entre el peligro y el corazón

Capítulo 1: La nueva vida

La lluvia golpeaba el techo del auto mientras las calles se llenaban de charcos.
Camilo mantenía la mirada fija en el retrovisor, vigilante, mientras tú observabas por la ventana el nuevo colegio que pronto sería tu rutina.

—¿Lista para tu primer día? —preguntó él, su voz tranquila pero con ese tono protector que tanto lo caracterizaba.

ella lo miras, suspiras y dices:
—No me digas señorita, Camilo. Solo… Sara.

Él la mira por un segundo y asiente, aunque una leve sonrisa se le escapa.
—Como digas, Sara. Pero sigue siendo mi trabajo cuidarte.

Caminan juntos hacia la entrada. Algunos chicos te observan curiosos, y tú sientes que Camilo se mantiene a tu lado más cerca de lo necesario.
Justo cuando estás por entrar al salón, un auto negro pasa lentamente frente al colegio. Camilo lo nota enseguida, se tensa y te toma del brazo suavemente.

—Quédate detrás de mí —susurra con voz baja, alerta.

Tú sientes el corazón acelerarse. No sabes si por el miedo… o por él.

Te pones un poco nerviosa y le haces caso sin decir nada. Camilo te aprieta la mano un segundo —un gesto apenas— y te guía con pasos rápidos hacia la entrada lateral, donde hay unas columnas que ofrecen algo de cobertura.

—Quédate detrás de la columna y no mires —susurra, con la voz cortada por la tensión.

ella se escondes detrás del frío mármol. Desde ahí ves cómo un auto negro se detiene y dos hombres bajan con la mirada fija en la puerta. Camilo se queda visible, paso firme, voz baja por el radio:

—Unidad 2, tenemos movimiento sospechoso. Manténganse en alerta.

Uno de los hombres avanza hacia la puerta, hojeando algo que parece una lista. El otro mira alrededor, buscando. Camilo hace un leve gesto con la mano: quédate pegada a la columna, sin asomar la cabeza. Tú obedeces, pero el corazón te late tan fuerte que sientes que podrías escucharlo en toda la plaza.

De pronto el hombre de la lista se vuelve —y sus ojos pasan por donde estás—. Por una fracción de segundo te sostienes la respiración, segura de que te vio. Él no dice nada; sigue caminando hacia donde Camilo está bloqueando el paso. Camilo no aparta la vista, sus músculos tensos. Se acerca uno de los desconocidos y empuja con brusquedad la puerta para entrar. Camilo reacciona en un segundo: lo bloquea, forcejean, y el otro hombre saca un cuchillo pequeño.

La pelea es breve, intensa. Camilo usa su peso y técnica para desarmar al atacante; en el forcejeo recibe un rozón en la mejilla que le hace brotar una línea fina de sangre. Tú, incapaz de quedarte quieta, sales de tu escondite antes de pensarlo y corres hacia él.

—¡Camilo! —gritas, la voz quebrada—. ¿Estás bien?

Él la mira , respirando con dificultad, y al verte su gesto cambia: la dureza se vuelve ternura.

—Sara… —dice apoyando una mano temblorosa sobre tu hombro—. Estoy bien. Tú… estás bien.

Te miras la mano, cubierta de su sangre en un punto minúsculo, y te sientes invadida por el pánico y algo más: una mezcla de miedo y alivio que te hace llorar sin querer.

Camilo te empuja suavemente hacia atrás, con cuidado de no alejarte del todo, y con la otra mano presiona la herida para detener el sangrado. En su rostro hay preocupación real, y por un segundo, la guardia a su alrededor se cae.

—No voy a dejar que te pase nada, Sara. —su voz es una promesa—. Confía en mí.

sara, aún temblando, solo puedes asentir. Lo ves cansado, herido, pero firme. A lo lejos las sirenas comienzan a acercarse: la situación no ha terminado. Pero en ese instante, mientras la lluvia vuelve a empezar a caer sobre ustedes, todo en el mundo se reduce a la sensación de su mano sobre la tuya y esa promesa silenciosa.



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En el texto hay: drama, accion, amor

Editado: 14.10.2025

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