Entre el odio y el amor

Capítulo veinticuatro: Una amarga noticia

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La mansión, yacía bajo una espesa estela de caos, gracias a Sasha que lanzaba al aire todo lo que encontraba en el camino. Desde porcelanas finas, hasta mesas. La desconsolación, había pasado a un nivel más elevado, mutando a ira e impotencia. 

Sus venas parecían contener lava de la más ardiente, sus ojos verde agua, expresaban pesada rabia, emanaban sed de venganza y odio del más puro. Osman había tratado de calmarlo, pero su intento fue en vano, todos en la mansión, habían salido despavoridos a la terraza principal. 

—Tienen que hacer algo, destruirá la mansión.— Dijo, Hande. De una manera que daba entender el más puro interés.

—Déjenlo, ya se le pasará, solo es un arrebato de niño mimado.— Levantó su voz, Emir, sumido en el sarcasmo y la burla. 

Osman volteó a verlo y frunció el ceño. Tenía más que claro de que su primo, estaba detrás de todo esto, gracias a los celos que sentía hacia Sasha. 

—Que no se te ocurra volver a decir tal disparate otra vez, Emir. Sasha es tu hermano y está sufriendo.—Le respondió, Azra, tajantemente. 

—Sufriendo por una Yilmaz, madre.—

—¿¡Y qué si es por una Yilmaz, ah!? Laia tiene la lealtad y los pantalones que a ti siempre te han faltado.— Intervino, Osman. 

—Ahora el primito preferido de Sasha está defendiendo a una Yilmaz.— Le respondió, agudizando la voz, para hacer su réplica mucho más burlona. 

—No seas estúpido. No defiendo al apellido Yilmaz, defiendo a Laia que es muy diferente y mejor será que te calles, Emir, si no quieres problemas conmigo.— Contestó, enojado y decidido. 

—¿¡Me estás amenazando!? Adelante, golpéame.— Intentó provocar, quitándose el chaleco de saco, a la par que amagaba con sus manos. 

Los demás miembros de la familia, intervinieron en medio de los dos. 

—Estos no son momentos para peleas, allá arriba uno de los nuestros sufre.— Trató de apaciguar, Azra. 

—Entonces dile a tu hijo que cierre la boca, tía y que entienda que el que está allá arriba lanzando cosas y sufriendo es su hermano.— Enfatizó, añadiendo una mirada a Emir. 

—Si sufre o no, no es mi problema, él se buscó todo este pleito, por querer a una Yilmaz.— Siguió con su provocación. 

—Te recuerdo que quien trajo a esos hombres hasta Laia, fuiste tú, ¿¡o me dirás que no es así!?— 

Azra miró a Emir y le Inquirió: 

—¡¿Es verdad eso?!—

—Sí, fui yo, ¿¡y qué!? No podía permitir que una Yilmaz se casara con un intento de Meier.— 

A Osman le enfurecieron esas palabras y sin medir amagos, se abalanzó sobre Emir.

—¿¡Es eso o simplemente lo hiciste por celos, ah!? Intento de Meier eres tú, que traicionas a tu propia sangre a costa de un beneficio propio. Te recuerdo que Sasha es el primogénito de la tercera generación, no tú, solo eres un bulto en esta mansión.—

Los hombres de Azra, ayudaron a separarlos, mientras seguían lanzándose insultos a diestra y siniestra. Aquellas palabras de Osman, habían actuado como una fina espina en el corazón de Emir. 

Azra, se dispuso a alzar la voz, pero un grito de rabia, como un aullido, como un rugido imponente, la obligó a frenar sin esperarlo. 

—¡Emir!— Era Sasha, se hallaba en el balcón principal, con las manos en el muro de cemento que se encontraba en este. Emir lo miró y echó una cínica sonrisa que ocasionó que la ira de Sasha, incrementara de manera abrupta y empezara a bajar las escaleras, como si la muerte no existiera.

—¡Vete de aquí, Emir!— Manifestó, Elvan, con un rostro de preocupación, al ver a Sasha. 

—No me iré de aquí, prima. ¡Que ataque, que ataque y así veremos quién es el que manda en esta mansión!— Emir estaba seguro de lo que hacía. A pesar de no tener la experiencia de Sasha, la contextura de su cuerpo hacia una considerable diferencia. 

Sasha llegó a la terraza y corriendo, se dirigió hacia Emir, alcanzándolo y sin pensarlo ni siquiera una vez, arremetió su puño contra el rostro de Emir, reaccionando este, respondiendo con otro fuerte golpe. La tierra bajo sus pies, levantaba un abrazador polvo. Los golpes por parte de los dos, se hacían notar. En las costillas, en el estómago y en dónde estos cayeran. 

Sus escoltas intentaron frenarlos, pero fue imposible hacerlo. Sasha parecía un enfurecido lobo, luchando por territorio y por cuentas presentes. 

La experiencia de Sasha, sumada a su iracundez, le jugó muy en contra a su hermano, ya que logró inmovilizarlo, quedando el pelinegro de ojos de verde agua y rostro varonil, en pie, sobre Emir. En un santiamén, libero su arma y la apuntó con decisión hacia su hermano. 

Los gritos de las mujeres de la familia, cesaron de inmediato. 

Sasha lo veía a los ojos, mientras su mano temblaba, gracias a la rabia. 

—¡Mátame, hermanito!, ¿qué esperas?— Le dijo, Emir, intentando respirar con normalidad, gracias a que el pie de Sasha, permanecía sobre su pecho. 

—Primo, por favor, no lo hagas, recuerda que todo tiene una solución. Si lo matas, las cosas empeorarán.—

—Laia en este momento ni siquiera ha de estar en Turquía, Elvan. Esos infelices se la llevaron— Volteó su mirada hacia Emir— ¡Y gracias a ti, gracias a ti!— Gritó, sacando su furia. 

—¡Ten los pantalones y mátame! ¡La impura de la Yilmaz no volverá, la has perdido Sasha, he ganado esta vez!— 

Una ola de apabullante furia, cubrió al torrente de Sasha, lo azotó, se hizo con él, lo tomó de huésped y ejerció una mandatura formidable sobre él, ante aquellas palabras que vociferó Emir, con festejo, con burla, con cinismos y rencor. Sasha, soltó el seguro de su nueve milímetro plateada y decidido a matar a su hermano, posó su dedo sobre el gatillo de esta y lo jaló. 

Los rostros de angustia de su familia, desaparecieron detrás de sus propias manos, que escondían sus miradas, más el sonido del disparo, no pudieron escucharlo. Azra separó sus manos de la cara y vio a sus dos hijos.



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 12.11.2024

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