Entre el odio y el amor

Capítulo dieciocho: Malas noticias

   ♕ᑕᗩᑭITᑌᒪO ᗪIᗴᑕIOᑕᕼO: ᗰᗩᒪᗩՏ ᑎOTIᑕIᗩՏ♕

 

La fiebre de Laia cesó en la tarde. Sasha tuvo que salir de la cabaña para que esta comiera. Permanecía obstinada en no hacerlo si él estaba dentro del abandonado inmueble. Ya había caído el anochecer y una blanca oscuridad arropaba todo a su paso.

Sasha estaba debajo de un árbol de cerezo, sentado sobre una roca y mirando al horizonte. Mientras era observado por Laia, que, muy cercana al remordimiento de ver a Sasha pasar frío, se preguntaba si dejarlo pasar a la casa o no.  

Se veía inocente y benévolo a los ojos de Laia. No parecía aquel hombre duro y arraigado a no sonreír frente a cualquiera. Esbozaba ternura y pasión, sentado como un niño sobre aquella roca. 

Laia posó sin querer sus dedos sobre sus delgados labios e involuntariamente, cerró sus ojos, sumergiendo su mente, en una laguna de recuerdos con el pelinegro. Su mente proyectaba la mañana en la que Sasha la llevó al campo de claveles rojos. Sintió en ese momento que todo se trataba de un sueño, de una simple alucinación, pero, al sentir el viento rozar su piel, aterrizó y calló en cuenta de que, todo era real. Aquel día se sintió libre, feliz y más aún, cuando Sasha la besó, haciendo que su mundo, echara chispas y temblara al ritmo que sus labios que tocaban con sutileza los suyos. 

Salió de sus recuerdos al sentir el frío quemando su piel. Respiro hondo y volvió a ver a Sasha y, en una rápida reflexión, tomó una decisión. Fue a la cocina y sirvió sopa, junto a una rodaja grande de pan y un jugo. Salió de esta llegando a la puerta principal. 

Tomó la perilla y la giró y en un hondo respiro seguido a un trago seco abrió la puerta. Caminó hasta Sasha a pasos lentos y a pies desnudos y sin el darse cuenta, ella, ya estaba justo detrás de él, pasmada e incrédula al ver al pelinegro, admirar la pequeña foto que ella le había regalado de su rostro. 

No sabía qué hacer y sin otra cosa en la mente, decidió dar la vuelta. 

—¿¡Laia!?— Le dijo a voz ronca y se puso en pie. 

La muchacha frenó en seco, al contacto de la mano de Sasha, a su brazo. 

—¿Qué haces afuera? Te congelarás. — Le Inquirió para luego quitarse el abrigo que tenía puesto y ponérselo a medias ta a Laia. 

—Solamente vine a traerte esto. —Respondió, tambaleante en sus palabras. 

Sasha miró la bandeja con comida y sonrió levemente. 

—Lo hago porque soy humana, no por otra cosa.— Titubeó 

Sasha la miró con simple picardía y abundante suspicacia y preguntó: 

—¿¡Y qué es esa otra cosa!?— Siseo, esbozando una leve sonrisa desde la comisura derecha de sus labios. 

La bandeja empezó a temblar levemente sobre las manos de Laia mientras trataba con torpeza, mirar a otro lado que no fuese el rostro predecible de Sasha. 

—¿¡Te comieron la lengua los ratones que no quieres responderme!? — Cuestionó, seguido, tomó desprevenida a Laia de los hombros haciendo que la bandeja cayera y acercó su rostro al de Laia. 

La tensión era palpable, mientras Sasha, acercaba con lentitud sus labios a los de Laia y esta empezaba a ablandarse poco a poco y cuándo ya sus labios hicieron un minúsculo roce, un grito los interrumpió. 

Miraron a la izquierda y vieron a Osman, venir corriendo hacia ellos. Sasha resguardó a Laia detrás suyo y miró a Oman de una manera inquisitiva y en un intento de preguntar que era lo que ocurría, este tomó la palabra. 

— La tía Azra tiene secuestrado a Osgur, el hermano de Laia.—

La sangre de Laia se heló y dibujó en su cansada mente, el peor de los escenarios y sin previo aviso, esta, salió disparada hacia la camioneta. 

Sasha corrió detrás de ella y logró alcanzarla, envolviéndola entre sus brazos. 

—¡Suéltame, suéltame, Sasha! ¡Tu madre matará a mi hermano!— Vociferó, en un tono desgarrador. 

—No lo hará, tranquila. No le pasará nada malo a Osgur. Tranquila, mi amor.— Le musitó al oído, con severa calma y pasión, seguido, hizo una seña con la cabeza a Osman y este entendió de que los llevara consigo a la mansión Meier.— 

Osman trazó una mueca de inseguridad sobre su rostro al entender la orden de Sasha. Pensó que sería muy peligroso llevar a Laia a la mansión de los enemigos de su familia. Sabía que la señora Azra, era una mujer muy impredecible y carente de benevolencia. 

Osman encendió la camioneta y, Sasha junto a Laia, subieron a los asientos traseros. 

—¿¡Sabes que todo esto es una trampa, verdad, Sasha!?— Exclamó Osman, mientras lo veía por el retrovisor. 

—Lo sé, primo.— Respondió, Sasha, serio. 

—¿Entonces qué plan tienes esta vez?—

— Ninguno—

—¿¡Cómo que ningún plan!?—

—Mi madre quiere que regrese a la mansión y eso haré.— Afirmó 

—¿¡Y Laia, en dónde quedará Laia con nuestros hombres buscándola para asesinarla!?— Inquirió de manera rápida, mientras lo veía por el retrovisor. 

—Ella vendrá conmigo a la mansión.—

—¿¡Estás demente, Sasha!? La asesinarán cuando toque la mansión.—

—No si yo estoy para defenderla.— 

—En serio que a veces no te entiendo, primo.—

—Mi madre no sería capaz de asesinarme.—

—¿¡Estás seguro de eso, Sasha!?— Osman sabía a la perfección el carácter indoloro de Azra. Era capaz de todo con tal de conseguir hasta el más pequeño objetivo. 

—Lo hubiera hecho en la plaza de Ankara, cuando me llevé a Laia. Mi madre solo quiere que regrese a la mansión. Me quiere de vuelta.— 

—A ti, no a Laia. La asesinará.— 

—Ya te dije, Osman. Laia estará conmigo, a dónde yo me mueva, ella también lo hará.— 

—La pueden envenenar y no te darás cuenta.—

—Entonces seré yo quien le haga la comida.— Replicó con firmeza. 

—Sasha, no sabes ni siquiera pelar una papa.—

—Entonces le pediré a Nana Banu que me enseñe.— 

Osman le lanzó una mirada de incredulidad a Sasha. No reconocía a su primo. 



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 12.11.2024

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