La noche envolvía todo con su manto silencioso. Jacob, invadido por una nostalgia profunda y serena, permanecía frente a la ventana, observando cómo las luces de los faroles se difuminaban en el cristal, como si intentaran fundirse con el espejismo de sus recuerdos. Recordaba aquellos días en la primaria, Tenía apenas nueve años, pero ya había conocido a la niña que marcaría su corazón para siempre.
Selena.
Era distinta a todas. Reía fuerte, siempre llevaba una libreta llena de dibujos y tenía esa mirada que parecía brillar incluso en silencio. Él, tímido y callado, solo la observaba desde lejos, pero en su inocencia infantil, ya sabía lo que era albergar un amor secreto.
El tiempo pasó, la vida los separó, hasta que un día, a los dieciocho años, el destino lo sorprendió. Jacob caminaba por la plaza rumbo a comprar un cargador para su celular, cuando de pronto... la vio. Sin esperarlo. Sin preparación alguna. Era Selena. No podía creerlo. Era ella, la misma sonrisa, aunque más madura, más hermosa de lo que sus recuerdos podían haber anticipado. Jacob se sonrojó al verla y su corazón comenzó a latir con la misma intensidad infantil, pero multiplicada por los años que habían pasado.
Esa misma noche, impulsado por un valor que no sabía que tenía, buscó su perfil en Instagram. Dudó, sus dedos se cernieron sobre el teclado. Hasta que, con las manos levemente temblorosas, escribió:
Jacob: "Hola, no sé si me recuerdas... soy Jacob, estudiamos juntos en primaria."
Los minutos se alargaron como horas de espera, hasta que la pantalla se iluminó.
Selena: "¡Claro que me acuerdo de ti! Qué sorpresa jaja, ¿Cómo estás?"
Jacob: "Todo bien, ¿y tú? ¿Cómo has estado?"
Selena: "Bien, aunque agotada. Entré a la carrera de enfermería, recién estoy en el primer ciclo y ya estoy llena de tareas jaja."
Jacob: "La vida universitaria es dura, créeme. Yo también estoy en la universidad, estresado por los exámenes, pero hay que echarle ganas."
Selena: "Tienes razón. Yo quiero ser una gran enfermera, viajar, conocer otros países..."
Jacob: "Esa es una meta increíble. Espero que lo logres, estoy seguro de que podrás."
Ese fue el inicio. Los mensajes se convirtieron en conversaciones largas, y poco a poco, en algo que los desvelaba hasta la madrugada. Jacob se distraía en todo momento: en clases, en la comida, incluso caminando por la calle. No importaba dónde estuviera, su mente estaba en ella.
Un día, Selena volvió a escribirle:
Selena: "Hola Jacob, disculpa que te moleste... quería pedirte ayuda con algo."
Jacob: "Dime, ¿en qué puedo ayudarte? Estoy dispuesto a lo que necesites."
Selena: "Jajaja qué tierno eres. Es que no sé cómo escanear una foto, ¿me enseñas?"
Jacob: "Claro, yo te ayudo. No te preocupes."
Selena: "Gracias, eres un sol.
Esos pequeños detalles, esas muestras de confianza, hicieron que Jacob sintiera que el mundo se llenaba de un color nuevo.
Hasta que llegaron las llamadas nocturnas.
Una noche, Selena lo llamó en secreto.
—¿Alo? —dijo Jacob con voz entrecortada, sorprendido.
—Shhh, habla bajito... —susurró ella, casi riendo—. Estoy en el baño y no quiero que mi papá me escuche.
—¿Tu papá? —preguntó él, nervioso.
—Sí, si me descubre, me mata y en mi cuarto está mi hermano por eso estoy aquí. Pero... quería escucharte.
Jacob sonrió como un tonto, tirado en la cama con el celular pegado al oído.
—Yo también quería escucharte —confesó en voz baja—. Aunque no pensé que te animarías a llamarme.
—Pues me animé —respondió ella, en un susurro cómplice—. No sé por qué, pero contigo siento que puedo.
Desde entonces hablaron de todo. De anécdotas de primaria, de sus planes futuros, de sus miedos más profundos.
—¿Te acuerdas cuando te confesé mis sentimientos y justo esa semana te cambiaste de escuela? —preguntó Jacob una vez, jugueteando con el borde de su almohada.
Selena rió bajito. —Eso no es cierto, yo no recuerdo eso. Además, tú siempre estabas tímido y callado y parecías en otro mundo.
—No estaba en otro mundo —respondió él, con una sinceridad que lo sorprendió—. Te estaba mirando a ti.
Hubo silencio al otro lado de la línea. Jacob se arrepintió enseguida de haberlo dicho, pero entonces escuchó la voz de Selena, suave, casi temblando:
—Yo también me acuerdo de ti, Jacob. Nunca pensé que volveríamos a hablar... pero me alegra mucho que lo hagamos.
Esas palabras bastaron para que él se pasara el resto de la noche despierto, con una sonrisa tonta e imborrable grabada en el rostro.
Los días se convirtieron en semanas, y el lazo entre ellos se fortaleció. Sin embargo, Jacob, sin quererlo, comenzó a crear una distancia invisible. Contestaba los mensajes más tarde, su tono se volvía más breve. Y ella lo notó.
La razón era simple y aterradora: Jacob se estaba enamorando, y el miedo a la vulnerabilidad, a ser herido, lo paralizaba.
Una tarde, su celular vibró con una notificación que lo dejaría helado. Era un mensaje de Selena.
Selena: "Jacob... por favor, no te alejes. Desde la pandemia me gustabas. Incluso llegué a enamorarme de ti en ese tiempo, pero nunca me atreví a decirlo."
Jacob se quedó helado. Releyó el mensaje varias veces.
Jacob: "¿De verdad? ¿Te habías enamorado de mí?
Selena: "Sí. Y ahora que volvimos a hablar, siento que todo eso regresó más fuerte. Así que no te vayas, ¿sí?"
Jacob: "Selena... yo me alejaba porque tenía miedo. Miedo a enamorarme de verdad."
Selena: "Tonto. Ya lo estás. Y yo también."
Una sonrisa amplia e inevitable se dibujó en el rostro de Jacob, sintiendo cómo el pecho le ardía en un éxtasis tranquilo. Desde ese instante, todo cambió.