| Capítulo 19: Entre lobos jóvenes y decisiones |
Kayden:
—¿Esquizofrenia? —pregunto entre sorprendido y cabreado—. ¿Le vais a hacer creer que tiene esquizofrenia?
Frente a mí, el alfa está inmóvil. Todavía no he tenido tiempo de limpiarme la sangre de Malcom y mancho la mesa del comedor al apoyar las manos sobre ella.
Tiene que estar jodiéndome.
—Vio a Thomas —me recuerda.
—Esa no es suficiente excusa.
Jeremy me ha dejado saber lo que ha pasado. Me ha parado los pies tras seguir el rastro de ella y me ha advertido sobre mi padre. Él estaba hablando con Madison. Yo no sabía qué esperar, pero no ha sido esto.
—Ha visto demasiado —insiste—. Te lo advertí, Kayden, siempre irá la manada primero. Si no es esto, terminará peor.
—¿La estás amenazando?
No sé qué quiero escuchar, pero hay un desagradable reto en mi tono. Llevamos con roces años, y temo que mi lobo esté empezando a decirme que quiere que dé el paso que pretendo evitar. Que le quite de su lugar, que le rete y tire a un lado.
Hay mucho que cambiaría de nuestra manada, pero también demasiado que no estoy dispuesto a sacrificar por un puesto. Por eso he estado tanto fuera, no solo por buscar a mi mate sin saberlo, sino porque siempre me he sentido más atraído hacia el exterior, hacia el mundo tan frío de los humanos.
Quiero viajar, ver, y probar cosas, no quedarme aquí atado.
—Te estoy explicando las opciones.
—Convencerla de que tiene esquizofrenia y que lo que vio no era real o matarla no son opciones —repito a disgusto.
Me aparto de la mesa. Ni siquiera nos hemos alejado esta vez. Nuestro beta me ha metido en el comedor antes de poder entender lo que pasaba y, mi padre, ya estaba esperándome.
Paso la mano por mi nuca.
—No será ninguna de esas —digo.
—No te estaba preguntando.
—¿Crees que yo a ti sí?
Siento la rabia, la impotencia, y a mi lobo revolviéndose inconforme con todo esto. No, no va a engañarla, no va a hacer que Madison pase por sus mentiras. ¡No va a jugar con su maldita salud mental! Además, ella es lista, ¿cree que podrá engañarla más de unas horas con una historia así?
Puedo sentir las emociones de Madison desde aquí. Son más claras a más tiempo paso cerca y ahora puedo tirar de ellas sin necesidad de esforzarme. Está apagada, decaída, y no soporto eso.
Menos aún ser parte de lo que lo provoca.
—Me dijiste que yo podía elegir cuándo contárselo. Lo he decidido. Será hoy. —Porque es la única forma de darle una explicación real. Antes de que mi padre, mi alfa se queje, añado—: Basil ha estado aquí y sé que eso nunca se trata solo de una visita puntual. Si está pasando algo con su manada, quiero asegurarme de que todo esto no vaya a ser un inconveniente después.
Porque no puedo estar pendiente de que Madison no se entere de nada con Basil merodeando. Él es peligroso, y ella tendría que estar advertida porque dudo que entienda lo que implicaría que Basil supiera quién es para nosotros.
Quién es para mí.
Evito pensarlo porque sé que las cosas no terminarían bien de hacerlo.
—Todavía es pronto, es un riesgo demasiado grande —lo dice entre dientes.
Se siente retado y no le hace gracia alguna, a mí, en cambio, eso solo me devuelve una sensación tranquilizadora. Si se siente retado significa que no tengo las de perder. Su error ha sido delatarlo.
Lo nota y se yergue para mostrar su autoridad junto a un duro tono que busca la sumisión de cualquiera que lo escuche. Tiene esa facilidad, pero olvida que no es el único. Que no lo haya practicado no quiere decir que no esté ahí y salga en los momentos de mayor tensión para mí. No habla con un miembro cualquiera de la manada, y, sus trucos, no le servirán conmigo.
—No se lo contarás todavía —ordena.
—No dejaré que pase por tus mentiras, alfa.
—Kayden. —Para y noto su tensión abrirse camino hasta que la calma pisa una inexistente tranquilidad. "Peligro", es lo que advierte su tono—. No se lo contarás bajo riesgo de expulsión.
Paro, en seco.
Eso se siente como una bofetada.
—¿Serías capaz de expulsarme por decidir cuándo contarle a mi mate la verdad? —Tiene que estar bromeando, pero su mirada es clara, igual que su orden. Doy un paso atrás, luego otro—. Entonces estaré fuera antes de que anochezca.
—¡Kayden!
Su grito hace eco en una cafetería donde la única otra persona que nos acompaña es nuestro beta, Joseph, que está apoyado contra la puerta sin pronunciar palabra alguna. Apenas reconozco la voz de mi padre bajo esa molesta, solo su autoridad, solo esa intensidad tan propia de su título.