Estar juntos como algo más que amigos fue más difícil de lo que pensaron.
No porque no se sintieran bien juntos, sino porque el cambio los asustaba.
El primer día que llegaron tomados de la mano a la escuela, todos los miraron con sorpresa. La mejor amiga de Julián, aunque trató de ocultarlo, no pudo disimular su incomodidad.
Pero a ellos no les importó.
Las cosas simples como estudiar juntos, enviarse mensajes antes de dormir y reír sin preocuparse por nada más se convirtieron en los pequeños momentos que hacían que valiera la pena todo el miedo que sintieron antes.