entre el peligro y el corazón

Capítulo 7: Entre la rabia y el fuego

Capítulo 7: Entre la rabia y el fuego

La noche había caído sobre la ciudad, pesada y silenciosa.
En el techo del edificio abandonado, tú observabas desde lo alto las luces lejanas. El viento movía tu cabello y la chaqueta táctica que llevabas ajustada al cuerpo. Ya no eras la misma Sara que temblaba ante los gritos.
Ahora, el miedo te obedecía.

Camilo subió por las escaleras de metal, con el paso firme de quien aún carga el peso de protegerte, aunque sabe que ya no lo necesita tanto.

—Te encontré —dijo, entre una sonrisa y un suspiro—. Sabía que estarías aquí.

—Necesitaba pensar —respondiste sin mirarlo—. Mañana iremos por Ramos… y no quiero que te interpongas esta vez.

Camilo se quedó en silencio. Se acercó despacio, como si temiera romper la nueva versión de ti.
—Sara… —murmuró—. No necesito protegerte. Pero no quiero perderte.

Tú lo miraste con calma, la mirada firme, casi desafiante.
—No me vas a perder, Camilo. Pero si me impides hacer lo que tengo que hacer… entonces sí podrías hacerlo.

Por un momento, ambos callaron. Solo el viento entre las antenas y el ruido lejano de los autos llenaban el aire.
Él te observaba, y se notaba que no podía decidir si admirarte o preocuparse por ti.
Tú, en cambio, ya lo habías decidido: habías cambiado no solo en fuerza, sino también en sentimientos. Lo querías… pero ya no desde la debilidad. Lo querías desde la libertad.

—¿Sabes qué día es hoy? —preguntó de pronto, rompiendo el silencio.

Tú levantaste una ceja.
—Lo olvidaste, ¿cierto?

Camilo se acercó un paso más y sonrió.
—No. Es el día en que la chica que juré proteger se convirtió en la mujer que podría salvarme si me caigo.
—Y también —añadió, sacando algo del bolsillo—, tu cumpleaños.

Te sorprendiste. En su mano había una pequeña pulsera de cuero con un dije metálico. Un lobo grabado en ella.
—Simboliza fuerza —explicó él—. Pero también manada. Quiero que recuerdes que no tienes que pelear sola.

La tomaste, la observaste, y sonreíste apenas.
—Gracias… pero sabes que si algo pasa mañana, no voy a esperar órdenes.

—Lo sé —dijo él, con una mezcla de resignación y ternura—. Por eso mismo, voy contigo.

El silencio volvió, pero era diferente. Más cálido. Más cercano.
Te diste la vuelta, miraste el horizonte y dijiste en voz baja:
—Camilo… si todo sale mal, quiero que sepas que nunca te vi solo como mi guardaespaldas.

Él te miró, con los ojos brillando bajo la luz tenue de la luna.
—Y yo… nunca te vi solo como una misión, Sara.

No hubo beso, ni palabras grandes. Solo una promesa muda en las miradas, un entendimiento entre fuego y viento.
Porque el amor que nace del peligro no es suave: es una chispa que arde incluso cuando el mundo tiembla.

Camilo extendió la mano, y tú la tomaste.
Esa noche no celebraste tu cumpleaños con pasteles ni regalos, sino con algo más importante: la certeza de quién eras.
Y mientras el reloj marcaba la medianoche, juraste que al amanecer… Ramos caería.
No por venganza, sino por justicia.
Y por todo lo que habías perdido para llegar a ser quien eras ahora.



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En el texto hay: drama, accion, amor

Editado: 14.10.2025

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