Entre el odio y el amor

Capítulo veintiuno: Discusiones

La mansión se había convertido en un verdadero caos de discusiones y discordias. En el comedor de visitas, los reclamos y las inconformidades por parte de los miembros jóvenes de los Meier, se hacían ver y escuchar. Aquella noticia de que Laia tendría que quedarse bajo su mismo techo, era una completa locura. O al menos así lo pensaban ellos. Azra estaba sentada en el extremo de la mesa, mie tras que los demás, permanecían en sus debidos asientos.

Se podía sentir el disgusto y el aire pesaba, sumando a esto que el comedor era un lugar algo lúgubre y que solo, dos faroles de vela de cera, alumbran el rústico comedor de piedra.

—¡Esta mujer no puede quedarse aquí, tía!— Vociferó con rabia y en tono de reclamo, una de las sobrinas de Azra. Se trataba de Sema, la sobrina mayor de Azra y a su vez, la hermana mayor de Elvan. Era una muchacha rubia, delicada y de nariz perfilada. 

La matriarca le lanzó una fulminante y se levantó de la mesa. 

—¡No te atreves a gritarme una vez más, mujer insolente! La Yilmaz se quedará a vivir con nosotros, el tiempo que sea necesario, así lo he decidido yo.—

—Pero madre, mi prima Sema tiene razón. La muchacha es una Yilmaz, es una enemiga, puede ser un caballo de Troya.— Intervino Berat, el tercer hijo de Azra, de una forma algo diplomática. El muchacho era algo reservado, pero aquello no quitaba que defendiera a capa y espada los ideales de la familia. 

—La muchacha ni siquiera puede mantener en alto su cabeza, no creo que haga otra cosa más que ocupar una habitación en la mansión.— Replicó, en tono de graznido. 

—¿La estás defendiendo, tía?— Se interpuso en la movida conversación, Hande, la segunda sobrina de Azra. Una muchacha algo melindrosa y celosa, idéntica a la prima de Laia. 

—No la estoy defendiendo. ¡Nunca defendería a un asqueroso Yilmaz! Solo estoy siendo realista y sé que esa muchachita, no representa ningún peligro para nuestra familia y en todo caso que así fuese, no tendría oportunidad de hacernos daño.—

—Puedes enviarla a vivir a una de nuestras casas en el bosque, no tiene por qué vivir en nuestra residencia principal.— Apoyó a la causa, la cuarta sobrina de Azra, Eda Meier. Una muchacha correcta, en todo el sentido de la palabra, pelinegra como el ébano y de rostro delicado y ovalado. 

—¡De ninguna manera puede ocurrir tal cosa! Los Yilmaz la están buscando para asesinarla y si la envío a vivir a una de esas cabañas, no dudarán en acabar con ella.—

—¿Te importa más la vida de una Yilmaz que nosotros que somos tu familia?— Espetó con impertinencia, la tercera sobrina de Azra, Zerrin Meier. 

—¡Estúpida chiquilla insolente! Nunca vuelvas a poner en tela de duda mi odio hacia los Yilmaz, no me importa en lo absoluto la integridad de la muchacha, ¡me importa mi primogénito y sus decisiones, Sasha así lo ha querido y así será!— Dejó en claro, de manera firme, sin titubear. 

—¿Entonces lo que diga mi querido hermano es lo que tiene que hacerse o entendí mal, madre?— Alzó la voz Emir, el segundo hijo de Azra. Se caracterizaba por el fuerte celo que sentía hacia Sasha, no lo pasaba y esto era por el hecho de que Azra, lo apartaba y prefería al pelinegro. 

—Tú cállate Emir, solo esperas el momento indicado para lazar tu veneno hacia Sasha.— Le dijo, haciendo que el fornido hombre de tez algo oscura, similar a la de los indios se levantara de la mesa y tirara una servilleta de tela sobre la mesa, airado por la respuesta de su madre. 

La mesa se acalló y la voz del segundo sobrino de Azra, se levantó. 

—Tú misma nos has dicho que la sangre Yilmaz es traicionera y esa muchacha la tiene, aunque parezca una inocente paloma, en cualquier momento, atacará.—

Azra suspiro, pensativa por lo que estaba de decir. 

—Esa muchacha, solo tiene de Yilmaz el apellido.—

—¿A qué te refieres con eso, tía?— Indagó el hombre. 

Azra reservó sus palabras, las tragó, las atajó en su garganta, las hizo quebrar detrás de sus dientes al ver a Sasha entrar al comedor.

—¿Pues no ves? La muchacha no tiene valentía, ni siquiera carácter.— Contestó, mientras miraba fijamente a Sasha, algo temblorosa. 

Sasha la miró con suspicacia, sabía que su madre ocultaba algo detrás de esa indecisa mirada. 

—No se preocupen, Laia dormirá en mi habitación.— 

El silencio se hizo presente. 

—Toma asiento, hijo.— Pidió, Azra. Con una sonrisa algo forzada. 

—No, será en otro momento que asista a una reunión familiar, solo venía a avisarte que saldré con mi futura esposa.—

—¿Y a dónde irás a estas horas? Ya son las cinco de la tarde.—

Sasha suspiró profundamente, agobiado por las preguntas. 

—Iremos a comprarle ropa y cosas de uso diario y por cena no se preocupen, llegaremos tarde y dile a Nana Banu, que prepare un asiento extra en la mesa, mañana bajaré con mi prometida a desayunar.— 

—¡No puedes hacer eso, Sasha!— Protestó, Hande. 

—Si puedo, prima, Laia es mi prometida y por ende, ya es una Meier.—

—¡No puedes permitir esto, tía Azra!— 

—Sasha tiene razón, ¡la muchacha ahora es una Meier! Así que cállate y toma asiento— Volteó a ver al pelinegro y se levantó de su silla— Mañana, a primera hora, habrá un asiento extra, para mi querida nuera.— Expresó, de una manera algo hipócrita y salió del comedor, sujetando su bastón. 

Sasha se limitó a solo esbozar una minúscula sonrisa. Presentía que su madre, tramaba algo o que simplemente, sabía algo que él no y aquello lo sepultaba en una tremenda incertidumbre. 

—Quiero que quede claro, quién se atreva a tocar o siquiera decirle una mala palabra a Laia, se las verá conmigo. Ahora, Laia, pertenece a esta familia.— Condenó, acto seguido, dio media vuelta y salió del lugar. 

Se disponía a bajar las escaleras de piedra que llegaban a la terraza principal de la mansión, cuando fue detenido por una mano.



#979 en Novela romántica
#336 en Otros
#52 en Acción

En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 12.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.