Entre fórmulas y canastas

Capítulo 1: Reglas del Juego

Los pasillos de Westwood High siempre se sentían como un campo de batalla. El bullicio de estudiantes entre clases, el sonido de los casilleros abriéndose y cerrándose, las risas y las discusiones sobre el último partido de fútbol... todo eso formaba parte del escenario diario de la escuela. Sin embargo, los dos mundos que coexistían aquí no se cruzaban. Al menos no hasta ahora.

Charlie Hale, el chico con gafas y una melena desordenada que siempre llevaba un libro o una laptop bajo el brazo, caminaba por el pasillo como si fuera una extensión de su propia burbuja. Su mundo era uno de códigos y algoritmos, no de deportes ni fiestas. De hecho, evitar las interacciones sociales era su especialidad. Él había aprendido a mantenerse al margen, entre los libros y los números. Esa era su zona de confort.

Hoy, sin embargo, algo estaba a punto de cambiar.

Cuando entró al aula de ciencias, el estruendo de risas y bromas llenó el aire. Chad Williams, el capitán del equipo de baloncesto, era el centro de atención, como siempre. Su presencia llenaba la habitación, sus amigos lo rodeaban y los demás estudiantes no podían evitar mirarlo, buscando su aprobación. Chad no era solo popular, era un dios en el campus, y todos lo sabían. Con su camiseta del equipo, su actitud confiada y esa sonrisa que podía derretir a cualquiera, no había duda de que estaba en su elemento.

Charlie, como siempre, trató de pasar desapercibido, pero justo cuando la puerta se cerró detrás de él, se dio cuenta de que la profesora había comenzado a hablar.

—¡Silencio, por favor! —la profesora Thompson, una mujer estricta de cabello corto y gafas gruesas, levantó una mano en el aire—. Hoy les tengo una sorpresa. Este semestre, los proyectos de ciencias se harán en parejas... pero no serán las parejas que ustedes esperan.

Un murmullo recorrió la clase. Charlie frunció el ceño, su mente ya corriendo para buscar una salida. “¿Qué clase de tortura será esta?”, pensó.

—Las parejas serán asignadas al azar —continuó la profesora, sin percatarse de los murmullos que se generaban entre los estudiantes—. Y quiero que aprendan a trabajar en equipo, sin importar el grupo social al que pertenezcan.

Eso solo podía significar una cosa: iba a ser un desastre. Los nerds y los populares jamás se habían mezclado de manera auténtica. Los nerds sabían que los populares solo los veían como objetos de burla o, en el mejor de los casos, como invisibles.

La profesora sacó una lista y comenzó a leer los nombres en voz alta, asignando parejas sin ningún tipo de filtro. Charlie no escuchó con atención, hasta que escuchó su nombre.

—Charlie Hale y... Chad Williams —dijo la profesora, sin darle mucha importancia.

Charlie sintió que su estómago se hundía. ¿Chad Williams? No podía ser. ¿Cómo iba a trabajar con alguien como él? Era lo peor que le podía pasar. De hecho, su mayor miedo era que alguien como Chad se diera cuenta de lo inútil que era en comparación con él.

Y ahí estaba, Chad, con su sonrisa arrogante y su mirada desafiante. Charlie intentó no mirar, pero sabía que en cualquier momento, el chico más popular de la escuela haría un comentario sobre su apariencia o lo ignoraría por completo. Al fin y al cabo, ¿qué podía tener en común un tipo como Chad con alguien como él?

Chad, por su parte, no parecía mucho más feliz con la asignación. Su rostro se frunció por un momento, pero rápidamente lo ocultó con una sonrisa falsa.

—¿Me estás jodiendo? —murmuró, hablando más para sí mismo que para Charlie, pero lo suficientemente alto como para que todos los presentes lo escucharan. Todos rieron.

Charlie agachó la cabeza, sintiendo el peso de las miradas que caían sobre él. Era evidente que esta asignación iba a ser todo un desafío. ¿Cómo iban a hacer un proyecto en equipo si ni siquiera podían mirarse sin sentirse incómodos?

La profesora Thompson, al ver el caos que se estaba armando, interrumpió la conversación.

—¡Silencio! —ordenó—. Este proyecto es importante. Quiero que trabajen juntos y, por lo tanto, tendrán que hacerlo fuera de clase también. Mañana me entregan su primer avance.

Charlie suspiró. Había sido una semana larga, pero no imaginó que la tortura apenas comenzaba.

Con una mirada furtiva hacia Chad, y sabiendo que este proyecto no sería nada fácil, Charlie solo pudo pensar en una cosa: “Este año podría ser el peor de todos”.




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