No todas las heridas sangran. Algunas duelen en silencio.
Hay cosas que no se cuentan.
Porque no sabrías por dónde empezar.
Porque duele revivirlo.
Porque, si lo nombras… entonces es real.
Yo tenía quince años cuando aprendí que el mundo podía romperse en tres días.
Cuando descubrí que el miedo tiene olor, sabor… y forma.
Que hay momentos que no se curan con el tiempo.
Desde entonces, me convertí en alguien más callada. Más cerrada. Más invisible.
Pero por dentro…
el dolor gritaba.
la culpa me tragaba.
y la fe… era un susurro débil, como pidiéndome que no me rinda del todo.
Esta no es una historia de romance.
Ni de traición.
Ni siquiera de bullying, aunque duela como tal.
Es una historia de sobrevivencia.
De heridas abiertas y cicatrices que brillan.
De una chica que creyó que su voz ya no importaba…
y terminó gritando con el alma.
Me llamo Zoe Duarte.
Y esta es la parte de mi vida que nadie vio.
Hasta ahora.