Cody había decidido evitar a Xiomara a toda costa. Desde que ella, la chica más segura, brillante y popular, había empezado a mirarlo en clase, él se sentía incómodo. No porque ella le molestara… sino porque le gustaba. Y mucho. Y eso lo asustaba.
Cody era el tipo de chico que prefería pasar desapercibido. Su mundo estaba hecho de código, juegos de rol, películas antiguas y teorías conspirativas que nadie más entendía. Pero esa semana, el universo parecía empeñado en juntarlos.
Primero fue el proyecto de ciencias sociales. Xiomara lo eligió como compañero sin siquiera preguntarle. Luego, comenzó a sentarse a su lado en el almuerzo, hablándole de sus series favoritas como si los conociera de siempre. Y ahora, estaba esperándolo frente a su casillero.
—Cody —dijo ella, cruzando los brazos y apoyándose contra los casilleros—. ¿Por qué me evitas?
Él se congeló por un segundo, sujetando su mochila con fuerza.
—No te evito. Solo… estoy ocupado.
—Mentirosillo. Solo esquivas todo lo que implique interacción humana.
Cody la miró con una mezcla de nervios y resignación.
—¿Y por qué te importa?
Xiomara se acercó un poco.
—Porque me caes bien. Porque me haces reír. Porque cuando hablas de cosas raras, te brillan los ojos. Y porque estoy cansada de los chicos que solo saben hablar de sí mismos.
Él bajó la mirada.
—No soy como los demás. No encajo en tu mundo.
—¿Y tú crees que yo encajo en el tuyo?
Cody la miró, desconcertado.
—Yo creí que tú… tú tenías todo bajo control. Confianza, amigos, popularidad…
—Tengo una máscara —dijo Xiomara con honestidad—. Pero contigo no la necesito. Me dejas ser rara, y eso… eso me gusta.
Cody se quedó en silencio. Nunca había escuchado algo tan directo, tan desarmante.
—No sé cómo hablar contigo sin parecer un idiota —confesó.
Xiomara sonrió con dulzura.
—Entonces hablemos de lo que tú quieras. De tus teorías, de tus juegos, de tus películas… Pero prométeme algo.
—¿Qué?
—Que no te vas a esconder de mí otra vez.
Cody asintió, tragando saliva.
—De acuerdo… pero solo si tú vienes al club de ciencia ficción conmigo mañana.
Xiomara levantó una ceja.
—¿Ese donde todos van disfrazados de personajes extraños y discuten sobre universos paralelos?
—Ese mismo.
Ella lo pensó por un segundo… y luego sonrió.
—Acepto. Pero solo si tú vienes a bailar conmigo en la próxima fiesta del colegio.
Cody se puso rojo como un tomate.
—Eso… va a ser un desastre.
—Entonces será un desastre épico —respondió ella, tomándole la mano brevemente antes de alejarse.
Y por primera vez, Cody sintió que el universo no estaba tan mal alineado después de todo. Que quizás, entre los mundos que creaba en sus juegos, también podía construir uno real con alguien como Xiomara.