Entre el odio y el amor

Capitulo cuarenta y cuatro: Preludios amargos

La liviana tela blanca de su vestido, se movía a la par del viento del Alba.

—Ni siquiera pude ver su rostro, Sasha.— Susurraba Laia, frente a una lápida.

El pelinegro solo la abrazó por la espalda, con suavidad y ternura.

—No pude demostrarle mi amor.— Musitó entre sollozos.

—Te aseguro que nuestro hijo supo que lo amaste, Laia.— Intentó consolarla.

—¡¿Y si no lo supo, Sasha?!— Inquirió con angustia.

—Te aseguro que no fue así, mi amor.— Replicó el pelinegro, intensificando el abrazo.

—¡¿Hasta dónde llegará esta guerra tonta?!— Preguntó al recordar el porqué su hijo había sido asesinado.

—No lo sé, pero lo que sí sé, es que me encargaré de que acabe a la mala, ya que a la buena no pararon.—

—¡Todavía quieres seguir, sabiendo que estamos frente a la tumba de nuestro hijo, Sasha!— Laia se volteó bruscamente.

—¡Por ese motivo es que mi sed de venganza sigue!—

—¡Pensé que habías cambiado esa forma de pensar, pensé que al irnos de Turquía todo cambiaría, que tu sed de venganza se había ido, pero veo que no hubiera sido así!—

—¡Mi sed de venganza nunca se fue, siempre estuvo ahí, solo que la acallé y me doblegué por ti y por mi hijo que no vio la luz de la vida!— Contestó, señalando la tumba.

—¡Entonces todo fue una farsa!—

—Yo jamás te dije que el sentimiento de venganza hacia tu familia se iría, te dije que haría todo por ti y eso incluía ceder y doblegarme por ti, por tu bienestar y el de nuestro hijo. Entiende Laia, mi odio hacia los Yilmaz nunca acabará—Laia dio media vuelta para irse, pero Sasha la detuvo, interviniendo en su camino— Tu madre y tu hermano me quitaron a mi abuelo y a mi padre, y ahora me han quitado a dos de mis hermanos y a mi hijo, ¿¡dime sí no es suficiente eso para yo sentir odio y rencor hacia tu familia!?—

Laia solo suspiró, al no tener respuesta.

—Prometí no hacerle daño a Osmán, porque él ha sido el único que ha demostrado que te quiere y daría todo por ti, el único de esa maldita familia, porque el resto está podrido por dentro, yo quería detener todo esto, yo había detenido toda esta guerra justificada, pero ellos, ellos, Laia, tu familia no lo quiso así, cuando nos emboscaron en Estambul, cuando mataron a Selim, cuando mataron a nuestro hijo y mataron mi hermano Emir.—

—Yo solo quiero que entiendas que esto traerá más problemas, Sasha.— Replicó a tono angustiado.

—¡Sí yo no hago algo para detenerlos, ellos serán quienes acabarán con nosotros, incluyéndote, así que no pretendas que me detenga, Laia!—

—Así será, Sasha, como ordene el señor. No intervendré.— Laia lo apartó de un empujón y se encaminó entre sollozos hacia la camioneta, en la cual un hombre de seguridad, los esperaba.—

Sasha rascó con desdén su cabeza, a la par que maldecía para sus adentros y cuando se dispuso a seguir a Laia, una llamada a su celular lo distrajo.

—Ya tengo todo listo, señor Sasha.— Habló del otro lado una mujer.

—Nos veremos en el parque que está a las afueras de Kars, asegúrate de que nadie te haya seguido.—

—No, nadie me ha seguido, pero tengo que regresar antes de que regresen a la mansión.—

Sasha despojó el celular de su oreja y asesorándose de que no hubiese alguien en los alrededores, se encaminó a paso apremiante a la camioneta.

...

—¿Dónde está tu primo, Osmán?— Preguntó, Azra, en la mesa principal de la mansión.

—Está con Laia, salieron muy temprano a visitar la tumba de su hijo.— Respondió, dejando los cubiertos tendidos en el aire, a escasos centímetros de la vajilla.

—¡¿Y por qué tardan tanto tiempo?! El cementerio está a las afueras del pueblo— Azra se levantó de su asiento súbitamente, reflejando un semblante de angustia— ¿Y sí esos malditos Yilmaz le hicieron algo a Sasha?—

Osmán se aproximó hacia ella

—Tranquila, tía, Sasha sabe defenderse, además fue con uno de nuestros hombres, quizá ya estén en camino, recuerda que Laia ha sufrido mucho por la perdida del bebé y puede ser que estén tardando porque esté desahogando su dolor.—

—Sí, tía, estoy de acuerdo con Osmán.— Intervino Elvan, tomando la mano de la matriarca en señal de apoyo.

—Les creeré, pero si Sasha no llega en diez minutos yo misma iré a buscarlo.—

Luego de la muerte de Selim y Emir, la matriarca Meier, desarrolló una especie de paranoia. Según los psicólogos y los psiquiatras que le atendieron en los días recientes al hecho, esto era totalmente normal, siempre y cuando la persona no presentara signos de alteración de la realidad.

—¿Qué haremos sí Sasha tiene que enfrentarse a la justicia, tía?— Intervino una de las sobrinas de Azra.

—¡No seas inoportuna, Sema!— Reprendió Osmán, al unísono que tomaba asiento.

—¡Pueden ir contra él todos tribunales, y ni aun así podrán culparlo! Te recuerdo que somos los Meier, gente de linaje guerrero, de sangre pura, valiente y astuta, Sema, no les guardes miedo a las palabras que vociferaron nuestros enemigos, Sasha no pisará la cárcel.— Replicó, Azra.

La tensión en la mesa se intensificó

—¡Tienen pruebas, tía!—

—¡Ya cállate, Sema!— Ordenó, Osmán, al borde del asiento, al ver como el ambiente se tornaba pesado.

—No puedo hacer como si nada estuviese ocurriendo, hermano, toda Turquía está hablando de esto y nosotros actuamos como si no estuviese ocurriendo nada.—

—Dime, Sema— Azra se levantó de su silla— En tu adolescencia, ¿¡cuando tomaste uno de los autos a escondidas y saliste a las calles de Estambul a manejarlo en la madrugada y arrollaste a una madre y a su hijo de dos meses de nacido, qué ocurrió luego!?—Las lágrimas de la muchacha brotaban con desdén ante las palabras hirientes de Azra— Así es, Sema, no ocurrió nada, porque moví mi poder, moví mis influencias y la muerte de madre e hijo quedaron en el olvido. ¡No tocaste la cárcel, aunque el país protestó hasta el cansancio!—



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 23.11.2024

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