Entre garras y dientes

Capítulo 17 - Kayden

| Capítulo 17: Entre regresos y lobos jóvenes |

Kayden:

Los lobos jóvenes están llenos de energía. Es entre los doce y quince años que sus sentidos se incrementa de forma más brusca. Sus hormonas estallan antes de tiempo y empiezan las medias transformaciones que tan difíciles son de controlar para ellos. Por eso, suelen salir cuatro o cinco tardes a la semana al bosque. 

Es importante que se ejerciten para quemar toda esa energía y, sobre todo, es importante tenerles vigilados porque pueden terminar en peleas con demasiada facilidad.

Hace meses que no les acompaño, no desde que el alfa empezó a darle más quehaceres a Jeremy. Joder, ¿cuándo fue la última vez que nos levantamos antes del amanecer para correr al bosque y colgar trapos con diferentes olores por los alrededores que luego los más jóvenes debían buscar? Les viene bien para explorar sus sentidos y cuánto son capaces de conseguir con ellos.

Practican y queman energía al mismo tiempo.

Como yo he tenido que volver a hacer.

—Se le ve contenta.

Jeremy lleva por los alrededores media hora ya, es todo menos silencioso y, después de ir probando cuál era la distancia adecuada, ha terminado a un par de pasos de mí. Casi río al notar que baja la mirada en cuando sé de quién está hablando como si le preocupara mi reacción.

—Lo está —respondo.

Sostengo la mirada a Jeremy esperando que termine de acercarse, pero duda demasiado. Le ataqué hace una semana, claro que ahora está reacio a hacerlo. En lugar de ayudarle a saber que todo es más llevadero ahora, meto las manos en los bolsillos y vuelvo la mirada hacia Madison.

Ella está sentada en el suelo, con Amelia, de once años, sentada frente a ella mientras hablan. Me gustaría decir que he evitado escuchar, pero no lo he hecho. He oído cada palabra que Amelia ha pronunciado con cierta inquietud, sobre todo a más le preguntaba Madison sobre cómo eran las cosas aquí.

He vuelto a sentir orgullo al notar la forma en la que Madison trataba de sacar información sabiendo que es más fácil obtener sinceridad de la inocencia de los más jóvenes.

Es lista.

Y algo manipuladora.

Le hará falta serlo, la astucia se valora mucho por aquí.

—He estado hablando con Rosetta sobre cómo contárselo —hablo.

Ella es humana y ya pasó por esto, esperaba que pudiera darme una idea de cuáles serían las preocupaciones de Madison o cómo saber qué y cuándo decirlo. Lo único que hizo, fue repetirme que "cada persona es un mundo". Así que estoy en las mismas, balanceándome entre tener que elegir entre contárselo en este mismo momento como mi lobo me está pidiendo y esperar para asegurarme de que ella vaya a asimilarlo.

Solo eso, asimilarlo.

Por ahora, me conformo con conseguir que ella quiera quedarse más tiempo.

—¿Vas a contárselo ya? —pregunta Jeremy.

—En algún momento tendré que hacerlo, cuando antes sepa cómo, mejor.

—Pensé que esperarías unos meses.

—Meses —repito.

—Unas semanas —corrige.

—Llevo semanas...

—Has hablado con ella tres veces, Kayden. Sabes que no va a entenderlo, no todavía.

Sus palabras son tranquilas y encuentro su distanciamiento como un gesto de sumisión, un intento de no empeorar las cosas como sabe que sus palabras harán. Eso es lo que me hace ahogar las ganas de reaccionar por muy intensificadas que sienta mis emociones. Como los más jóvenes corriendo por los alrededores, estoy intranquilo y alterado todo el maldito tiempo.

—¿Estás seguro de que se lo contarás?

¿Honestamente? No.

Pero, eso, no se lo digo.

No lo hago porque sé que irme de la manada desequilibraría las cosas en cuanto a la sucesión. Muchos, como Basil, intentarían utilizar eso a su favor. Mi padre es fuerte, es un gran alfa, pero incluso él perderá fuerzas con el tiempo, incluso él se debilitará y, entonces, alguien tendrá que sustituirle lo que, aquí, ocurre en una demostración de fuerza.

Es decir; con una pela que, por suerte, ha dejado de requerir la muerte del contrincante.

Al menos, para algunos de nosotros.

Aun así, entiendo por qué muchos eligen no contarlo e irse con su pareja, vivir una vida entre los suyos.

Es tentador porque el riesgo de que no funcione es demasiado alto.

—Me he enterado de que está ayudando a Emanuel en la cocina —añade.

—Los lunes y miércoles. Ella quería tener algo que hacer.

Y está más cómoda desde entonces, puedo sentirlo.

Eso, unido a pasar más tiempo cerca, ha sido como un bálsamo para mi lobo. Quizás, eso, era todo lo que había necesitado para quedarse tranquilo.

Ya no estoy tan inquieto con terceros cerca, solo que prefiero estar alrededor, no puedo evitarlo. Así que la acompaño a la cocina y me aseguro de que Emanuel no sea brusco con ella y no la ignore como cree que debe hacer por conocer la situación. Nunca es fácil lidiar con un lobo que todavía no ha "estructurado" la relación con su mate, y eso empeora según la fuerza de cada uno.

Puede ser... peligroso.

Incluso si ya he pasado el golpe inicial y la presencia de ella (o haberme pasado con los supresores) ha suavizado más las cosas, es algo que no termina de irse del todo. Un instinto pesado que sigo manteniendo a raya con cada paso.

—Supongo que eso quiere decir que ya llevas mejor estar cerca de ella —dice.

—Algo así.

Debemos de oírlo al mismo tiempo, un eco sonoro en la distancia que nos deja en silencio para tratar de centrarlo. No me hace falta mirar hacia Jeremy para preguntar si él también lo ha oído, lo ha hecho. Tampoco tengo más que mirar sobre su hombro para que él asienta y diga: "Voy a mirar".




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