Julián sabía lo que era que alguien te quisiera de una forma en la que no puedes corresponder.
Había pasado con su mejor amiga, y no quería que eso sucediera con Isabela. No podía perderla. No quería arruinar lo que tenían por sentimientos que quizás solo eran producto del momento.
Pero el corazón no entiende de lógica.
Cada vez que Isabela lo miraba de cierta manera, cada vez que su mano rozaba la suya accidentalmente, cada vez que le sonreía con esa dulzura que parecía solo para él… el miedo se volvía más fuerte.
¿Y si al final, enamorarse de su mejor amiga no era un error, sino la mejor decisión que podría tomar?