La paz duró exactamente dos días.
Dos días en los que Liora y Eloy se permitieron ser solo eso: *Liora y Eloy*. Sin hechizos, sin entrenamientos, sin miedo. Solo ellos, compartiendo café en tazas desparejadas, risas a media luz y besos que ardían como brasas contenidas.
Pero la magia no olvida.
Y el peligro tampoco.
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Todo comenzó con una visita.
Kaela.
—Tenemos que hablar —dijo, de pie en el umbral del apartamento, más sombría que nunca.
Eloy se tensó al instante.
—No es buen momento.
—No te hablo a ti, protector. Es con *ella*.
Liora intercambió una mirada con Eloy. Él asintió, aunque con los ojos llenos de advertencias silenciosas.
Cuando salieron al callejón trasero del edificio, Kaela habló sin rodeos.
—Alguien del Consejo filtró tu prueba. Han dicho que *la luz que generaste no fue tuya*. Que fue provocada… por la presencia de Eloy.
Liora sintió que el piso se le movía.
—¿Están diciendo que no pasé por mérito propio?
—Están diciendo que él manipuló el juicio. Y que tú no controlaste nada… solo te dejaste influenciar por él.
—¡Eso es mentira! —exclamó Liora— ¡Yo sentí el cambio! ¡Yo lo hice!
—Sí. Pero van a usarlo para dividirlos. O te apartas de Eloy... o lo acusan de manipulación mágica. Y sabes lo que le hacen a los protectores que traicionan el Código.
—¿Qué estás diciendo?
—Que si no lo dejas… lo van a ejecutar.
Liora sintió que todo dentro de ella se comprimía.
—¿Quién está detrás de esto?
Kaela bajó la mirada. Dijo una palabra.
—Miembro del Consejo. Madre.
El mundo se congeló.
—¿Nuestra madre?
—Sí —confirmó Kaela, con la voz rota—. Ella fue quien me entregó al Consejo cuando era niña. Y ahora quiere controlarte a ti… desde dentro.
Liora se apoyó contra la pared, sin aire.
—¿Qué hago?
—Te preparas para lo que viene. Porque si quieres cambiar el sistema… primero tendrás que romperlo.
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Esa noche, Liora no durmió. Observó a Eloy mientras él respiraba profundamente, ajeno al peso que caía sobre sus hombros. Ella sabía lo que debía hacer.
Pero también sabía lo que no podía hacer.
Al amanecer, se levantó. Escribió una nota.
.
Y desapareció.
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Horas después, Eloy encontró la nota.
La leyó en silencio. No lloró.
Solo dejó que una chispa naciera en su mano.
—Si ella va a cambiar este mundo…
Voy a quemar todo lo que intente detenerla.
Y con la mirada encendida, se marchó también.
Separados. Pero no rendidos.
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En otro lugar, Kaela miró desde la distancia. Sonrió.
—Así se enciende una revolución.
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