Perdón, estoy otra vez aquí
|Capítulo 16: Entre moteles y acuerdos|
Madison:
No duermo mucho por quedarme dándole vueltas a lo que haré las próximas semanas. Que Edwin me haya dejado "colaborar" en algo ha sido un avance, pero he sabido desde el primer momento que había algo raro allí. No me terminaba de sentir cómoda en esa comunidad. Sobre todo ahora que estoy fuera, lo veo más claro.
Aquí, mi decisión es más fácil.
Pero miro hacia mi brazo sabiendo que no es la primera ni última vez. Me quedo pensando en los coches que he robado, en lo justa que he escapado algunas veces de cualquier tipo de robo, en las veces en las que no he tenido nada de dinero y en lo duro que ha sido.
Y pienso si mi padre se habrá arrepentido en algún punto de su vida de todo lo que provocó. De pedir dinero a quien no debía, de caer en deuda tras deuda por su afición al juego y, sobre todo, de irse sin mí sabiendo que me responsabilizarían de sus errores.
¿Habrá vuelto alguna vez a casa esperando encontrarme?
Le odio, no puedo evitar odiarle, pero eso no quita que añore cómo era todo antes.
Antes de que perdiéramos a mamá y antes de que una parte de él fuera detrás.
Oigo los golpes en mi puerta a las siete de la mañana y me doy cuenta de que apenas habré dormido una o dos horas para cuando me levanto a abrir. Paro antes de quitar el candado para asomarme por la pequeña mirilla y asegurarme de que sea Kayden. Claro que, ¿quién podía ser si no?
—Te traigo el desayuno —avisa en cuanto abro.
Lo admito, ver la bolsa de papel claro me llena de emoción pensando que quizás sea algo de repostería. ¿Hace cuánto que no he comido eso? Dudo antes de agarrar la bolsa y Kayden tiene que acercármela para hacerme saber que es para mí.
En cuanto la tengo, me acerco a la mesa redonda y le veo dudar desde la puerta.
—¿No desayunas conmigo? —pregunto al verlo.
Vacila, pero termina por cerrar la puerta detrás de él y acercarse.
Deja dos vasos de papel en la mesa.
—Espero que te guste el café. —Empuja uno de los vasos hacia mí—. Tampoco había mucho donde elegir.
—Me gusta.
Sonrío al ver un par de napolitanas en la bolsa.
Me siento una niña con dulces cuando saco una de ellas. Feliz.
—Hace demasiado que no como una de estas —cuento sin saber bien por qué.
El hojaldre es poco crujiente y más bien pegajoso. Se nota que no está hecho hoy y que ha sido recalentado un par de veces, pero eso no evita que tenga cuidado para no perder cualquier resquicio de lo que trae. El chocolate, demasiado dulce, salva el hojaldre con su sabor. No es tan bueno como recordaba, pero eso no evita que me encante.
Me doy cuenta de que debo de verme más emocionada de lo que pensaba al notar la mirada de Kayden. Hay una media sonrisa sobre sus labios y una suave atención en sus ojos oscuros.
—Siempre me han gustado las napolitanas, son mi cosa favorita de repostería.
—Me doy cuenta —comenta.
Dejo la napolitana sobre un trozo de papel y me aclaro la garganta.
—¿Qué hay para hacer hoy? —pregunto.
Kayden mueve su silla hacia atrás al acomodarse.
—Ya he recogido lo que veníamos a buscar, justo antes de comprar el desayuno.
—¿Ya está hecho?
—Sí —responde.
—Entonces, ¿volvemos ya?
—Sí.
—Oh.
Mi decepción es notoria.
No, Edwin no me ha hecho partícipe de nada, solo me ha hecho creer que podría serlo cuando todo lo que he hecho ha sido sentarme en un coche seis horas para venir y seis horas para volver. Eso si es que vuelvo. La idea vuelve a mis pensamientos y acerco el café que me ha traído.
—Podemos quedarnos y volver más tarde si lo prefieres —ofrece.
—No importa. —Pongo bien el tirante de la camiseta básica que uso como pijama mientras vuelvo a pensar cuál es el mejor paso a seguir. Ayer conseguí cien dólares más. Entre esto y el casino por el que pasé justo antes de ir, tengo más dinero a mano del que he tenido en mucho tiempo. Sería un buen momento para seguir—. Oye, si decidiera no volver hoy, ¿podría ir otro día?
—¿Dices de volver mañana?
—No mañana exactamente.
Ahí lo entiende.
—No quieres volver. —Aparta la mirada como si le costara procesarlo y, luego, agarra su café de vuelta y se pone en pie—. Mira, si es por lo de ayer...
—No tiene nada que ver con este viaje —interrumpo.