Entre fórmulas y canastas

Capítulo 12: Cold, Romina y el dilema del experimento

Romina estaba en el laboratorio de ciencias, completamente absorta en su proyecto de química orgánica. Era sábado, y mientras medio colegio dormía o salía a pasear, ella estaba ahí, rodeada de tubos de ensayo, probetas y una carpeta llena de anotaciones a mano.

No necesitaba a nadie. No quería a nadie.

O al menos, eso pensaba… hasta que la puerta del laboratorio se abrió.

—¿Esto es una broma? ¿Qué haces tú aquí? —preguntó Romina, al ver entrar a Cold.

Él llevaba su clásica chaqueta negra, una mochila cruzada en la espalda y una sonrisa burlona dibujada en los labios.

—Buscaba a la nerd más insoportable del colegio. Parece que la encontré.

Romina suspiró con fastidio, girándose hacia sus frascos con química.

—Estoy ocupada. Vete.

—Sabía que dirías eso —respondió Cold, acercándose sin miedo—. Pero me interesa ver si de verdad eres tan buena como dicen.

—¿Interesado en la ciencia de repente?

—No exactamente —dijo, apoyándose en la mesa—. Pero en ti… quizás sí.

Romina dejó caer una pipeta con más fuerza de la necesaria. Se giró hacia él, con las manos en la cintura.

—¿Qué te pasa últimamente, Cold? Me hablas como si de verdad me soportaras.

Cold se encogió de hombros.

—Tal vez me he dado cuenta de que tu forma de no callarte nunca es… atractiva.

Romina lo miró entre sorprendida y molesta.

—Eso no es un cumplido.

—No, pero lo pensé como uno.

Se hizo un breve silencio. Romina volvió a su experimento, midiendo una reacción con cuidado. Cold la observaba con una mezcla de curiosidad y admiración.

—Sabes, no entiendo por qué todos te tienen miedo —comentó él.

—Porque digo lo que pienso. Y no endulzo la verdad.

—Eso es lo que me gusta de ti.

Ella lo miró, arqueando una ceja.

—¿Y desde cuándo te gustan las chicas que podrían dejarte sin palabras?

—Desde que tú me dejaste sin ellas.

Romina se quedó en silencio. No porque no supiera qué decir, sino porque esas palabras, dichas así de sinceras, le descolocaron por completo. Cold era el típico chico que todos querían: popular, carismático, misterioso… y ahora estaba ahí, en su mundo de fórmulas y ácidos, mirándola como si ella fuera el descubrimiento más brillante de todos.

—Si estás intentando conquistarme con frases baratas, vas por mal camino —dijo finalmente, volviendo a mezclar sus líquidos.

—¿Y si solo quiero invitarte a un café después de esto?

Romina lo miró. Largo. Como si evaluara cada una de sus intenciones.

—Te advierto algo, Cold. No soy fácil. Ni me dejo impresionar por una cara bonita.

—Perfecto —dijo él, sonriendo con más suavidad esta vez—. Me encantan los retos.

Ella sonrió, apenas.

Y en ese laboratorio lleno de fórmulas y fuego controlado, quizás no nació un experimento exitoso, pero sí algo que comenzaba a burbujear lentamente entre dos personas que nunca se imaginaron juntas… hasta ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.