En la preparatoria Westwood, los grupos siempre han estado definidos, casi por ley. Los nerds, con su amor por la ciencia, los libros y los videojuegos, y los populares, con su dominio en las canchas de baloncesto y su mirada arrogante hacia todo lo que no brille en su mundo. Entre ellos, las fronteras son claras. Nadie se atreve a cruzarlas. Excepto cuando todo cambia en un abrir y cerrar de ojos.
Charlie Hale siempre fue el chico invisible, el que se escondía entre páginas de libros y la comodidad de su propia mente. Su mundo era uno de fórmulas, algoritmos y píxeles. Chad Williams, por otro lado, siempre fue el centro de atención, el capitán del equipo de baloncesto, admirado y deseado por todos. Su vida se movía al ritmo de las canastas, las fiestas y las expectativas de los demás.
Pero todo cambia cuando, por una de esas ironías de la vida, ambos quedan emparejados para un proyecto escolar. Un proyecto que les exige aprender algo que nunca creyeron necesitar: a verse más allá de las etiquetas. A enfrentarse a sí mismos y, tal vez, a descubrir que, bajo la superficie, ambos tienen más en común de lo que pensaban.
No es fácil romper las barreras sociales que han estado en su lugar durante años, pero la atracción que surge entre ellos es innegable. Y no se trata solo de física o química. Se trata de emociones, de un choque de mundos que podría terminar en una explosión… o en un amor que ninguno de los dos esperaba.
Esta historia no es solo sobre dos chicos que se enamoran. Es sobre derribar prejuicios, sobre crecer, sobre la lucha de dos personas para encontrarse a sí mismas en medio de un mundo que prefiere que se mantengan separados.
Bienvenidos a un viaje donde las canastas no son lo único que importa, y donde las fórmulas no siempre se resuelven con números.
Este es solo el comienzo de algo que podría cambiarlo todo.