Entre el odio y el amor

Capitulo cuarenta y seis: De cara a la justicia

La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo”

—Platón

Sentía que lo que estaba por hacer, era una completa locura, una acción suicida, llena de estupidez, pero sabía que debía de hacerlo para mostrar una inocencia, que hasta hace escasos momentos, ni siquiera él mismo sabía que poseía.

Sabía que correría peligro allá adentro, pero aquello era lo de menos, cuando se trataba de limpiar su nombre y el de su familia.

Laia lo entendería, aunque solo una persona, aparte de él, sabía su plan, su propósito, había pensado que luego le explicaría el porqué estaba haciendo todo eso.

Caminaba con autoridad y temple, bajo el bullicio incesante de los periodistas que se hallaban dentro del centro de convenciones de Ankara.

Se detuvo un instante y miró al cielo, tomó aire y continúo. A pesar de estar seguro de lo que estaba por hacer, su lado más humano lo hacía pensar en las consecuencias de aquello. <<¿¡Quién cuidaría de Laia!?>>

Cruzó el atrio a paso apremiante y entró sin ascuas al centro de convenciones.

...

Osmán actuó de inmediato y giró a más no poder el volante del automóvil, mismo que patinó sobre el asfalto, provocando chocasen con el barandal de metal de la autopista.

El silencio invadió el interior del auto.

—¡Esto es lo que ocasionan con sus gritos!— Reprendió, Osmán a Laia y Azra que se hallaban inmersas en el miedo.

Osmán había podido ver el camión acercarse y pudo reaccionar a tiempo.

—¡Casi morimos aplastados!— Dijo, mientras salía a revisar que todo estuviese bien.

—¡Sube al auto y deja de comportarte tan dramático!— Exclamó, Azra.

—Pues, creo que no se va a poder, tía— Azra frunció el ceño en señal de ignorancia— La llanta explotó.

Çinär, junto a Laia, salieron del vehículo.

—¿¡Acaso esperaremos aquí!?—

—¿¡Qué piensas hacer, tía!? ¿¡Volar o llamar a alguien para que nos rescate!?—

—¡No seas insolente! Lo mejor será que llamemos a la mansión para que envíen un auto de inmediato, no podemos esperar un segundo más mientras Sasha está por ahí corriendo peligro.

—Estamos lejos de la mansión y del lugar en el que Sasha bajó del auto.— Respondió, reteniendo las ansias de reprocharle a la matriarca.

—Si no harán nada, entonces yo misma llamaré.— Levantó el teléfono y cuando se dispuso a marcar a uno de sus hombres, la llamada inesperada por parte de una de sus sobrinas la obligó a cambiar de decisión— ¿¡Qué ocurre, Elvan!?—

—¿Osmán dónde está, tia? No responde el celular— Preguntó la muchacha, a tono desesperado, como si algo grave estuviese ocurriendo.

—Está conmigo— Azra miró a Osmán— Elvan dice que ha estado llamándote y no respondes.

Osmán buscó en su bolsillo y cuando sacó el aparato, este, se hallaba hecho trizas, gracias al accidente.

Elvan intentó hablar, pero Azra la interrumpió.

—No me interesa lo que dirás, cuando lleguemos a la mansión podrás hablar con él. Lo importante ahora es que le digas a uno de nuestros hombres que envíe un automóvil a la autopista principal que sale de Ankara. —

La voz insistente de la jovencita, podía escucharse a metros de distancia.

—¿Qué ocurre, tía?—

—Elvan quiere decirte algo, pero ya sabes como es.—

Azra cedió ante las súplicas de su sobrina y le entregó el celular a Osmán.

—¿Qué pasa, hermana, está todo bien allá?—

—Gözde, hermano, Gözde.— Le dijo, al borde del llanto.

El pavor invadió a Osmán ante aquellas palabras que decían mucho y dejaban a la imaginación traicionera hacer de las suyas. Sintió un frío estremecedor entrar y recorrer su torrente a más no poder.

...

El sentimiento de sorpresa era casi palpable en el lugar, se podía sentir hasta los huesos, mientras las luces de las cámaras invadían con pesadez el centro de convenciones, en intentos logrados de alcanzar la mejor toma, para el titular de los noticieros y periódicos.

—Espero su apoyo, de esta forma podré hacer justicia.— Vociferó, Gözde ante la multitud que la ovacionaba.

La noticia estaba dando la vuelta a Turquía, Gözde Yilmaz, se convertía en candidata a la presidencia de Turquía.

—Por aquellos inocentes que hoy sufren gracias a la maldad de personas inescrupulosas, prometo capturar y encarcelar a Sasha Meier y su familia.

—Eso no será necesario, Gözde.— La intervención de un grito, redujo el bullicio de la gente de manera súbita.

En un santiamén, las cámaras enfocaban a Sasha.

—¡Capturen a ese hombre!— Ordenó, Gözde a sus guardias, mismos que acataron.

—Tranquilos— Dijo, sumido en una seguridad extraña y estos bajaron la guardia, sin quitarle los ojos de encima— No he venido a asesinarte, Gözde Yilmaz, tampoco he venido a discutir y mucho menos a llevarte la contraria.

—¿Entonces a qué has venido, prófugo de la justicia?—

—He venido— Tomó aire con disimulo y a su mente se le vino el rostro de Laia— a entregarme a las autoridades, escuchen bien, soy culpable de los crímenes que se me acusan.—

Los murmullos no se hicieron esperar y de un segundo a otro, la noticia de que Gözde se lanzaba a la presidencia, quedó en segundo plano.

—Esto ha de ser una broma.— Dijo, Kemal, levantado de su silla.

—No, Kemal, no es ninguna broma, vengo a rendirle cuentas a la justicia.— Respondió, con serenidad, para luego, extender sus manos hacia adelante en señal de que estaba listo para que las esposas rodearan sus muñecas y asi fue, aquellos aros metálicos, sujetos por una cadena, apresaron sus manos, apresaron su libertad física, bajo el ojo de la prensa, bajo la mirada de Turquía.



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 08.01.2025

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