—¡Gözde Yilmaz, sal de inmediato de tu guarida!— Los gritos iracundos de Azra se hacían oír.
Estaba frente a la nueva mansión de los Yilmaz, en Ankara, junto a sus hombres.
—¡Si no sales a dar la cara, tú y tu maldito hijo Kemal, juro que hoy mismo hago cenizas esta mansión!—
Azra se hallaba justo enfrente de los grandes portones que daban vista al gran jardín principal de la opulenta nueva residencia de los Yilmaz. Estaba con sus hombres, todos armados.
—¡Si no sales, yo misma entraré con mis hombres y destruiré todo a mi paso!—
Súbitamente, los grandes y elegantes portones de metal, se abrieron, dándole así el paso libre a Azra.
—¡Sé que estás ahí adentro! Sal y dime qué le has hecho a mi hijo.— Vociferó en una mezcla de rabia y preocupación, frente a la fachada de la residencia.
Las puertas principales se abrieron de repente y de estas salieron una decena de hombres.
—Quiero ver a su patrona, no a ustedes. Díganle que salga y me dé la cara. Quiero saber qué le ha ocurrido a mi hijo.—
Azra se hallaba en medio de los dos bandos, por un lado, sus hombres que la cubrían y permanecían en guardia y por el otro lado, los guardias de Gözde, igualmente, armados y preparados.
—¡No sé de qué me hablas! No tengo la menor idea que le ha ocurrido a tu hijo.— Se alzó la voz de la Yilmaz, misma que salió de detrás de la puerta.
—Claro que sí lo sabes, maldita infeliz. Tú, junto a tu desgraciado hijo, han planeado hacer abortar a Laia.—
—No sé de qué me hablas.—
—No te hagas la ilusa, Gözde Yilmaz. Mi padrino Mustafá me lo confesó todo antes de morir. Sé sobre la emboscada que quizá ya, haya sido perpetrada y sé que asesinarán a Laia. Verdaderamente, eres una hiena.—
—¿Y por qué crees que yo o Kemal le hemos hecho algo a tu hijo?— Cuestionó, ahora, frente a Azra.
—No te quieras ver como un ser de luz, cuando eres todo lo contrario. Eres capaz de venderle tu alma al diablo con tal de conseguir lo que quieres. Mi hijo no me responde al celular y sé que es porque tu hijo le ha hecho algo.—
—¿Cómo estás tan segura de eso?—
—Kemal no es estúpido. No desaprovecharía una oportunidad como esa. Si tomó a Laia, también tomó a Sasha.—
—No sé qué te haya dicho ese tal Mustafá, pero te aseguro de que a tu hijo, mi hijo Kemal no le ha hecho nada. Sí, se supone que ese maldito niño debe morir y Laia también, pero no tu hijo.—
—¿Qué me asegura de que Sasha está a salvo?—
—Kemal ya salió de ese lugar, junto a Laia. Me dijo que llegaron unos automóviles, de los que se bajaron hombres y dispararon. Laia, ahora está escondida, rumbo a su muerte, Azra.—
—¿Dónde está ella?—
—Lo que querías saber ya te lo he dicho. Laia no es de tu incumbencia.—
—Sí es de mi incumbencia. Esa muchacha lleva en su vientre a mi nieto.—
—Eso no importa.—
—Claro que sí importa. Dime dónde está la muchacha si no quieres que toda Turquía se entere de esto.—
—Cuando Turquía se entere, Laia y esa criatura, serán historia, estarán bajo tierra o quien sabe en donde los dejemos tirados.— Contestó, esbozando una sonrisa de maldad.
—Dime donde está Laia. ¡Esto no se trata solo de ella, se trata de mi nieto y de mi hijo!—
—Has venido por Sasha y ahora cambias de opinión. Confórmate con saber que a tu hijo no lo tocamos. Ahora vete de mi mansión.—
Azra, metió su mano por debajo del chaleco de piel que llevaba y de este, sacó un arma.
—Dime en dónde está Laia.— Apuntó con desdén a la frente de Gözde, ocasionando que sus hombres le apuntaran, seguido a esto, los guardaespaldas de Azra, apuntaron con severidad a su contraria.
El rostro de Gözde se convirtió en miedo puro, al sentir la nueve milímetros en su piel.
—¡Dime en dónde está la muchacha!—
Gözde brotaba gotas gordas de sudor.
—La traeríamos aquí, pero sería muy evidente.— Tartamudeó
Azra, hundió con severidad el arma en la frente de Gözde.
—¡No te he preguntado a qué lugar planeaban llevarla, te estoy preguntando en dónde está!—
—Kemal la llevará a Derik. Es un distrito de Mardin—Azra empujó la frente con el arma, dándole a entender a Gözde, que quería más información— La llevará a una de nuestras propiedades. Es una vieja galera en medio de nuestros viñedos.— Respondió, temblorosa.
—Hay miles de viñedos en Mardin. No quieras verme la cara de estúpida. — Increpó
—En ese distrito el nuestro es el único. Es gigantesco, lo verás desde la autopista principal.—
—¿Cuándo piensan asesinarla?— Inquirió con prisa.
Gözde se notó algo reacia, ante la pregunta de Azra. No había tenido problema en decirle la ubicación, por el hecho de que cuando llegasen, sería demasiado tarde, pero no contó con que la matriarca Meier, la bombardeara con tal pregunta. Si le decía el momento exacto en el que Laia tendría que dejar de existir, todo su plan se vendría abajo.
—Dime, maldita Yilmaz. Dime, ¿tu desgraciado hijo cuándo asesinará a Laia?— Le increpaba, hundiendo el arma en su frente.
—Mañana a media noche.— Soltó, entre un tembloroso tono de voz.
Azra le mostró una sonrisa, dejándole claro su posición, pero, la victoria aún no era segura. Debía de actuar rápido y ahora que sabía que Sasha no se hallaba en peligro, su propósito sería encontrar a Laia, o mejor dicho, a su nieto.
Quitó el arma de la frente de Gözde y la tomó de la parte superior del vestido de dos piezas, en color verde agua pastel y le dijo al oído:
—Si mi nieto resulta muerto, juro que no esperaré el momento, para arrebatarte a cada uno de tus hijos, nueras y sobrina. Ya te quité la mansión en la que creciste. Ahora es mía. Créeme Gözde, arrebatarle la vida a cada miembro de tu familia, no es un problema para mí.—
—Eso ya no está en mis manos. Ya te dije lo que querías saber. Si tu nieto muere, no será asunto mío.— Replicó, tratando de verse segura y contundente, pero, el temblor y las lágrimas que querían salir disparadas, dejaban ver el miedo que sentía.