Los días siguientes fueron un torbellino de emociones.
Isabela no quería ser egoísta, pero tampoco podía ignorar el dolor en su pecho al pensar en un futuro sin Julián a su lado.
Julián, por su parte, sentía que debía tomar la mejor decisión para su futuro, pero… ¿y si su mejor futuro estaba con ella?
Finalmente, la noche antes de tomar una decisión, se encontraron en el parque una vez más.
—No quiero que tomes una decisión por mí —susurró Isabela—. Quiero que hagas lo que te haga feliz.
Julián tomó su mano con fuerza.
—Mi felicidad eres tú.
Ella sintió lágrimas en sus ojos, pero sonrió.
—Entonces, encontremos una forma de que funcione.
Y con esas palabras, entendieron que el amor no se trata de elegir entre sueños y personas.
Se trata de encontrar la forma de compartir ambos.