Entre gustos & Colores

CAPITULO 1

-DI-VI-NO- enfatizó ella - como para levantarle un altar y rezarle de rodillas todos los días- Dijo al tiempo que se persignaba con una mueca picara. Me reí a carcajadas.

-Por favor Jules como si el tipo alguna vez me dirigiera la palabra siquiera, nuestro sueldo de un año es lo que cuesta su ropa interior – Digo desordenando sus rizos en gesto condescendiente- Ya bájale a esa imaginación tuya.

Mi amiga hizo un puchero de disgusto.

-La imaginación es lo último que se pierde- recitó recomponiéndose en el acto. 

-¿Qué no es la esperanza?- Objeté divertida, cruzándome de brazos.

-La imaginación es la verdadera fuente de esperanza amiga mía.- Alcé las cejas con gesto retador, a lo que ella prosiguió.- Además, no te dirigirá la palabra… aun; pero vaya que las miradas no te las niega nunca, si hasta parece que te escanea el alma- Sonrió triunfante. 

Aquel comentario me descolocó por un momento. No respondí.

-Igual lo tuyo solo se trata de que nunca has conocido a alguien que te enamore.-Sonríe con aire de suficiencia- pero mi intuición me dice que pronto ya no podrás seguir resistiéndote a las flechas de cupido- concluye para luego levantarse de la cama en dirección a la salida.- Nos vemos pronto grinch del amor.

 -Tonta.-Digo para luego lanzarle una almohada que ella esquiva; en cuanto se va bufo recostándome de la cama, dándole vueltas a aquella estúpida conversación y pensando además, en que mañana empieza mi semana de terror. 

Después de todo ser la chica becada en una universidad de niños mimados, no es la mejor combinación del mundo.

 ***

-Oye Bequipuerca tienes un poco de jugo en tu camisa-Dice la rubia señalándome el pecho y cerrándome el paso de nuevo. Ruedo los ojos hastiada de su persistencia, lleva toda la mañana con la rutina de obstaculizar y ridiculizarme. Me tiene harta.

-No teng...-la chica rubia mejor conocida como la reina de la universidad (por ganar anualmente en gimnasia  y ser una déspota) ha derramado hasta la más mínima gota de su “jugo nutritivo” en mi camiseta, que por cierto es blanca. Mi cuerpo de inmediato se tensa al escuchar a todos los alumnos burlándose. -¡Déjame en paz!- Salgo corriendo hacia el baño, mientras en cada pasillo escuchó cómo las personas se burlan y continúan grabándome con sus teléfonos de última generación. Aguantando las lágrimas me dirijo al lavado y limpio con cuidado mi franela favorita. 

De no ser por el prestigio de esta escuela y la calidad de la educación que recibo aquí, me habría marchado ya el primer día. -Sus estudiantes son un asco- susurro para mí misma, luchando por quitar la suciedad de mi ropa y bajar la intensidad de mi impotencia. Como quisiera poder desquitarme, pero no puedo darme el lujo de perder la beca.

Casi como si hubiese invocado sus estirados traseros clasistas, no han pasado ni dos minutos cuando escucho unas risas que vienen entrando.

-Oh... miren como está lavando su camisa- Ríe la pelirroja acompañada de sus amigas- Lastima que solo sirves para ser una inmunda chica lava trastes.-sus amigas ríen sin parar. 

Cerré los ojos un par de segundos repitiendo el mantra que me he estado diciendo a mí misma desde que empezó este calvario. “piensa en la beca Steicy, piensa en la beca”.

 -Deberías irte de esta universidad lo único que logras es ensuciar cada lugar que pisas-Dice la rubia-No sirves para nada- Jalándome el cabello, mas risas.

Traté, juro que traté de resistir; pero supongo que todos tenemos un límite y el mío, pues el aquelarre de brujas de mi clase había conseguido rebasarlo hace largo rato.

 -La que no sirve eres ¡tú!- Giré asestando un golpe a su preciada mejilla, trastabilló hacia atrás soltándome el cabello y también un quejido lastimero; los murmullos de sorpresa de su grupito llenaron el baño de chicas. Tomé un puñado de su cabello entre mis dedos por debajo de su nuca, casi como ella había hecho hace un momento conmigo y estrellé su rostro contra la losa del lavamanos, sin mucha fuerza porque no quería tener que lidiar con la sangre pero si la suficiente para que recordase no seguir molestándome. 

Iba a asestar un último golpe cuando la puerta se abrió de nuevo, recordándome súbitamente quien era yo y mi condición de becada. Salgo corriendo dejando a sus amigas auxiliándola; voy bajando las escaleras a toda prisa cuando me tropiezo bruscamente con el hombro de un chico causando que sus libros caigan; éste me mira de manera en que ya sé que estoy muerta, pero no puedo detenerme ahora así que grito - ¡Disculpa!- mientras corro sin parar.

Ya lejos del desastre a una cuadra de la universidad y riéndome de lo sucedido, hago el intento por arreglarme un poco al pasar frente a la vidriera de una tienda pero disimular el desastre que abunda en mi cabello parece una tarea titánica sin mencionar lo horrible que se encuentra mi camisa, así que desisto en el tercer intento y me apresuro a encaminarme a mi empleo de hace dos años, tal vez allá pueda hacer un mejor trabajo.

A pesar de contar con beca completa para estudios, ésta no me cubre los gastos de manutención; así que la verdad es que soy bastante afortunada de haber conseguido empleo casi cuando acababa de llegar.

-Buenas tardes Señora Rossi-Digo cerrando la puerta de la pizzería 

-Buenas tardes mi niña-Dice la Señora Rosella.-¿Que te ha pasado? ¿Porque tu camisa se encuentra así? –Inquiere acercándose para así poder ver más de cerca el desastre regado en mí.

-Es que sin querer me derrame mi jugo-Miento.

-¿Jugo dietético?-Dice oliéndome para luego fruncir el ceño-Pensé que lo odiabas.

-No del todo-Digo nerviosa- Quizá hasta empezaré a ejercitarme- sonrió.

-Estos jóvenes de hoy en día que no saben que es lo que quieren- Dice más para ella misma- Solo no te pongas como esas jóvenes que parece que no han comido durante años o tendré que intervenir- estira un dedo amenazador en mi dirección. 




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