Entre el odio y el amor

Capitulo cuarenta y nueve

La puerta de la habitación se abrió con lentitud y sosa calma.

—¿Ya solucionaron el problema, Osmán, Sasha está bien?— Inquirió con prisa, Azra, desde su cama, al pensar que se trataba de su sobrino.

—No soy Osmán, tía, soy Elvan.—

La matriarca ladeó los ojos, en signo de que su visita le parecía inoportuna.

—¡Ve y acompaña a tu hermano y a tus primos!— Ordenó con desprecio.

—Ya lo hice y Laia está de camino a ver a Sasha.— Respondió, entre un suspiro de abatimiento.

—¡Esa muchacha! Todo esto es por su estúpida culpa.—

—No, te equivocas, tía, esto es por tu culpa.—

—Si viene a mortificar mi mente con tus reclamos sin sentido, es mejor que te retires de mi habitación y te vayas a algún lugar lejos de mí.—

—Pues te tengo una grata noticia, ni siquiera podemos salir de la mansión.— Dijo

—¿Qué dices?—

—Turquía nos odia.—

—A mí no me interesa lo que sientan hacia nosotros esa gente sin fundamento.—

—Aun viendo la situación en la que nos encontramos, insistes en seguir con tu orgullo.—

—No hay nada que Azra Meier no pueda resolver.—

—¿Entonces por qué no sacas a Sasha de todo este revuelo?— Elvan la miró con desconcierto— Aún no ves que todo esto es ocasionado por tus acciones, Dios mismo está tratando que te detengas por tu cuenta, tía— Expresó, a tono de súplica.

—Dios está de mi lado.—

—¡Dios no está del lado del odio y de la venganza, mucho menos del lado de gente que planea asesinar a una persona inocente!—

Azra le lanzó una mirada penetrante e inquisitiva, al entender aquella última afirmación.

—Planeas asesinar a Laia y hacer que Sasha la odie.—

La matriarca se levantó de la cama, tomando fuerzas de quien sabe donde.

—Escuché todo cuando se lo dijiste a mi hermano.

La miraba con rabia, como si Elvan fuese su más grande enemiga. Estaba arruinando sus planes o los arruinaría.

—No sé de qué me hablas.— Expresó, en un intento fallido de confundir a su sobrina.

—Planeabas hacer que Laia testificara en contra de Sasha en un juicio, para que él la odiase— A medida que sus palabras salían disparadas de su boca, como balas hirientes, esta se acercaba con cadencia a Azra— Luego Sasha sería encarcelado y tú, con tu poder lo sacarías de prisión y luego asesinarías a Laia.

Azra retrocedía

—Ese era tu plan, acabar con Laia y que Sasha la odiase, pero te salió todo mal, porque ahora Sasha está a nada de tocar prisión y ni tú, ni tus contactos, ni tu dinero, podrán salvarlo. Date cuenta de que el mismo Dios está permitiendo todo esto, para que te detengas y si no lo haces ahora, terminarás muy mal, tía.—

Cárcel de Ankara

Esposados de manos y pie, Sasha, fue arrojado dentro de una celda en lo más profundo de la prisión de Ankara.

—Este es un regalo de parte de mi madre, la próxima presidenta de Turquía.— La voz de un hombre, resonó en aquellas oscuras y desgastadas paredes de cemento.

Sasha levantó la mirada en un santiamén y pudo ver a Kemal Yilmaz salir de entre la sombría esquina de aquel lúgubre lugar. Intentó defenderse, pero el puño del hombre, azotó con iracunda fuerza su estómago, obligándolo a ceder ante el peso indomable del dolor por la falta de aire.

—Espero que lo estés disfrutando.—

Los golpes continuaban, cada vez con más ímpetu y zaña hacia el abdomen de Sasha que parecía romperse, desligarse de la piel.

El frío piso lo abrazaba y Sasha intentaba protegerse en él, más las patadas hacia su estómago no cesaban.

Sus jadeos se escuchaban y parecían romper aquellos barrotes oxidados, mientras la sangre brotaba lentamente de su boca.

Kemal se agachó y tomó a Sasha del cabello.

—Luego seguirá Laia.—

La rabia recorría a velocidades inimaginables el torrente de Sasha.

—Tú y tu familia desaparecerán.— Siseó, al unísono que le daba un golpe en el rostro a Sasha.

El pelinegro quería responder, pero aquello se le presentaba imposible, las leyes de la física, definitivamente no estaban de su lado, ya que no podía ni siquiera apoyar su brazo para levantarse.

—Es tan estúpido lo que has hecho. Pensé que eras más inteligente— Levantó sus manos— Mírate, ahora estás a merced de mis golpes, ahora no eres más que un saco de carne y huesos al que golpearé hasta el cansancio.—



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 29.01.2025

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