Corriendo entre los Albares, los chicos del equipo siete, Tarik, Elian y Xan se encontraban; cientos de carcos volaban asustados, los gritos de aquellos les espantaba, y desconcertados salían de aquel sitio llamado Mirat, al fin habían llegado a su destino.
—Bien, chicos. Nos separaremos en equipos de dos —anunció el tío Xan—, ustedes dos al norte, usted y usted al sur, los otros dos al este, aquellos al oeste, Norel y yo nos dirigiremos al Zwl, y Tarik y Elian irán por el arbodel.
—¿Al arbodel? —preguntó Elian, confundido.
—Sí, eso he dicho.
—Tío, no es que me moleste ni nada pero sabe muy bien que mi padre tiene prohibido el acceso a todo Arixumes, incluyendome.
—Lo sé, pero ahora creo ya tienes la suficiente edad y deberás conocer todo aquello que gobernarás y las áreas que cuidarás —dicho esto, los grupos se exparcieron y comenzaron a buscar aquello que del cilcume había caído.
Dudosos y con miedo caminaban los chicos, el arbodel era un lugar peligroso donde cientos de especies carroñeras y tóxicas conocidas como Proterlos, asesinaban a todo Arixumes, o al menos eso decían las voces, nadie jamás había cruzado las barreras, nadie había entrado a Mirat más que Einar y su difunta esposa Ailén. Muchos dicen que ellos habían acabado con ella, que una noche, mientras el gran líder Arixumes quiso sorprender a su esposa con un bello lago dentro de Mirat, las bestias carroñeras aparecieron e intentaron devorar a ambos, pero Ailén reaccionó rápido y salvó a su esposo, diciendo antes de ser arrastrada «Proterlos» para después escucharse sus gritos por todo Mirat, por el bosque Jer, en Aril y por todo Arixume.
—Oye, Elian —lllamó Tarik a su amigo.
—Mande.
—¿Crees que lo que dicen sea cierto?
—Lo de los…
—Sí, lo de ellos.
—No lo sé, nadie ha dado prueba exacta de que en realidad existan.
—¿Ni tu padre?
Aquella duda sembró el silencio en el Arboler, llevando así a Elian a viejos tiempos, cuando apenas comenzaba con las prácticas de montescanes para los menores. Era una tarde llena de brisas tóxicas, las lluvias bromon se habían combinado de manera descomunal, los elementos bromo y argón habían transformando el ambiente en neblinas color vino, muy densas y cubiertas de rayos fosforescentes, los crujidos eran estrepitosos y el pequeño en su cuarto se encontraba temeroso.
—¿Qué tienes, Elian? —preguntó su padre, que iba entrando a la recamara de su hijo.
—La… la lluvia —susurró espantado.
Einar se acercó a su hijo y le cobijó con la sábana, acomodó la cabeza de aquél adolescente y le dió un beso.
—Tranquilo, Elian; todo estará bien, sólo es una lluvia que nos ha mandado el Dios Helios.
—Pe… pero los relámpagos, los Proterlos… los demás de mi clase dicen que cuando hay lluvia bromon, ellos salen y se comen a los niños.
—¿Proterlos!, No creas esas mentiras, mi pequeño. Los Proterlos son mitología Arixumesa.
—Ellos… ellos también dicen que los Proterlos mataron a mi mami.
—¡Tonterías! ¿Pero quién te ha dicho tremenda mentira?
—¿Entonces cómo murió mi mami, papi?
—Eso es algo que aún no debes saber, eres muy pequeño para entenderlo, Elian.
Aquellos momentos mágicos habían nacido en el interior del joven, una sensación de miedo se había apoderado de él, temía que las palabras de su padre fueran mentira y los Proterlos volvieran y que los chismes de la gente se hicieran realidad.
—¡Boo! —le asustó Tarik pues había notado la cara amarilla de su amigo.
—Eso no es divertido, Tarik —contestó molesto el otro mientras le daba un fuerte golpe en el hombro.
Los jóvenes siguieron caminando por el Arbodel entre risas, bromas y recuerdos, pero justo antes de llegar a la zona Cunjcun (sitio del que se decía vivían los Proterlos) un brillo encandecente realtaba entre la maleza, Elian se acercó lentamente tratando de descubrir el objeto y sacando su montescan cortó las plantas que le impedían el paso, a pesar de haber caído del cilcume no había logrado agujerar la tierra ni dañar ninguna planta pues la radiación dentro de Arixume era tan alta que el fuego ocacionando por el objeto no fue nada comparado con la luz de los dies soles. Tarik, quién curioso se había acercado más de la cuenta, comenzó a analizar el objeto, era circular y de tamaño mediano, cubierto de un material similar al morto (hierro con el que elaboran los montescanes para la guerra jamás conocida), tenía gravados extraños con siluetas parecidas a ellos, parecían Arixumeses de piel dorada con ojos de una pupila, sus manos eran idénticas a las de ellos y tenían cabellos locamente alborotados; también habían grabados de criaturas desconocidas, nada similares a las que habitaban el planeta Arixume; algunas figuras onduladas adornaban el objeto. Elian que desde lo lejos miraba decidió acercarse un poco más y tocar aquél objeto, el cual, al sentir su tacto se abrió y mostró una leyenda escrita con figuras distintas a las que ellos utilizaban; el calor de la mano de Elian hizo que el objeto brillara y una aguja filosa pinchara otro objeto circular dentro de la extraña cápsula.