La duda y la curiosidad, envolvían el frío ambiente y lo hacían cambiar drásticamente, a uno en el que ni siquiera el frío hostil e indolente, quemaba la piel. Sus ojos, alquilaron una expresión de asombro y desconcierto. Por primera vez en sus vidas, la mujer a la que media Turquía le temía, la mujer más poderosa y ecuánime de todas, se hallaba de rodillas, ante aquel hombre, ante aquel viejo hombre que en sus vidas habían visto.
<<¿Quién es?>> Era la pregunta que azotaba con desdén a sus mentes y las hacía emanar una profunda confusión, una profunda incógnita que no eran capaces de descifrar.
Aquel momento, parecía transcurrir con lentitud, una lentitud fuera de lo normal, como si el mismo tiempo se hubiese puesto de acuerdo con aquel hombre para fluir con severa calma.
—Mi señor, no tengo palabras.— Emitió, Azra, en un tono trémulo.
El señor la miró, mientras esta también lo miraba desde abajo, con ojos de agua.
—Azra Meier, cuánto tiempo sin verte mi querida ahijada.— Descifró aquellas palabras, con su gruesa voz.
—¿Quién es este señor, madre?— Alzó la voz, Sasha y fue ignorado.
—Pensé que había muerto en aquel día, lo hice por muerto, mi señor.—
—Tu padre no permitió que me capturarán aquel día maldito.—
—Y es lo mínimo que nuestra familia ha podido hacer por usted.—
—Tu padre fué un valiente hombre, Azra, nunca flaqueó, ni siquiera cuando fué capturado por esa gente.—
—Así es—
—He estado fuera de Turquía durante todos estos años. He escuchado muchas noticias nuevas, pero sobre todo he venido por una sola cosa.—
—Han ocurrido muchas cosas.—
—Así me contó tu hijo Emir.—
Azra lanzó una mirada de desconcierto.
—¿¡Mi hijo Emir!? ¿Qué tiene que ver con su llegada a suelos turcos?—
—Muchísimo, sin él, no hubiese podido encontrarte. Me contactó a través de un investigador privado, lo hizo en tiempo récord. Me sorprendió, él ha de ser quién vengó el apellido de mi gran amigo. Tiene porte de un verdadero Meier.—
El rostro de felicidad de Emir, se convirtió inmediatamente en una notoria expresión de disgusto ante tales palabras.
—No— Dijo, Azra y miró a Sasha— Quien ha vengado a nuestro apellido es mi primogénito.—
—¿Y quién es ese valiente muchacho?—
—Es él— Señaló a Sasha y el hombre se impresionó y volteó a ver Azra y esta con los ojos, le dijo algo, como una súplica y este, entendió, bajo su propia mirada de desconcierto.
Azra se levantó del piso y erguida acompañó al señor y al muchacho a la mesa.
—Supongo que se quedará por un tiempo aquí en Ankara para recordar buenos tiempos.—
—No, Azra, no he venido de vacaciones, he venido a casar a mi hijo.—
—¿Quién será la afortunada de llevar tan elevado apellido y a tan apuesto muchacho?— Preguntó, de forma alegre.
Los rostros de confusión por parte de los Meier eran espontáneos. No sabían lo que ocurría, o al menos no les había dado tiempo para procesarlo. Nunca habían escuchado hablar sobre ese hombre y tampoco habían visto a Azra tan alegre. Parecía otra.
—Tu hijo Emir me comentó sobre una muchacha.—
Azra, con la mirada, le pidió que siguiera.
— A mi hijo le enamoró de solo verla en fotos.—
—Me muero de la curiosidad, ¿quién es la jovencita?—
El hombre miró hacia un costado y vió a Sasha, sujetando la mano de Laia.
—Es una tal Laia Yilmaz.— Confesó
La tensión los invadió y la rabia se hizo con Sasha, ocasionando que intentara agredir al hombre, pero sus escoltas y Osman lo evitaron.
Azra no podía hablar aunque quisiera.
—¡Cómo se atreve a decir tal disparate! Laia es mi esposa, es mi mujer y ni usted ni nadie me la quitará de mi lado.— Le gritó
—No hemos venido a preguntar, hemos venido a actuar y ella será mía.— Mencionó el jóven muchacho
—¡Vuelves a decir eso otra vez y te juro que te mato!— Le gritó, Sasha mientras era frenado por los hombres.
—Aquí nadie va a asesinar a nadie, mucho menos a mí hijo, muchacho irrespetuoso.—
Sasha lanzó una risa de ironía e impotencia ante aquellas palabras.
—Irrespetuoso, ¿¡me dice irrespetuoso, señor!? ¡Cuando usted ha sido el que ha venido a casar a su estúpido hijo con una mujer que está comprometida!—
—Tu lo has dicho, hijo, está comprometida, todavía no está casada y por ende el primero que se case con ella, será quién tome su mano por el resto de su vida.—
Aquellas palabras, hicieron que Sasha sacara fuerzas de donde no las tenía y sáfandose de los escoltas, tomó su arma y le apuntó al jóven a la cabeza, al unísono los hombres sacaron sus armas y apuntaron a Sasha, luego se unió Osman en defensa de su primo, mientras Sasha tomaba a Laia de la cintura y esta se cubría el rostro en el pecho de Sasha.
—Vuelva a decir esas palabras y los cesos de sus hijo, quedarán esparcidos sobre esta terraza... ¡Hágalo, repita lo que dijo y verá a su hijo morir ante sus ojos!—
—Sasha, por favor baja el arma, ellos son como nuestra familia, este señor fue quién levantó nuestro imperio cuando los Yilmaz lo derrocaron.— Imploró, Azra.
—¡Esta gente no es mi familia y no me importa lo que hayan hecho en el pasado, eso no hace que quieran tener a mi esposa, a Laia!—
—Por favor, Sasha, baja el arma, te lo suplico.—
—No la bajaré, hasta que se retracten y se larguen de esta mansión. Si morimos, que sea como hombres.—
—Baj...— El grito de Sasha interrumpió a Azra.
—¡Que no, te dije que no bajaré el arma y si insistes, dispararé!—
Las primas de Sasha y sus hermanos, miraban con angustia, como el pelinegro apuntaba con firmeza su arma a la frente del hombre.
—Osman, llévate a Laia y busca a Osgur. En la cabaña hay dinero para que puedan irse de Turquía.—
—Yo no me quiero ir de tu lado Sasha.— Musitó, Laia y aquello ocasionó que el pelinegro, bajara la guardia, siendo casi de inmediato, despojado de su arma y neutralizado en el piso.