Entre garras y dientes

Capítulo 4 - Kayden

| Capítulo 4: Entre encuentros y relaciones |

Kayden:

Me recuesto en el asiento de atrás del coche de uno de nuestros vigías, Arturo, con un malestar propio de una horrible resaca mezclado con el descontrol hormonal que sentía en la pubertad. En resumen, me encuentro como al mierda.

Jeremy sigue dándole vueltas a todo y sus emociones son tan cercanas e intensas que me llevan como ásperas y desagradables olas. Aunque más desagradable es que me hayan hecho volver a tomar esas pastillas que damos a los más jóvenes de la manada para que su lobo esté más calmado durante el descontrol hormonal de la pubertad. Todavía puedo sentir el ardor en mi cabeza de cuando nuestro Beta, Joseph, me ha tenido que reducir a dos millas del bar porque había perdido por completo el control para hacérmelas tomar.

Toda esa parte es borrosa.

Abro los ojos al notar los sutiles cambios en el ambiente. Hace rato que ha dejado de llover y puedo oler la tierra húmeda mezclarse con los toques más dulces del jardín de Fresias que ha empezado a florecer. Respiro más tranquilo al centrar ese olor y cierro los ojos para buscar el sonido del río que, agitado, se mece cerca de nuestros huertos.

Estamos en casa.

Y sé que mi padre está esperando en la puerta antes de verle. 

Cuando Norman y Joseph salen, Jeremy se reclina en su asiento. 

—Puedo sentir tu preocupación desde aquí. Para con eso, es desagradable —murmuro sin fuerzas.

Norman ha dejado claro, bajo tantas amenazas que no hubiera sido posible para él mentir, que no ha tenido nada que ver con la forma en la que mis sentidos y mis instintos han decidido tomar el control y echar mi racionalidad a un lado. 

Eso vuelve lo que ha ocurrido y, en consecuencia, a mí, alguien peligroso, y no estar preocupado por ello sería imposible. Aun así, hay algo más, una duda que ha crecido desde que Jeremy me ha echado fuera del bar para que me calmara “sin hacer tonterías” mientras él solucionaba las cosas con el barman.

—¿Vas a contarme lo que ha pasado ahí fuera? —pregunta.

—No sé de qué me hablas.

—No me jodas, Kayden, sabes perfectamente de lo que te hablo.

Lo sé, pero la idea me resulta tan ilógica que prefiero no ponerla sobre la mesa.

Recuerdo sentarme solo en el escalón frente a la puerta del local asustado por estar perdiendo el control, y recuerdo sentir un manto de calma sobre mis emociones que prendía la agitación de mi parte menos humana al mismo tiempo.

Recuerdo esa sensación de solidez bajo mis pies cuando buscaba, como he hecho cada vez que he salido de la comunidad para visitar ciudades, el punto hacia el que la sensación de comodidad me guiaba.

Ha sido extraño. Por un momento incluso me he permitido pensar que, ese milagro que di por imposible después de que, tras mi primera transformación completa, mi padre me llevara a visitar otras manadas del país en busca de mi mate, fuera a tener lugar.

Mientras recorría el país con mi padre en pequeñas reuniones diplomáticas entre manadas como excusa para buscar a mi mate, le pregunté si era posible no distinguirla. Él negó y me dijo: “Lo sabes al momento, no es algo que pase desapercibido”.

La chica del aparcamiento, Elena, pasó todo menos desapercibida para mí y, entre la confusión y la desestabilidad, encontré algo tan sólido como confuso. Me perdí en mis propios pensamientos, tratando de entender, preguntándome si era posible que la hubiera encontrado mientras intentaba colocar las piezas en su lugar.

Sonrió y me perdí convencido de saber lo que estaba ocurriendo.

Creí que la conexión de la que hablan las historias era real y bidireccional.

Al menos hasta que ella se largó con mi coche.

—Mantén la boca cerrada —ordeno a Jeremy antes de salir del coche.

Lo que menos quiero es que, después de que Jeremy haya conseguido ser uno de los mejores cazadores, un buen entrenador y un amigo que ha demostrado ser capaz de, como ha hecho esta noche, poner su propia seguridad a un lado con tal de protegerme incluso de mí mismo, se gane el odio de mi padre. 

Cuando mi padre esté listo para dejarme ganar su título, Jeremy será mi Beta, es el único en quien confío para ello y estará preparado, pero será un paso complicado si mi padre se opone.

Lo que siento al salir y ponerme en pie es un duro cansancio más similar a la impotencia que me ha acompañado de vuelta a casa tantas noches antes que esta, solo que, hoy, se une a los estragos de las últimas horas.

—No me he transformado frente a humanos, puedes agradecerle eso a Jeremy.

Mi padre se mantiene inmóvil cuando hablo. Su figura es amplia, su postura intimidante y su mirada tan punzante que de niño me costaba mirarle a los ojos. Él es un auténtico alfa, uno que ha guiado con mano de hierro a nuestra manada en la dirección que ha considerado correcta, uno con quien mis opiniones chocan muchas veces.




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