Entre el odio y el amor

Capitulo cincuenta: Una dolorosa visita

La caravana de autos intervino en el bullicio que mantenía la gente fuera de la prisión de Ankara. Los medios de comunicación, cedieron ante la sorpresiva llegada de aquellos automóviles y de aquel helicóptero que surcaba el cielo.

Obviamente, las cámaras despertaron y su atención se posó en aquel séquito misterioso.

Fuera estaba Gözde, apaciguando el alboroto que tenía la gente, esto, para mostrarse compasiva y benevolente ante un pueblo que exigía la cabeza de Sasha.

La caravana se detuvo y el helicóptero, aterrizó en plena carretera, frente a la cárcel de Ankara. El silencio se hizo en el lugar, pero tan rápido como había llegado, este se fue, al la gente ver bajar a Laia de aquella máquina con hélices.

Gözde intentó esconder su sorpresa y desagrado, pero no pudo y un rostro agrio, salió a flote.

Laia era acompañada por un sin número de hombres que la escoltaban como si su propia vida, dependiera de ello y aquella idea no era descabellada, ya que tenían órdenes, como cualquier otro guardaespaldas, de cuidar a su escoltado con su propia vida.

Gözde corrió hacia Laia, frente a las cámaras, tomando el breve papel de una madre abnegada.

—Mi amor, mi Laia, mi hija ha vuelto.— Vociferó a los cuatro vientos, asesorándose de que todos la escuchasen, mientras abría los brazos para recibir a su <<amada hija>>.

—¡No seas hipócrita, madre!— Espetó sin tapujo, al tiempo que de un manotazo, apartaba a su madre del camino.

—No seas irrespetuosa con nuestra madre, hermana.— Entró en escena, Kemal, mismo que se mostró afable ante Laia, pero más que nada, ante el centenar de cámaras y personas que contemplaban el panorama familiar Yilmaz.

Laia sintió rabia e impotencia al tener enfrente al asesino de su hijo y sin mediar palabras le lanzó un escupitajo al rostro.

—Escuchen todos, este hombre que ven aquí, junto a mi madre, fueron los responsables de secuestrarme en Mardin.—

—Te han confabulado la mente, hija.— Dijo, Gözde, notablemente nerviosa.

—Él— Señaló con el índice a Kemal— Él asesinó a mi hijo aquel día.— Confesó, determinada.

Los murmullos no se hicieron esperar, ante aquella confesión que dejaba helado a cualquiera.

—Lo asesinó a patadas, asesinó a su propio sobrino a patadas en aquella pradera en Mardin y si no hubiera sido por Sasha Meier; mi esposo, él me hubiera asesinado también y no solo eso ha hecho, sino también que fue el causante de— Laia mordió sus labios, reteniendo aquella información, por falta de pruebas— fue el causante de mi sufrimiento — Culminó, en un ágil movimiento de palabras, para no vociferar que Kemal había sido el verdadero asesino de Selim el día de la emboscada.

El ambiente era pesado, desde luego aquella noticia cayó como un balde de agua fría a los presentes que se debatían la veracidad de la información.

—Quien me salvó de todas las formas posibles en las que se pueda salvar a una mujer, fue Sasha.— Dijo, resuelta, antes de entrar a la prisión.

Sus tacones chocaban contra el piso, al unísono que su cabello alborotado pretendía robar protagonismo. Sus pupilas vociferaban intención y determinación, valentía y firmeza.

...

—¡Es increíble, el destino de Sasha está en juego y ustedes aquí, discutiendo tonterías!—

—¡Yo no puedo permitir que desgracie la vida de Laia, hermano!—

—¡Siempre has sido una igualada y una cobarde!—

Elvan se volteó y le dedicó una mirada de iracunda indignación.

—Si le llamas ser igualada y cobarde, a alguien que no trata de defender a una inocente de ser asesinada injustamente, entonces soy la mujer más cobarde de este mundo.—

Osmán le echó una mirada de impresión a Azra.

—¿¡Te sorprende que sepa que nuestra tía estaba tramando acabar con Laia y no conforme con eso, ensuciar el nombre delante de Sasha!?—

—Mira, Elvan...—

—¡No le digas nada, es una testaruda!—

—Sé que no tenías otra opción, hermano, yo lo escuché todo. Este monstruo que tenemos por tía, te amenazó con nuestro bienestar.—

Azra se aproximó a Elvan y le propinó una bofetada.

—¡Nunca vuelvas a decirme monstruo, chiquilla estúpida e insolente!— Enervó, señalándola con un dedo, mientras Osmán la ocultaba detrás de él.

—Eso es lo que eres, es más, la palabra monstruo de queda pequeña a comparación con la clase de persona que eres. No has logrado nada con esta absurda venganza, más que la muerte de dos de tus hijos y el encarcelamiento de Sasha. Solo queda Berat en la mansión y créeme, que él también pagará las consecuencias de tus actos.—

—¡Sácala de mi vista, Osmán!—

—Sí, que me saque de tu guarida, de tu cueva de bestia salvaje, porque eso es lo que eres, una bestia salvaje a la que no le importa si mueren o no sus hijos y si te lo preguntas, tía, sí, sí le diré a Laia tu cobarde plan y también a Sasha cuando sea el momento. Tienes todo y a la vez no tienes nada, me das lástima.— Sentenció, mientras se aferraba al marco de la puerta de la habitación, gracias a que Osmán intentaba llevársela.—

—¡Te arrepentirás de tus palabras, muchachita atrevida!— Le gritó, Azra, apoyada de un brazo a la cama. Claramente, afectada por lo ocurrido. No podía creerlo, nunca había visto aquel lado de su pacífica sobrina.

Los gritos seguían y se escuchaban por toda la mansión. Elvan hervía en cólera y era de esperarse, Azra había rebosado su vaso.

...

Había llegado al lugar en el que vería a Sasha.

—Vengo a ver a Sasha Meier.—

—¿Usted quién es?—

—Soy su esposa.—

—El señor no puede recibir visita hasta que un juez lo ordene.—

—Yo no le pregunté si podía o no verlo.—

El hombre se levantó de su silla y al unísono de hacerlo, entró Kemal, campante.

—Sasha no puede recibir visitas, hermana.—

—No me digas hermana, porque no lo soy.—

—¿Qué ocurre aquí?— Salió de una oficina el que parecía ser el director.



#3441 en Novela romántica
#1244 en Otros
#221 en Acción

En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 29.01.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.