En las profundidades del bosque de Jer, un par de amigos caminaban en silencio, eran los mejores amigos desde infancia, siempre había estado el uno para el otro, hermanos inseparables, fieles aliados.
—Elian, es momento de que hablemos seriamente —sentenció el de ojos mostaza.
—Bien, Tarik. Ahora sí podemos hablar.
—Bueno, mi querido amigo, como bien sabes ya tenemos diesiciete años, próximamente serás el líder no solo de Aril sino de todo Arixume, esa es una gran carga, bien sabes que para cuando te nombren líder debes tener a tu estrella, tu otra mitad, tu corazón, o sea debes estar comprometido o casado. Es importante que comiences a buscar una relación seria.
—¡Tarik, para que ocupe el lugar de mi padre aún faltan siete años! —reclamó.
—Lo sé pero bien sabes que una relación no se forma de la noche a la mañana, nada aparece como por arte de magia, encontrarla te llevará tiempo, deberá ser prueba y error hasta que sepas que ella es la indicada.
—Pero ¿Cómo saberlo? ¿Cómo saber que es ella? Bien sabes que jamás he salido con alguna Arixumesa y menos he tenido una relación.
—Ja, ja, ja, lo sé pero saber que es ella podrá quizá ser un poco fácil, cuando la encuentres lo sentirás, sabrás que es todo lo que necesitas, que ella es tu amiga, tu consejera, la luz que brilla en tu oscuridad, ella estará para ayudarte en tus problemas, te escuchará y opinará, te hará sentir amado, sentirte afortunado, solo tendrás ojos para ella así como ella para tí, tendrán una conexión única, serán uno solo, aunque esto no quiere decir que tendrán mismos gustos ni que opinarán lo mismo, que no habrán problemas, simplemente los sabrán enfrentar juntos.
—Ja, fácil ¡Yo no le veo nada de fácil! —gritó frustrado.
—A ver Elian, primero contestame ¿Cómo es tu chica ideal? Quizá de ahí podamos comenzar a buscar.
—"Chica ideal" jamás me lo había preguntado.
—Piensa, inténtalo, sé que puedes, amigo.
Elian, lejos de la realidad y siguiendo los consejos de su amigo comenzó a pensar, cerró los ojos tratando de concentrarse, sentía molestia pues jamás había pensado en aquel tema tan delicado. Bañado en el encanto de la imaginación pudo sentir cómo su cuerpo se trasladaba a otro universo lejano a Aril, ya no estaba en Arixume sino en un tejado a dos aguas, era extraño ver aquel diseño, por lo regular en Arixume no solían haber casas construidas de tal forma pues las aguas de polvo caían como nieve ácida y se iban con la llegada de la neblina de tierra. Se sentía extraño, el lugar era distinto, el clima era frío, demasiado que pronto sintió que se congelaba, sus manos estaban moradas y sus uñas se quebraban con facilidad, sentía que moría, el oxígeno de alguna forma era más pesado y asfixiante, quería despertar, abrir los ojos y ver la cara burlesca de su amigo al no tener respuesta alguna, pero justo antes de abrir los ojos a la realidad escuchó un llanto, dulce y doloroso que atrajo su mirada, sus ojos aunque frente a su amigo Tarik estaban cerrados, desconsentantemente en aquél sitio se encontraban abiertos, lleno de intriga volteó buscando al dueño de aquél desastre. Miró a su derecha y solo encontró Albares de gran tamaño nada parecidos a los de Arixume, eran tan altos como el tejado del lemunde, tenían ramas cafés en lugar de grises, ojales verdes y brillantes, mientras que el Aril eran morados; aquellos Albares desprendían aromas putrefactos que le hacían sentir que sus pulmones arderían mucho más que el sol Helo. Aquél llanto aumentaba, parecía que le lastiman, Elian continúo buscando, mirando a la izquierda, fue entonces que la vió, ojos miel, tristes y llenos de lágrimas, eran distintos a los suyos, solo tenían una pupila y parecían dilatarse. En busca de respuestas intentó acercarse, no le lograba ver el rostro ni el cuerpo, solo la silueta de su cuerpo llenito y sus ojos extraños.
—¡Elian! —le llamaban, pero la intriga le mantenía atrapado.
Sus pulmones se quemaban, sus manos se ponían verdes y, de ellas, sangre amarilla escurría como lava, sus uñas habían desaparecido pero la curiosidad le seguía llamando, la chica lloraba, gritaba, decía cosas en un idioma extraño, parecía que se quejaba, que maldecia a alguien, que se repugnaba, jamás logró descifrar dichas palabras pues el golpe de una mano le llevó a su presente.
—¡Elian, contesta hombre! —su amigo Tarik le pasaba la palma frente a la cara, estaba desesperado.
—¿Eh? —contestó perplejo, estaba confundido.
—¿Qué te pasa? Te hablo y me ignoras, te quedaste embobado.
—¿Qué me ocurrió? —preguntó aún en trance.
—No lo sé, te pregunté por tu chica ideal y te quedaste idiotizado ¿Qué pensabas?
—No tengo ni idea, me preguntaste por mi chica ideal y, de repente, cuando intenté imaginarmela sentí que algo me jalaba, me encontraba en otro lado, había un aire muy pesado que me quemaba los pulmones, mis uñas... ¡Mis uñas! —dijo preocupado mientras examinaba su cuerpo, para después darse cuenta que no tenía ningún daño.
—¿Tus uñas qué? Estás muy extraño.
—Es que no sé qué fue lo que pasó, mis uñas se habían quebrado en aquel lugar, no entiendo todo con exactitud, solo sé que había una chica que lloraba, no le logré ver más que los ojos ¿Has visto por aquí alguna Arixumesa con ojos miel? —preguntó pensativo.