Entre el orgullo y la química

2.Primeras chispas?

Valeria salió del edificio sintiendo que el día apenas comenzaba y ya estaba agotada. Su primer encuentro con Santiago le había dejado una extraña mezcla de irritación y adrenalina. Tenía claro que él no se la iba a poner fácil, pero tampoco pensaba rendirse.
Al llegar a su pequeño estudio, dejó la carpeta sobre el escritorio y se sirvió un poco de café. Tenía que concentrarse. La gala de Nova Eventos era su oportunidad para demostrar que estaba lista para algo más que simples eventos pequeños.
Mientras revisaba sus apuntes, su teléfono vibró.
—¿Cómo te fue? —Era Laura, su mejor amiga.
—Digamos que… interesante —respondió Valeria, soltando una risa baja.
—¿Interesante bueno o interesante malo?
—Ambos. Mi compañero es Santiago Díaz. ¿Te suena?
Se hizo un breve silencio antes de que Laura soltara una carcajada.
—¡El Santiago Díaz que parece modelo? Uy, amiga, eso solo puede ponerse emocionante.
—No te burles. Es insoportable —protestó Valeria, aunque una parte de ella reconocía que Santiago tenía un carisma que resultaba difícil ignorar.
—Bueno, insoportable o no, tú eres increíble en lo que haces. Confía en eso —la animó Laura.
Valeria sonrió. Eso era lo que necesitaba escuchar. Tenía que mantener la vista en su objetivo.
En la oficina, Santiago tampoco podía concentrarse del todo. Por primera vez en mucho tiempo, alguien le había hecho frente sin bajar la mirada. Valeria Morales tenía un fuego que lo intrigaba y eso lo desconcertaba.
—¿Estás bien, Santi? —Andrés entró a su oficina, levantando una ceja.
—Perfecto —respondió Santiago, jugando distraído con un bolígrafo.
Andrés soltó una risita.
—No me mientas. Te conozco demasiado bien. ¿Quién es ella?
—Valeria. La nueva en el proyecto de la gala.
—¿La que te sostuvo la mirada como si quisiera desafiarte? —Andrés sonrió con malicia.
Santiago soltó una carcajada seca.
—La misma. Parece que será más difícil de lo que creía.
—O tal vez más divertido —dijo su amigo con un guiño.
Santiago solo meneó la cabeza, sin admitir que, muy en el fondo, la perspectiva le resultaba increíblemente estimulante.
Aquella noche, tanto Valeria como Santiago sabían que no solo se trataba de trabajo. Había una batalla silenciosa entre ellos, una que recién comenzaba y que prometía ser intensa, apasionante y, quién sabe, tal vez más personal de lo que ambos estaban dispuestos a admitir.




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