Solía pensar que podía quedarme por siempre, que sería mi lugar seguro por siempre, toda mi vida entera.
Pero, de la nada me crecieron alas y aunque al principio no las quería aceptar me tocó volar, dejar atrás ese lugar seguro en el que había nacido.
Ahora voy por el mundo, descubriendo lugares que parecen de otro planeta y personas que parecen extraterrestres con los que encajo perfectamente, estrellas rotas y otras que brillan como si fueran magia, y debo decir que me ha cautivado, conocer al mundo (aunque a veces triste) y caminar las calles de estrellas y ovnis (incluso cuando lloras) es magia.
De vez en cuando me detengo y miro hacia atrás y sé que nada volverá a ser como antes, pero me da gusto haber memorizado el camino a casa, y saber que aún en el infinito universo, hay un lugar seguro en el que siempre soy bienvenida.