Entre el odio y el amor

Capítulo veintidós: Alguien nuevo

   ♕ᑕᗩᑭITᑌᒪO ᐯᗴIᑎTIᗪOՏ: ᗩᒪᘜᑌIᗴᑎ ᑎᑌᗴᐯO♕

La mañana era fría, el clima en Ankara, permanecía hostil. Una gran mesa, yacía puesta en una de las terrazas superiores de la mansión. 

La familia entera permanecía en el mueble de madera barnizada, a excepción de Sasha. 

El silencio los invadía, la atmósfera era completamente incierta, era pesada y embargaba en ella, una filosa tensión que se reproducía a medida que los minutos en espera de Sasha pasaban. 

Para el pelinegro y para Laia, la noche anterior, había estado repleta de discordias y demás. Laia le reclamaba el porqué la trataba como a una moneda de cambio y le respondía que no era así. 

Al parecer, Osman no había recolectado información sobre lo que escondía Azra. La matriarca sabía esconder a la perfección sus secretos. 

—Mejor nos vamos, tía. Tenemos mucha hambre y no creemos soportar más esta espera sin sentido.— Alzó la voz Sema en tono de discordia, en nombre de sus hermanas y todas juntas amagaron en levantarse. 

Un fuerte golpe en la mesa, hizo se sacudieran de la sorpresa. Era Azra, que había arremetido su mano en contra de la madera, al escuchar a sus sobrinas decir tal cosa. 

—¡Nadie se levanta de esta mesa, hasta que yo lo ordene! Ya falta poco para que llegue.— Sentenció, apoyando sus manos y brazos al mueble. 

—Es verdad lo que dice mi tía, Sasha vendrá en seguida, de seguro está arreglándose. Esperen unos minutos más y así podremos comer todos en familia. Recuerden que hoy es la primera vez en meses que lo hacemos.—Intervino, Elvan, incrédula de lo que ocurría. Había llegado en la madrugada, por lo tanto, la nueva noticia de que Laia viviría con ellos, no la sabía. 

—¿¡Ya dejen de discutir, no creen!? Nuestro querido hermano ha de estar muy ocupado en su habitación, tengamos paciencia.— Dijo Emir, en un tono que guardaba algo de muy mal gusto. 

Osman corrió a mirarlo enseguida. Dándose cuenta del halo de misterio que vivía en aquellas palabras. La noche anterior había salido y no regreso hasta la madrugada. 

—¿Hay algo de lo que yo no me haya enterado?— Cuestionó, Elvan, algo molesta. 

— Pronto te enterarás, hermana. Solo te aconsejo que no le lleves la contraria a mi primo.— Dijo, de manera sarcástica, Hande, lanzando una mirada a Azra. 

Elvan bosquejó una mirada de suspicacia y extrañes sobre su rostro. Luego volteó a ver a Azra y cuando se dispuso a preguntarle el porqué de todo el misterio, los profundos y oscuros ojos que mostraban un tímido color gris, se desviaron del rostro de Elvan, a un costado. 

Elvan volteó a ver al origen de la mirada iracunda de su tía, visibilizando así, a Sasha, junto a Laia, bajar las escaleras, tomados de la mano. 

Un vestido suave, hasta las rodillas, que ladeaba con suavidad al pasar del fresco viento, con flores de diferentes colores, talladas en este, entregaban a las miradas de los presentes un deleite armonioso, al parecer esta, la vivaz y soberana primavera encarnada en una inocente mujer. 

A su lado, se encontraba Sasha, tal cual protector. Vestía con una gabardina en color caqui, por encima de su abrigo de cuello de tortuga, algo abrumador por sus gruesos tejidos. 

Los rostros de los Meier, bosquejaron un gran dilema, al verlos tomados de la mano. 

Terminaron de bajar las escaleras de piedra y llegaron a la inmensa mesa. 

—Buenos días, familia.— Saludó, Sasha, muy sarcástico. 

—Buenos días, hijo, toma asiento.— Respondió Azra, de la misma manera sarcástica. 

—¿¡No saludarás a tu nuera!?— Remató, Sasha. 

Azra resopló con disimulo…

—Por supuesto. ¿Cómo estás, Laia?—

Laia solo la miró, ni siquiera se inmutó en hacer una cara. 

—¿¡Te comieron la lengua los ratones!? Muchachita, no muerdo.—

—No me han comido la lengua los ratones, señora, solo que no puedo ser hipócrita y menos con la mujer que me humilló a nivel nacional y puso un arma en mi frente.—

Fue un trago amargo para Sasha escuchar aquellas palabras.

—¡¿Dejarás que le falte al respeto de esa manera a mi tía, Sasha?!— Reclamó, Hande. 

—¡Hande, haz silencio, no seas entrometida!— Protestó, Emir, bañado en ironía. 

—¿Ahora si pueden decirme lo que pasa?— Alzó la voz, Elvan. 

—¿¡Pues no ves, hermana!? La Yilmaz ahora se convierte en una Meier. Sasha se casará con ella, pero esta vez con un notario real.—

Elvan se levantó de la silla y presionó sus manos y brazos contra la mesa. 

—¡No tienes vergüenza, Sasha! ¡¿Cómo te atreves a querer casarte con esta pobre muchacha, acaso no me fue suficiente lo que le hicieron a los ojos de toda Turquía?! No pensé que fueras tan canalla. Me has decepcionado, primo.— Expresó, sumida en la frustración y luego, se retiró de la mesa, con lágrimas en los ojos. 

Sasha intentó detenerla, pero Osman lo evitó y fue detrás de esta. 

—¿Contento, primo?— Cuestionó, Sema, con una sonrisa de impotencia. 

Sasha ignoró el comentario mal intencionado de su prima y procedió a sentarse. 

Selim, el hermano menor de Sasha se levantó y retiró de la mesa para luego decir:

—No quiero estar sentado al lado de una asquerosa Yilmaz.—

Sasha se levantó y lo tomó del hombro, procediendo a estamparle una fuerte bofetada que hizo un minúsculo eco en el lugar. 

—¡Laia es mi esposa, que te quede claro Selim!—

Todos en la mesa se levantaron e intervinieron. 

—Te desconozco, hermano.— Le dijo su hermano Berat.— 

—¡Que respete entonces, es un muchacho insolente!— 

—Más insolente eres tú, Sasha, al perder la cabeza por una Yilmaz.— Protestó Emir. 

—Tú no te metas Emir, tienes muchos pecados por pagar, procura saldarlos, en lugar de meterte en lo que no te importa.—

Una réplica por parte de Emir, iba a salir, pero el sonar de su celular, lo frenó y sin esperar un segundo en la mesa, se levantó y salió del lugar. 



#979 en Novela romántica
#336 en Otros
#52 en Acción

En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 12.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.