Entre fórmulas y canastas

Capítulo 2: Primer Acercamiento

Charlie caminaba por los pasillos de la escuela como si fueran un campo minado. No podía sacudirse la incomodidad del anuncio de la profesora Thompson. ¿Trabajar con Chad? Era como mezclar aceite con agua. O como emparejar a Newton con un balón de baloncesto.

Cuando llegó a su casillero, se encontró con Romina, su mejor amiga desde el primer año. Ella era tan inteligente como sarcástica, y su forma de ver el mundo a veces lo ayudaba a mantener la cordura.

—¿Ya viste con quién me tocó? —dijo Romina en cuanto lo vio.

Charlie asintió, dejando caer la frente contra el metal frío del casillero.

—No sé si llorar, esconderme o cambiarme de escuela —susurró él.

—Te tocó con Chad, ¿verdad?

—Sí… El mismísimo Rey del Baloncesto.

Romina soltó una risa breve, casi burlona.

—Yo estoy con Cold. Frialdad emocional y músculos. Un combo perfecto.

—Nos van a matar —dijo Charlie, fingiendo dramatismo.

—O enamorar —replicó Romina con una ceja levantada.

Charlie la miró como si le acabara de hablar en otro idioma.

—Estás loca.

—¿Y si no? —respondió con una sonrisa misteriosa antes de perderse entre la multitud.

Charlie suspiró. No tenía energía para discutir teorías románticas. Lo que necesitaba era planificar cómo sobrevivir al proyecto sin que Chad lo ignorara o lo humillara.

Pero no tendría que esperar mucho.

Esa misma tarde, cuando ya se encontraba en la biblioteca, revisando el tema del proyecto, Chad apareció, con su mochila al hombro y cara de fastidio.

—¿Eres tú el tal Charlie, verdad?

Charlie levantó la vista, sintiéndose de repente muy pequeño comparado con el chico alto frente a él. Su primera reacción fue defensiva.

—Sí. ¿Y tú eres el tal Chad que odia todo lo que implique usar más de tres neuronas?

Chad se quedó en silencio por un segundo, como si no esperara esa respuesta. Luego, sonrió con un gesto ladino.

—Vaya, el nerd tiene lengua afilada.

—Y tú tienes cero ganas de estar aquí, así que estamos parejos —respondió Charlie, cruzando los brazos.

Chad se sentó frente a él sin pedir permiso, apoyando los codos sobre la mesa.

—Mira, no me interesa esta tontería de proyecto, pero necesito una buena nota para poder seguir jugando. Así que si me dices qué hacer, lo hago. No tengo ganas de fingir que somos amigos.

Charlie lo miró con frialdad.

—Perfecto. No planeaba hacer amigos tampoco. Empecé a investigar sobre energías renovables, era uno de los temas sugeridos. ¿Te parece?

Chad asintió, sacando una hoja arrugada de su mochila.

—Lo que sea. Mientras no tenga que escribir un ensayo de veinte páginas, me sirve.

Charlie volvió a concentrarse en su computadora, pero no podía ignorar el hecho de que Chad estaba ahí, en silencio. Lo observaba de vez en cuando, con una curiosidad que no parecía tener sentido.

Después de unos minutos, Chad habló, rompiendo el silencio.

—¿Siempre eres tan... hostil?

Charlie no levantó la mirada.

—¿Siempre eres tan insoportable?

Ambos se quedaron callados. Y luego, por alguna razón, se rieron. Fue breve, incómodo, pero real.

Quizá, solo quizá, el proyecto no sería un desastre total.

O al menos, no todavía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.