Entre fórmulas y canastas

Capítulo 6: Rumores y Verdades a Medias

Al día siguiente, todo parecía demasiado perfecto para ser real. Chad y Charlie se saludaron en el pasillo con una sonrisa discreta pero sincera. No hubo roces de manos, ni miradas prolongadas, pero entre ellos había algo distinto: una conexión palpable, un lenguaje silencioso que no necesitaba explicaciones.

Sin embargo, en una secundaria donde los rumores volaban más rápido que las tareas sin hacer, eso no pasó desapercibido.

—Oye, ¿viste a Chad hablando con Charlie otra vez? —murmuró una chica a su amiga, ambas escondidas detrás de sus lockers.

—Total. Ayer estaban en las gradas solos. Eso no es normal.

Y así, el rumor comenzó a crecer, tomando formas cada vez más exageradas: que se estaban viendo en secreto, que Chad estaba ayudándolo porque tenía un hermano nerd, que era una apuesta… o incluso que estaban saliendo.

La versión más salvaje llegó a oídos de Cold justo antes de la clase de historia.

—Dicen que Chad está saliendo con el cerebrito.

Cold frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—¿Qué tontería es esa?

—Lo juro, lo escuché de Sofía, que lo escuchó de Mariana, que lo escuchó de—

—Ya, ya… —interrumpió Cold, molesto—. Déjenlo tranquilo.

Y aunque no lo dijo en voz alta, Cold sabía que algo estaba pasando. Y no solo con Chad. Él también se había dado cuenta de que últimamente miraba a Romina diferente. Que sus discusiones sobre ecuaciones empezaban a gustarle más que cualquier entrenamiento.

Mientras tanto, en el aula de ciencias, Charlie sentía la presión crecer. Podía sentir las miradas, los cuchicheos, las risas a medias. No era paranoia: lo estaban observando. Más de lo habitual.

Cuando Romina se sentó a su lado, lo notó de inmediato.

—¿Qué pasa?

Charlie bajó la voz.

—Los rumores… están fuera de control. Todo el mundo cree que estoy saliendo con Chad.

Romina levantó una ceja.

—¿Y no lo estás?

—¡No oficialmente! —exclamó, cubriéndose el rostro—. Y no es eso lo que me preocupa. Es lo que va a pasar cuando él se entere de lo que dicen. Capaz se aleja otra vez.

—Charlie… —Romina lo miró con suavidad—. Si de verdad le importas, va a quedarse, digan lo que digan.

Charlie suspiró, deseando creerlo. Pero su corazón no era tan fácil de convencer.

Esa tarde, al salir del colegio, Chad lo alcanzó cerca de los portones. Tenía el ceño fruncido y una energía contenida en la mirada.

—¿Te enteraste de los rumores? —le preguntó, directo al grano.

Charlie asintió, bajando la vista.

—Lo siento. Seguro te incomoda…

Chad lo interrumpió.

—No me importa lo que digan.

Charlie lo miró, sorprendido.

—¿En serio?

—Lo único que me importa es si tú quieres que sigamos viéndonos. Porque si tú estás dentro… entonces yo también.

Charlie sintió cómo su pecho se abría como una flor bajo el sol. Asintió sin decir una palabra, porque en ese momento, no hacían falta.

Y por primera vez, mientras la tarde caía y las voces se apagaban a su alrededor, Chad le tomó la mano. Esta vez de verdad. Firme. Visible. Sin miedo.

Y el rumor ya no importó más. Porque en medio del caos adolescente, habían encontrado algo verdadero.




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