Ya no hay vuelta atrás. Lo que Liora siente se mezcla con magia, y lo que Eloy oculta… está a punto de ponerlo todo de cabeza.
Prepárate para un capítulo con más roce, más humor, y una escena que podría acabar… sin camisa otra vez. 😏
Capítulo# 3
—¿Entonces tú eres mi guía mágico, mi mentor, o mi… lo que sea que vienes siendo? —preguntó Liora mientras intentaba que su bata no se abriera más de lo socialmente aceptable. Él, por supuesto, no ayudaba en nada. Estaba sentado en su sofá, con las piernas abiertas, relajado… y con el segundo botón de su camisa aún abierto. Claramente un atentado.
—Soy tu protector temporal —dijo Eloy, con una media sonrisa—. Lo que suena mucho más aburrido de lo que en realidad implica.
—¿Y eso incluye dormir en mi sofá, invadir mi cocina y leer mi horóscopo en voz alta?
—Incluye eso… y enseñarte a no encender farolas públicas cada vez que te sonrojas.
Liora bufó, cruzando los brazos. No porque estuviera molesta, sino porque era la única manera de no lanzarse sobre él cada vez que la miraba con esos ojos de “sé exactamente lo que estás pensando, y me encanta”.
—¿Y cuál es el primer paso? —preguntó ella—. ¿Meditar? ¿Rezarle a los cristales? ¿Baños de luna?
—Nada de eso —respondió él, poniéndose de pie—. El primer paso es simple: dejar de mentirte a ti misma.
—¿Y eso qué significa? —preguntó Liora, retrocediendo un paso cuando él se acercó.
—Significa que no puedes controlar tu magia si no controlas lo que sientes. Así que vamos a ponerlo a prueba.
—¿Cómo?
Eloy se detuvo frente a ella. Tan cerca que el calor de su cuerpo era una provocación sin permiso.
—No pienses en besarme —susurró.
—¿Qué?
—Eso. No pienses en besarme. Ni una imagen, ni un impulso. Ni curiosidad, ni... deseo.
—¿Eso es en serio?
—Totalmente.
Ella intentó. De verdad.
Intentó no pensar en cómo se vería él acercándose.
No pensar en sus labios.
Ni en su voz ronca.
Ni en la forma en que él la miraba como si ella fuera un secreto que quería descubrir lento.
Pero entonces, la bombilla sobre sus cabezas *explotó* con un pequeño *¡pop!* eléctrico.
Ambos miraron hacia arriba.
Luego se miraron el uno al otro.
—Fallo total —dijo él con una sonrisa torcida.
—Fue la lámpara —intentó justificar Liora, aunque incluso Pancho la miró como diciendo *“sí, claro…”*
—Eres un peligro —dijo Eloy, retrocediendo medio paso.
—Y tú eres una tentación con patas.
Silencio.
Tensión.
Y una energía invisible entre ambos que parecía silbar entre las paredes.
—Vamos a tener que entrenar fuera de aquí —dijo él finalmente, rompiendo el momento—. Por el bien del cableado eléctrico. Y de tu ropa.
—¿Mi ropa?
—Si sigues deseando cosas en silencio, puede que termines con menos tela encima.
—¿Y tú?
—Yo ya me acostumbré al riesgo.
Y con eso, se dio vuelta y caminó hacia la puerta.
Pero antes de salir, se giró y dijo:
—Mañana, al amanecer. Parque de las luces. Lleva agua… y algo de autocontrol. Porque Liora… esto apenas empieza. Y tú todavía no sabes lo que eres capaz de provocar.
Ella se quedó sola, con el corazón latiendo como si hubiera corrido un maratón.
Y Pancho, desde el sofá, la miró como si ya supiera el final de esta historia.
Spoiler: iba a arder.
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NOTA DE LA AUTORA:
¿Seguimos, leyendo? El siguiente capítulo trae entrenamiento, confesiones… y una escena que podría acabar con más que una explosión mágica. 🔥💋