y aunque a veces
Quisiera yo correr,
En ese momento recuerdo,
Que tu rostro ilumina
Mi anochecer.
Y sé que pronto
Encontraras a alguien
Que sea como yo no fui,
Que te quiera más de lo que te quise,
Y te ayude tanto como lo hice.
Que este contigo en mi lugar,
Y te recuerde lo que te pude dar,
Pues yo, ya no podre madrugar.