Desde que fui creado, he sido reflejo del gran Sol. Mi brillo depende de su luz inagotable. Me ha servido para ayudar a otros a caminar en las oscuras penumbras de este mundo tan grande y egoísta.
Cada astro se centra en sí mismo y a la vez busca complacencia en los demás. Sus complacencias consisten en desfilar en un escenario de luces asfixiantes. Brillar de manera que otros puedan darse cuenta de su existencia y con ella, recibir halagos.
Mi idea de un mundo perfecto se ha quedado a oscuras. En la oscuridad nací y en la luz abrí los ojos. Ahora veo tan claro, que el mismo sol me queda pequeño.
Las malas hierbas crecen donde nadie quiere saber de ellas. Aun así, brotan con ímpetu porque es lo que desean por sí mismas. No buscan el pensar o el querer de un tercero. De este modo se encuentra la intro-felicidad; «la felicidad que inicia por nosotros mismos». Es muy difícil complacer a otros y a nosotros al mismo tiempo. Es como tener dos caras, una que mira a la derecha y otra a la izquierda al mismo tiempo.
Cuando me hundía en la oscuridad pura; los rayos ultravioletas del gran Sol fueron los lazos que me impulsaron a salir de allí. Admito que no es mi luz, que no soy fuente de energía, pero soy el espejo que busca ser camino y guía de muchos perdidos.
Como ojos de la noche, mi deber es alumbrar los miedos de quienes están en la ignorancia; de los que les temen a los monstruos imaginario de la noche; ser inspiración, más que admirada; ser amigo, más que cómplice; ser luz amable, más que fuego insoportable...
¡¿El Amor?! Supuse que sería más doloroso. Pensé que consistía en dar cosas que salían de lo más profundo de tu ser. Tal vez no estaba equivocado. La razón de vivir es en dar: cariño, afecto, atención, consejo... Amor; todo lo que está a nuestro alcance.
El drama de la vida se divide en episodios que son largos cuando el dolor está por el medio y cuando decidimos buscar la felicidad; cuando decidimos ponernos una máscara, entonces se vuelven cortos. Es cuando se cierra el telón, que decidimos ser nosotros mismos. Allí en un rincón, donde nadie ve nuestro verdadero rostro lumbre, debido a que pensamos que esa luz en nuestro interior no es capaz de alumbrar a otros, de interpelar, de ser guía, camino e inspiración.
Mis episodios no son cortos, a pesar de ser reflejo del Sol, sé quién soy y demuestro mi valía presentando mi verdadero rostro.
El amor es una fuerza interna que rompe los mitos y leyendas de los sentimientos. La naturaleza es muy ingenua para creerse que ella no la alcanzará los lazos inmanchables del amor.
Si el amor se demuestra sin palabras, el Sol ha sido el mayor ejemplo hacia mí. Se da cada día y cada noche, a pesar de sólo notarse durante la oscuridad, no se reserva para sí, sale de su círculo para llegar a otros y hacerle brillar como ella lo hace.
Su cálida luz hace que salga mi verdadera naturaleza. Eso es el amor; darse sin esperar una gran cosa del amado. No más que su conformidad y felicidad. Ella me alumbra con tantas ganas, que es inevitable no reflejar su pasión.
Sería un mentiroso si no afirmara que puedo identificar su querer hacia mí con su esplendor. Que mis escamas se caen ante su brillo y se exalta mi bella.
Ha crecido un amor tan grande hacia ella, que me hace girar buscando su calor. He despertado una necesidad que no necesito; ¿esto es el amor?
Siento que mi felicidad se enlaza a su sonrisa, en su brillar... Que me vale más un corazón vacío que uno hueco lleno de resentimientos y celos. Quiero ser el receptor de tu luz amable.
Ya conoces mis oscuridades, ¿cómo se supone que conozca las penumbras del gran Sol, si siempre has sido luz? El problema de este sentir en mi núcleo es enamorarme de tus luces y luego temerles a tus oscuridades. Hasta tú, Sol, tienes una contraparte.
Cuando hablo de tu parte oscura, me refiero a que no todo es color de rosas. El amor consiste en desafiar las leyes de la física y en superar las leyes naturales. Cuando te veo, me interpelas de tan linda forma, que a veces cuestiono al mundo y su orden natural:
¿Por qué existe un abismo tan enorme entre nosotros? ¿De qué sirve vivir en un mundo donde no puedes estar cerca de la persona que amas? ¿Acaso la existencia es una mera coincidencia? ¿Acaso el amor en vez de hacer feliz a las personas, la hace sufrir? O ¿Todo esto es al contrario? ¿El amor nos da la fuerza para saltar entre el abismo que nos separa? ¿La existencia se comprende mientras más vivimos en la experiencia del amor?
¡Qué difícil es detenerse a pensar! El comprenderse es una cuestión filosófica bastante profunda. Es tan profundo pensarse, que muchos se ahogan en sus ideas y allí se pierden.
Sol, quisiera cantarte la noche entera. Mi voz te pertenece; de mi sonrisa eres la culpable; mis ojos son sólo para ti, no necesito ver otra cosa; a pesar de tu distancia, te siento tan cerca que me quema tu presencia. Tu luz, me hace ser luz.
Sueño cada noche en cómo pudo ser nuestras vidas en otras circunstancias. Esto que siento por ti es como un volcán en punto de ebullición; no lo puedo soportar.
Nuestro amor crece a distancia. Pero se unen bajo una noche oscura, en un día soleado, en un cielo sin nubes y para siempre, el mundo sabrá que nos amamos.
¡Qué amargas son las noches cuando no estás! ¡Qué melancolía más triste se vuelve el hecho de que lejos te vas! Mira la ficción de nuestro amor astral y ancestral. El tiempo pesa como el tamaño de nuestros caminos; duele como la magnitud de quien nunca ha querido.
Editado: 19.11.2024