♕ᑕᗩᑭITᑌᒪO ᐯᗴIᑎTᗴ♕
El bullicio de los indomables murmullos cesó de forma cortante, sin amagos de por medio. Aquel grito de Sasha, los dejó en completo silencio, mismo, que incrementaba con colosal rapidez, la tensión tan iracunda e indolente que reinaba en la mansión Meier.
Los Yilmaz voltearon a mirarlo, sorprendidos y algo molestos al ver a Laia a su lado, mientras que los Meier, permanecieron tranquilos, a excepción de Azra que se levantó de su silla y tendió a Sasha una mirada de sorpresa, dolor y alegría.
—¿Dónde está Osgur, madre?—Le Inquirió a Azra, en tono serio.
Azra quiso sonreír, al verlo nuevamente, pero al percatarse de que se vería enclenque, accedió por no hacerlo.
—Él está en dónde debería estar.—
En aquel momento, a Sasha se le vino a la mente lo peor.
—¡¿Qué le hiciste a Osgur?!—
—¿Por qué mejor no subes aquí y hablamos como madre e hijo?—
—¡Porque no he venido a una reunión familiar, he venido a negociar y a sacar a Osgur de aquí!— Afirmó
—¿Y qué has de negociar con la mujer que te dio la vida?—
—Primero, quiero ver a Osgur y luego te diré lo que he venido a negociar.— Enfatizó
Azra lo miró con suspicacia. Sabía que su hijo era un gran negociador y tenía algo de curiosidad por saber que estaba dispuesto entregar con tal de la libertad de Osgur.
—Está bien, hijo.— Exteriorizó y luego hizo una señal con la mano y las puertas que tenían a sus espaldas, se abrieron por completo.
En una silla, amarrado de manos, pie y boca, sacaron a Osgur, mientras este forcejeaba por zafarse de las sogas que lo apresaban.
Laia alzó su mirada y lo vio, vio a su hermano, al hombre que la defendió a toda costa desde pequeña. Lo vio ahí, amarrado como un animal.
Abrió sus ojos, de la impresión de verlo en aquel estado, después su boca y lágrimas de dolor y angustia, brotaron sin tregua de sus pupilas y sin Sasha darse cuenta, esta, corrió hacia las escaleras que daban al gran balcón y uno de los hombres de Azra la detuvo con brusquedad, haciéndola caer al polvoso suelo.
La rabia de Sasha al ver aquel escenario, emergió con iracundas fuerzas y corriendo, llegó hasta al hombre, lo tomó del cuello y los demás hombres siguieron la orden de Azra de no intervenir.
—¡Tus manos nunca más volverán a tocar algo, te las arrancaré!— Sentenció, Sasha, mientras ahorcaba a el hombre.
—Primo, él solo siguió el protocolo. No tiene culpa alguna.— Intervino Osman.
—¡Pero no debió de tomarla de esa manera, pudo haberla lastimado!—
—Dalaia está bien, ahora suelta su cuello o todo se irá por la borda. Recuerda por qué estás aquí. —
Sasha tambaleó, indeciso y finalmente soltó el cuello del hombre y casi al instante de hacerlo, se agachó a socorrer a Laia.
—¿Estás bien? ¿El imbécil te hizo algo?— Preguntó, con lágrimas en los ojos, más Laia solo esbozaba un suave sollozo mientras veía a su hermano y él la veía a ella, tratando de soltarse de aquellas sogas que lo apresaban para ayudar a su hermana.
Sasha pasó su mano por su frente, y limpió el polvo que yacía en esta, y con ayuda de Osman, levantó a Laia.
Los Yilmaz, solo contemplaron la escena, des inmutados.
—¡Esto ya ha sido suficiente, madre!—
—No es mi culpa que la impura sea tan imprudente.—
—¡No le digas así! ¡Llámala por su nombre!—
—La llamo por lo que es.—
—Mejor vayamos al grano, sé lo quieres con tal de liberar a Osgur.— Entonó. No quería extender las cosas.
Azra levantó su cabeza, pensativa. Al parecer, Sasha no sabía del trato entre los Yilmaz y ellos. Estaban allí para entregarle las escrituras de la mansión, pero, quería saber que era lo que Sasha estaba dispuesto a entregar.
—Adelante—
Sasha carraspeó.
—Sé que quieres que yo regrese aquí, por eso he venido. Madre, si liberas a Osgur, sano y salvo, tu hijo, Sasha Meier, regresará a esta mansión y vivirá contigo y sus hermanos. Pero antes, quiero agregar algo más.—
Azra asentó, mostrando una minúscula sonrisa de triunfo.
Sasha volteó a ver a Laia y tomó su mano.
—¡Ella, Laia Yilmaz, misma que ha sido cruelmente lastimada, deberá de vivir conmigo bajo el techo de esta mansión!—
—¡Cómo te atreves a osar la memoria de nuestros muertos! ¡Ella es una Yilmaz, jamás un Yilmaz puede entrar a vivir bajo un techo Meier! Solo te acepto a ti, no a esa impura.—
—Eso se puede cambiar hoy mismo, madre.—
—¿Volviendo a nacer acaso?—
—No, volviendo a casarme con Laia.—
Las miradas de asombro y desconcierto por parte de los presentes se hicieron presente.
—¡Yo no aceptaré tal cosa!— Espetó Azra.
—¡No te pregunté si aceptabas o no, lo he decidido, me casaré con Laia, con la mujer que amo!—
—¡No acepto tal barbaridad!—
—Entonces tendré que hacerlo a la fuerza, madre.— Sasha sacó una pistola.
—No te hagas el héroe, Sasha. Esa impura te ha hecho otro, te ha confabulado la mente para que vayas en mi contra.—
—Laia no ha hecho nada más que existir en un mundo que la ha atacado hasta más no poder. Acepta mi trato, madre o tus hombres me asesinarán.— Sasha levantó el arma y la apuntó a Azra.
Los ojos de esta, se hicieron un charco al ver a su hijo, apuntarle con un arma.
—¿Estás dispuesto a asesinar a tu madre con tal de defender a tu enemigo?—
—En este momento estoy dispuesto a todo.—
—Mira a quién tienes a tu lado, a la mujer que dices amar. Si disparas, te asesinarán después y luego, a esa impura.—
—Eso está por verse. Pero todo eso puede evitarse, si nos entregas a Osgur sano y salvo. Piénsalo madre, si me asesinan y tú mueres, nuestra familia quedará en las manos de esas ratas. — Enervó, ladeando la cabeza hacia los Yilmaz.