Entre encantos y enredos

Encierro, entrenamiento.. y una cama demasiado pequeña

¡prepárate! 💫 Este Capítulo nos trae calor, tensión, confesiones… y un encierro mágico que ninguno de los dos esperaba

Después del encuentro con Kaela, nada volvió a sentirse “normal”.

Liora pasó los días entre libros prohibidos que olían a humo y a historia, entrenamientos intensos con Eloy (donde a veces sudaban por esfuerzo… y a veces por deseo contenido), y noches en vela, con el pecho lleno de preguntas.

Pero la vida tenía su propio plan para apurar las respuestas.

Una tarde, mientras practicaban control elemental en el invernadero del edificio (una excusa sofisticada para lanzar bolas de fuego sin asustar a los vecinos), Liora se dejó llevar. Un recuerdo de Kaela. Un pensamiento oscuro. Una emoción sin filtro.

Y BOOM.

El hechizo se desbordó, y el invernadero entero quedó sellado por una burbuja mágica autosostenida.

—¿Qué fue eso? —preguntó ella, jadeando.

Eloy tocó el campo de energía que los rodeaba. Parpadeó, incrédulo.

—Una prisión emocional. Y no puedes salir... hasta que tu magia se estabilice.

—¿Eso quiere decir…?

—Que estamos atrapados. Tú, yo… y tus emociones incontrolables.

Liora lo miró, y por un segundo pensó: Genial. Justo lo que necesitaba. Un encierro con el hombre que me altera la química corporal más que cualquier conjuro.

—¿Cuánto tiempo estaremos así? —preguntó, cruzándose de brazos.

—Horas. Días. Depende de ti.

—Perfecto —gruñó—. Justo hoy no traje ropa interior bonita.

Eloy tosió. Su mirada bajó y subió como por reflejo.

—Gracias por la imagen mental —dijo, conteniendo una sonrisa.

Pasaron las primeras horas entrenando: respiración, canalización, control de impulsos. Pero cada vez que él la tocaba para corregir su postura, una chispa les recorría la piel. No mágica. Física. Brutalmente humana.

Y cuando la noche cayó, lo inevitable llegó: el invernadero, al ser parte del ático, tenía una cama de emergencia. Pequeña. Inocente. Provocadora.

—Solo hay una cama —dijo él.

—Duermo en el suelo —dijo ella, al mismo tiempo.

Se miraron. Silencio. Nervios. Un suspiro.

—Duermo en el suelo —insistió Eloy, quitándose la camiseta.

Liora se quedó mirándolo. El torso mojado, el tatuaje en forma de runa en su costado izquierdo, la espalda de guerrero y esos brazos…

—O puedes dormir aquí —dijo ella, sin pensar, palmeando la cama.

Él levantó una ceja.

—¿Seguro? Esta burbuja no se va a romper sola.

—Y yo no me voy a romper tampoco —dijo ella, más segura de lo que se sentía.

Eloy se acostó a su lado. Silencio. Respiraciones desincronizadas. La cercanía era una trampa sin escapatoria.

—¿Quieres que hablemos de lo que pasó con Kaela? —preguntó él, con la mirada al techo.

—No. Quiero que me digas lo que no me has contado de ti.

Eloy cerró los ojos. El silencio se hizo más espeso.

—Fui uno de los protegidos que falló. Mi anterior protegida murió… porque me enamoré de ella.

El corazón de Liora se encogió.

—¿Y tú crees que va a pasar lo mismo conmigo?

Él se giró para mirarla. Estaban tan cerca que podían sentir el aliento del otro.

—Sí. Porque ya está pasando.

Y esa confesión flotó en la burbuja, más poderosa que cualquier hechizo. Liora sintió un escalofrío… y no fue de miedo.

Fue deseo.

Pero no se besaron.

No aún.

Se quedaron así, mirándose, compartiendo el calor, la promesa… y la guerra interna.

Y cuando Liora despertó horas después, envuelta en su brazo, notó algo nuevo:

La burbuja se había desvanecido.

Nota: Te advierto… esta vez viene un entrenamiento sin ropa mojada, pero con emociones crudas, y una decisión que podría separarlos. ¿Lo enfrentamos junt\@s? 💔🔥




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.