Entre encantos y enredos

Sudor, magia y pensamientos indecentes

Antes de empezar debes saber que:

En el capítulo de hoy, Liora descubrirá que controlar su poder no es tan difícil como controlar lo que siente cuando Eloy está cerca.
Y lo que empieza como entrenamiento… puede terminar en algo mucho más íntimo. 💦

El Parque de las Luces parecía uno de esos lugares que habían sido olvidados por el tiempo… o por el gobierno. Faroles oxidados, césped a medio crecer, y una fuente rota que sonaba como una abuela despeinada cuando hablaba dormida. Pero a esa hora, con el sol apenas saliendo, había algo… mágico. Literalmente.

Liora llegó con una mochila, ropa deportiva y cara de "si me haces correr, te lanzo un hechizo al ego".

Eloy ya estaba ahí.
Sudadera negra, cabello desordenado, y una sonrisa tan peligrosa como una curva sin frenos.

—Llegaste —dijo él, sin quitarle los ojos de encima.

—Contra todo pronóstico, sí —respondió ella—. Pero si esto termina siendo yoga tántrico, me voy.

—No te preocupes… lo tántrico viene más adelante. —Le guiñó un ojo.

Ella puso los ojos en blanco, pero su sonrisa la traicionó.

Comenzaron con respiraciones, concentración y ejercicios de canalización de energía. Eloy la guiaba con paciencia, pero cada vez que sus manos rozaban las de ella para corregir posturas… Liora sentía que su “energía” se iba directo a lugares no muy espirituales.

—Muy bien —dijo él después de un rato—. Ahora quiero que intentes mover esa hoja. Solo con la intención.

—¿La hoja?

—Sí. Pequeña, inofensiva, sin problemas existenciales. Como tú antes de conocerme.

—Idiota.

—Lo tomo como cumplido.

Ella se concentró. Respiró. Visualizó.
Y justo cuando la hoja se movió un centímetro…

—¡Ay! —gritó, perdiendo el foco.

—¿Qué pasó?

—¡Me pellizcó una hormiga en el tobillo! ¡Magia uno, naturaleza cero!

Eloy se echó a reír. No una risita tímida. Una carcajada real, de esas que hacen que te olvides por un segundo del mundo.

Y ella lo miró.
Con el sol reflejando en su piel sudada, con los ojos entrecerrados por la risa, y el pecho subiendo y bajando por el esfuerzo.
Era tan… humano. Tan jodidamente atractivo.

—¿Qué? —preguntó él, aún sonriendo.

—Nada —dijo ella, tragando saliva—. Solo estaba… analizando la situación.

—¿Y qué concluiste?

—Que estoy jodida.

Eloy se acercó. Sin prisa.
Con esa forma suya de caminar que parecía música invisible.

—¿Por qué?

—Porque cada vez que me acerco a ti, pierdo el control. De mis pensamientos, de mis impulsos… de mi magia.

—Quizá porque no se trata de controlarla —murmuró él—. Sino de aceptarla.

—¿Y si aceptarla significa que voy a terminar besándote?

—Entonces —susurró, con los ojos fijos en los de ella— deberías hacerlo bien.

Silencio.
Latidos.
Y algo suspendido en el aire… más fuerte que cualquier hechizo.

Pero justo antes de que sus labios se rozaran, una ráfaga de viento giró a su alrededor, alborotando el polvo, las hojas… y provocando que una farola cercana explotara con una chispa azul.

Ambos se separaron de golpe.

—¿Fui yo? —preguntó Liora, jadeando.

—Sí —respondió Eloy, sin dejar de mirarla—. Pero no por lo que hiciste. Sino por lo que sientes.

Y ella entendió.

Su magia no era solo poder. Era emoción.
Y eso… era mucho más peligroso.

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Nota:
Te advierto que vienen revelaciones, una cena muy íntima… y un roce de piel que no es casual. 😏💫




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