La distancia entre Julián y su mejor amiga era cada vez más notoria.
Ella lo notaba, pero en lugar de confrontarlo directamente, decidió averiguar la verdad por su cuenta. No tardó mucho en darse cuenta de que todo tenía que ver con Isabela.
Un día, en la cafetería, se acercó a él sin rodeos.
—Julián… dime la verdad. ¿Estás con ella? —preguntó, su voz sonaba tranquila, pero sus ojos reflejaban todo lo que intentaba ocultar.
Él sintió su estómago hundirse. No quería lastimarla, pero tampoco podía seguir evitando el tema.
—No… —dijo, pero su tono no fue tan firme como esperaba.
Ella lo miró por un largo momento antes de suspirar.
—Pero quieres estarlo, ¿verdad?
Julián no respondió.
Y su silencio fue la única respuesta que ella necesitó.