Entre el odio y el amor

Capítulo diecinueve

                 ♕ᑕᗩᑭITᑌᒪO ᗪIᗴᑕIᑎᑌᗴᐯᗴ♕

 

La discusión en la camioneta había cesado de manera definitiva gracias al llamado de atención de Osman que, algo extrañado y sorprendido por el actuar de su primo, no supo de qué otra manera proceder.  

Ya habían avanzado un par de kilómetros. La mansión meier se encontraba más cerca y la incertidumbre, la duda y la angustia, se posaban sobre Sasha, tal cual ave a su nido. No tenía miedo, pero sí un poco de ansiedad por lo que podría ocurrir y no a él, sino a Laia. 

Sabía que Azra no sería capaz de dañarlo, aunque fuese una mujer temida y respetada, lo tenía claro, más, algo en él embargaba su firmeza y la convertía en una estela de miedo que arrasaba con sutil soberbia, aquella tranquilidad que siempre había sentido al saber que las cosas que estaban en sus manos, saldrían como él quería y era, el daño que esta le podía hacer a Laia. 

En los planes de venganza, estaba claro uno de los pasos para doblegar a Gözde, y uno de estos eran, asesinar a su hija menor, Laia. Aunque ahora que lo pensaba un poco más con sesudez, sentía que aquello ya no era parte del plan, por el hecho de que Gözde, no le importaba en lo más mínimo la vida de su propia hija y eso quedó claro en la plaza de Ankara, cuando ni siquiera se inmutó en proteger a su única hija del cañón de la pistola y que la había entregado, con tal de ella no arrodillarse ante Azra. 

Por otro lado, aunque Osgur, también fuese parte del plan de venganza, sentía una leve fraternidad hacia él, por el hecho de que, había protegido a Laia y se había entregado él mismo a Azra, para que no matasen a su hermana. Se notaba a leguas que no le importaba dar la vida por ella. Él, siempre fue su protector en la mansión Yilmaz, cuando estos, la trataban como a la servidumbre o peor. Sasha sentía que Osgur, con tal de proteger a Laia, podría incluso ir en contra de su familia y eso al pelinegro, le era un acto de lealtad. Por eso razón, estaba de camino a rescatarlo de las manos de su familia.

Laia, había caído rendida en los laureles del sueño. Un sueño pesado que ajusticiaba al cansancio que la invadía. Sasha la acostó sobre su pecho y la cubrió con su abrigo, mientras esta dormía en plenitud. 

—¿¡Estás enamorado de ella, verdad!?— Le Inquirió Osman, a la par que le lanzó una aguda mirada de suspicacia a Sasha. 

Sasha solo volteó a verlo por un par de cortos segundos y reincorporó su mirada, al paisaje de los campos vacíos que sofocaban a la carretera. 

—Si no me quieres responder no hay problema. Solo te diré que estás jugando con fuego y que si tú juegas con fuego, yo también lo haré, primo.—

Sasha corrió a mirarlo por el retrovisor. 

—¿A qué te refieres con eso, Osman?— Interrogó, algo confundido. 

—A que puedes contar conmigo para lo que sea. Si tú juegas con fuego, yo te acompañaré en el juego.—

—¿Serías capaz de ir en contra de nuestra propia familia, con tal de acompañarme en este juego?— 

—Siempre lo he hecho, Sasha, y lo seguiré haciendo.— 

—¿Mi madre sabe que tú nos estás ayudando?—

—Claro que lo sabe, pero, no puede hacer nada para evitarlo. Me dijo que era vergüenza para nuestra familia. 

—A mí también me dijo lo mismo. Utiliza ese recurso para doblegarnos.— 

—Eso pensé, pero, no le hice caso.— 

—¿Has sabido algo de mi hermano Selim?— Preguntó, Sasha. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que supo sobre él. 

—Lo último que escuché es que tu madre lo enviaría al extranjero, a estudiar una carrera. Supuestamente, porque está comenzando su etapa de rebeldía y es la única manera de que no le dé dolores de cabeza a la familia.—

—Creo plenamente en eso. Selim es un muchacho muy problemático y desenfrenado. Ojalá y cambie cuando empiece a estudiar la carrera. Al menos ya sabe de armar y de defensa personal. Sabrá como defenderse si quieren atacarlo.— 

Osman asentó. 

—¿Y mi prima Elvan, cómo está?—

 

—Sigue con lo mismo. No está de acuerdo con todo lo que hicimos y quiere que tu madre, le entregue su parte de la herencia, para donarla al hospital en el que se encuentran la gente del atentado.—

—¿Mi madre qué dijo?—

—Obviamente, se negó, con la excusa de que todavía era muy joven para manejar tanto dinero y bienes.—

—A veces me pregunto, si Elvan es de nuestra sangre. Espero no ofenderte, pero, ella es diferente a nosotros.— 

—No me ofendes, Sasha, tranquilo. También pienso lo mismo y no tengo explicación alguna para su comportamiento. Aunque me siento aliviado de saber que no es como nosotros y que cuando ya no estemos, ella podrá hacer una vida tranquila, sin temor a ser asesinada.— 

—No estoy tan seguro de eso.—

—¿Lo dices por Laia, verdad?—

—Así es, primo. Los más inocentes siempre terminan pagando el precio de los más culpables.— 

—¿Crees que te perdone?—

—No lo sé y no quiero pensar en ello. ¿Cuánto falta para llegar a la mansión?— Desvió bruscamente la conversación. 

Osman se percató de esto y le siguió la corriente, sin reproches. 

—Unos veinte minutos y estamos allí. ¿Traes tu pistola?— 

—Siempre la llevo conmigo, pero creo que no será necesario utilizarla.—

A pesar de no demostrar duda, en el fondo, a Osman lo embargaba un fuerte miedo. Tenía claro que Sasha no se dejaría intimidar por su madre, mucho menos permitir algún daño a su persona, pero, los ánimos estaban caldeados y Azra podía ser capaz de todo. La idea de llevar a Laia a la mansión, le parecía una decisión suicida. Le estaría entregado a Laia en bandeja de plata a su madre. Entonces tendría a dos Yilmaz en sus manos y por ende, sus vidas. 

 

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Un iracundo halo de incertidumbre, reinaba con opulentas fuerzas, sobre el territorio de la mansión.



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 12.11.2024

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