—EL ORGULLO NO CUESTA MÁS QUE EL HAMBRE, LA SED Y EL FRÍO
—THOMAS JEFFERSON
Un séquito de periodistas, abarratoba la entrada al hospital. Cámaras y micrófonos hacían de protagonistas, frente a este.
La noticia había corrido como pólvora por toda Turquía y los medios amarillistas, titulaban al desgraciado acontecimiento, como "el accidente del año". Las preguntas brotaban en los titulares de los periódicos y noticiero, "¿Con quién iba Laia Yilmaz en el auto volcado?" desde luego, la situación en la que se encontraba Laia, les daba completamente igual, un accidente que involucrara a las personas más importantes de Turquía, no se veía todos los días, así que debían aprovechar el momento y sacarle el jugo a la situación.
—Su sangre sí es compatible con el organismo de la paciente. En cuanto esté preparada, iniciaremos la operación.— Manifestó el médico
Los ojos de Sasha se iluminaron fugazmente.
—¿Si interviene a Laia, entonces se salvará, verdad?— Preguntó, con los ojos hechos un charco
—Eso todavía no lo sabemos, la paciente está en un estado muy delicado, como ya le había informado. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance, para salvarla, pero le advierto, que esté preparado para cualquier cosa.—
—¿¡Qué pasa Sasha!?— Apareció al final del pasillo que daba al banco de sangre, Osmán, junto a Osgur.
Sasha recostó su espalda a la pared y fue bajando su cuerpo, hasta tocar el frío piso. Posó el par de manos en su rostro y las azotó, sumido en la culpa y frustración.
—¡Basta, Sasha!— Le detuvo, Osmán— ¿Qué dijo el doctor?
—Mi sangre sí es compatible, están preparando todo para la transfusión, pero Laia… Laia, Osmán, Laia está al borde de la muerte.— Soltó a llorar, mientras Osmán lo consolaba.
—No pienses lo peor, Sasha, Laia es muy fuerte.—
—Todo es mi culpa, Osmán. Todo es culpa de esta estúpida venganza.—
Un escándalo se interpuso de repente, en los pasillos del hospital.
—¡Código azul, la paciente ha entrado en paro!— Vocearon los doctores.
...
—Si llega a ocurrirle una desgracia a Sasha, juro por la sangre de mis antepasados, que yo misma te asesinaré, Emir.— Enervó la matriarca.
—Hazlo ya madre y luego haces lo mismo contigo, porque si alguien inició todo esto, fuiste tú.— Replicó
—¡Insolente muchacho!—
—¿¡Te molesta la verdad, madre!? ¡¿Te molesta que diga que tú eres la fundadora de todas las desgracias que han ido ocurriendo?! Tú metiste a Sasha en esto, tú permitiste que la maldita Yilmaz se quedara con nosotros.— Formuló, a voz quebrada
—¡Lo hice para proteger a tu hermano y para protegernos de nuestros enemigos!—
—Pues, lo único que conseguiste es que Sasha se revelara contra ti y que fuera tras esa desgraciada mujer.—
—Yo no ocasione tal cosa, tu hermano así lo quiso porque está cegado, cegado por el veneno Yilmaz.—
—No, madre, no te confundas, Sasha está enamorado, está perdidamente enamorado de sangre enemiga y yo solo traté de remediar tal cosa.—
—Lo único que intentaste, fue hacer sufrir a tu hermano, porque lo odias. Odias a tu propia sangre.
—Será mejor que me vaya, madre. No pienso discutir más ya quedó claro, una vez más, quien es tu preferido.— Espetó, bañado en impotencia y dio la vuelta para irse.
Azra dio un suspiro de cólera y también se retiró del lugar, junto a los demás.
Cinco minutos después de la discusión, la matriarca se encontraba en su alcoba. Miraba por la ventana de cristal que daba a la calle, mientras rezaba por Sasha.
—No creo que Dios escuche a los impíos.— Interrumpió la voz de Elvan, ocasionando que Azra posara su atención en la jovencita.
—Parece que todos en la mansión se han puesto en mi contra. ¿¡Quién te crees para llamarme impía, muchachita insolente!?
—Supongo que ahora estás satisfecha, con todo lo que has conseguido, tía.—
—¡Fuera de mi habitación, Elvan!—
—No me iré, hasta que escuches todo lo que tengo que decirte— Retrocedió unos centímetros y aseguró la puerta— Primero Sasha, ahora Emir, ¿¡quién sigue!?, ¿¡Selim!?
Azra la ignoró
—Mira lo que has provocado, tía. Tus hijos estuvieron a punto de matarse frente a tus ojos y una muchacha inocente está en el hospital, quizá muera y sabes que si muere, la luz de tus ojos, también lo hará, porque la ama y tú lo sabes. Sasha ama a Laia y si ella muere, él también hará lo mismo.—
—Él no morirá y la muchacha tampoco.—
—No eres Dios para ver el futuro. Sé que tienes miedo de perder a Sasha para siempre y sé que eres consciente que tu hijo ama a esa muchacha.—
— Tú tampoco eres Dios para ver los sentimientos de las personas.—
—No hace falta serlo para ver los hechos, las cosas palpables que ha hecho Sasha por Laia.—
—¿¡A qué has venido, Elvan!?, ¿¡acaso a decirme lo que todos me han dicho desde que esa muchacha pisó la mansión!?— Inquirió, en un apresurado intento por acallar el bombardeo por parte de su sobrina.
—He venido para hacerte entrar en razón, tía.—
—¿¡Acaso me llamas loca!?—
—No, no he dicho tal cosa. A lo que me refiero es que mires como poco a poco estás perdiendo a tu hijo favorito, por esta venganza sin sentido.— Endosó
—Al llamar sinsentido a nuestra venganza, también lo haces con la memoria de nuestros hombres que murieron a manos de los yilmaz.
—¿¡Y qué más da eso, si en el camino se han perdido vidas inocentes, como la de esa gente el día de la inauguración de la planta principal de los yilmaz!?—
—Son daños colaterales, son cosas que tienen que ocurrir.—
—Supongo que piensas lo mismo si Sasha llega a morir.—
—No pienso en aquello, porque sé que Sasha no morirá.— Afirmó, tan intransigente en su palabra como siempre.
—En el fondo sé que sientes miedo, tía, porque sabes que la muchacha se encuentra en riesgo y por ende Sasha lo está. Sabes que la ama, sabes que él moriría si ella lo hace.—