Me han dado muchos nombres a través de los años: Lucero de la mañana, Gran ojo del día, Estrella gigante... Algunos me adoraron como una diosa y otros me proclamaban como la luz de vida.
Nada de eso me importa si tú no me miras, Luna. Seré el lucero de tus noches oscuras. Seré el ojo que miré de día lo que tú no puedes ver. Seré tu estrella gigante que deslumbre todas las demás, solo para verte a ti brillar. Es muy pesado ser el pilar de una relación inexistente. Yo la luz, tú la sombra; agua y aceite, cielo y tierra, blanco y negro. Somos contrarios y tan necesarios uno del otro.
Mis miedos hacen de mis días, noches oscuras. Hacen de mi suelo firme, un terreno de arenas movedizas. Mis miedos me oscurecen. Mi mayor miedo es perderte. Estás lejos, pero estás. Solo te veo, me conforta por ahora que allí estás. Sé que, aunque te olvides de mí, siempre habrá días y noches en los que brilles sin cesar, allí estaré, aunque no sea en tu pensar.
Ser la luz de tu existencia, me basta. Que mires el cielo y la luz penetre tus oscuros miedos de soledad, eso me basta. Ser Sol, implica hacer de otros soles de voluntad propia. Quisiera erradicar toda oscuridad del mundo, pero ¿En verdad puedo hacer tal cosa? Si no he logrado deshacerme de mis propias oscuridades. Sí, a pesar de ser el gran Sol, mi lado oscuro no ha sido borrado, solo llenado de algo llamado amor.
Me enamoré de alguien que decidió enfrentar sus temores con el fin de ayudar a otros. Me enamoré del dueño de la noche. Me enamoré del guardián de los aullidos nocturnos. Me enamoré del amarillo turbio de la noche. Me enamoré del pilar celeste del cielo estrellado. De la Luna.
Este amor me hace ser luz. Antes solo era la herramienta del día. Ahora el día se volvió mi creación; reluciente amanecer, bellísimo atardecer. Comprendo que el día y la noche son como las dos caras de una moneda. Cuando uno/a está, el o la otro/a descansa.
El espacio estelar es la vereda de nuestro coloquio. El ojo de la aguja por donde pasa la voz insonora de nuestro latir cardioloris. Nos duele la distancia; amamos la oportunidad. Desechamos circunstancias que nos quieran separar. Es poco lo que tenemos, pero hasta que no se complete el Pangea de nuestro sistema solar, nos conformaremos con vernos, en un atardecer más.
No ha sido perfecta nuestra relación. ¿Quién tiene la culpa de nuestra situación? Somos consecuencias de una causa más plena y guerreros de una guerra sin pena, que busca completar una mirada sincera a la vida eterna.
¡Cómo cae el agua a la Tierra! ¡Cómo caen los meteoritos! ¡Cómo caen los esteroides! Así como aseguro que es redonda la Tierra, así confirmo mi amor a ti, Luna. Mi trabajo no tiene descanso. Mientras que en un lugar es de noche, en otro es de día. Por eso, mis noches son días y mis días noches. Porque, aunque alumbro con tanta intensidad que derrito los glaciares de la Antártida, mis noches se centran en mi núcleo, allí donde nadie ve lo que verdaderamente soy. Soy fuego por fuera y neblinas por dentro. Externa luz; interna noche.
¿Cómo es posible dar algo, mientras se es otra cosa? Todos ven lo brillante que soy, pero solo tú, Luna, sabes lo que siento. ¡Cómo me ahogo en este desierto! Algunos planetas se quejan de mi ardor, a otros ni les llega, y tú, te beneficias de mi luz como del agua la flor.
Oye, Luna, me siento sola desde que comprendí el amor. Estoy rodeada de seres que solo buscan lo que le puedo dar. Tú, en cambio, unes tu ser a una realidad individual a la pluralidad de nuestra existencia, formando una única manera de ser. ¿Un eclipse? Es insuficiente para describir lo tan fuerte que es nuestro amor. Tu oscuridad llenó mi luz y mi luz envolvió tu oscuridad. Muchas veces ignoré tu existencia, ahora la busco con exigencia. Mi corazón se marchita y cae como pétalos de una flor que sabe que sus raíces le harán florecer nuevamente. Firme y renovante, así está mi corazón cobarde. Lejos y agonizante, es este sufrimiento que arde.
Luna, eres el manto de mis noches de frío. La bufanda en las tardes de invierno. La nube de mis días de infierno. La tienda en el jardín oscuro. La playa sin arena, que me baña sin agua de sus luces sin brillo, de su amor inagotable en mi corazón sin pecho.
Sufrió el día, lo que la noche no le dio. Se acabó el dolor de un sufrimiento sin herida; se oscureció el día sin nubes y con sol. ¿Acaso es de noche en mi corazón? O ¿El día se quedó sin amor? Se inundó el cielo de dolor, porque no estás tú, Luna. Ahora se quedó el día sin Sol.
Mueren los campos, se marchitan las plantas, se secan los mares, se torna pesada la nube de aire, se queda sin nada, la luz de barde. Es insondable un día sin Sol, una noche sin Luna, una lluvia sin nubes, una estrella sin luz... No puede haber eclipse si no estás tú.
¡Qué día más bonito! Donde me acompañas aquí a mi ladito. ¡Qué tarde más tranquila! Donde somos frescura ante el verano y en la vereda. ¡Qué noche más calientica! Donde somos tronco y fuego encendido. ¡Qué Luna más sedienta! De luz concreta. ¡Qué Sol más sedienta! De un amor que sea su cena.
Rosas caen devoradas por las espinas; un cielo callado por las luces de las estrellas; ya el día y la noche no son enemigas. Lloré en mis noches, nadie vio mis lágrimas porque debí ser luz de vida. Vi tú oscuridad y relució como amanecer nocturno, cuando conectaron nuestros seres convirtiéndose en un alma poderosa y animadora. Vi tus lágrimas y así en plena unión, viste las mías en un acto de compasión. Gracias Luna por ser el ojo de mis noches perpetuas.
Editado: 26.11.2024