Entre gustos & Colores

CAPITULO 2

Recojo mis cosas con deliberada lentitud y observo una vez más mi horario antes de emprender camino, no me gusta nada lo que viene a continuación, la asignatura del terror… DEPORTE; no es que las otras sean un valle de rosas para mí pero esta es especialmente una tortura; hay que hacer casi todo en equipo y encima compiten entre sí, el problema, ya lo dije ¿no? yo no tengo equipo.
-Oye, oye. ¿A dónde vas bequipuerca?- Pregunta víbora pelirroja yo ruedo los ojos-
-Déjame en paz. No estoy de humor para tus estupideces - Respondo malhumorada. Hoy no tengo ni una pizca de ánimos para lidiar con ella. Además, su excesivamente maquillado pómulo derecho y su ligero nerviosismo corporal, me dicen que recuerda muy bien lo ocurrido ayer.
Por cierto, de verdad esperaba estar en problemas hoy por causa de lo sucedido en el baño; me sorprende no haber sido citada, me imagino que no encontró manera de explicar los hechos o quizá simplemente espera para poder vengarse. Más me vale estar atenta.
-¡¿me oíste, asquerosa?!
-¿Qué?- Ni siquiera noté que me estaba hablando. Emprendí el avance hacia la salida, pero me cerraron el paso.
-No te creas perfecta solo porque Nathan quiso entablar una conversación contigo en lugar de mí. Solo lo hizo por lastima-manifestó en tono burlón ondulándose su cabello.
-Primero, no sé quién es Nathan, pero si de algo estoy segura es de que cualquiera que hable contigo terminaría mortalmente aburrido- Me cruzo de brazos, sonriendo con suficiencia -Segundo ¡déjame en paz, descerebrada!-
gruñí imprimiendo toda mi frustración en esa frase, me sentía especialmente harta en ese momento.

Enfurecida se abalanza sobre mí para abofetearme, o al menos era su intención, porque justo en ese momento un cuerpo se interpone entre las dos. Antes de que yo misma pueda ejecutar mi defensa.
-¡Oye!
-¿Qué te pasa?- Dice el castaño enfrente de mí sujetando la mano de Samantha (víbora pelirroja) con fuerza.- No te le vuelvas a acercar- Suelta su brazo con brusquedad haciendo que la muchacha de un par de pasos hacia atrás. - ¿Estás bien?- desconocido Negoalgo (escuché su apellido en clase pero no lo recuerdo), se voltea hacia mí.
-Puedo defenderme, no te preocupes.- respondo seca.
-No, espera- se queja ella intentando sujetarlo- ha sido todo culpa de esa bequipuerca que…
Inmediatamente y como si de un animal furioso se tratase, él chico que hasta ahora solo había sido amable y risueño, perdió todo rastro de afabilidad en el rostro. Sus cejas se hundieron y su mirada se torno fría en dirección a Samantha y sus amigas, mirándolas con desprecio desde la cúspide de su estatura.
-¿Cómo la llamaste?- su voz fue el sonido más amenazante que he escuchado nunca. Todas éramos ciertamente
más pequeñas de estatura que él, pero no fue la causa de que nos sintiéramos diminutas en aquella habitación. La respuesta de Samantha nunca llegó, al menos, su inteligencia fue suficiente para entender que no debía
pronunciar ese feo apodo que había inventado para mí. El salón se encontraba sumido en un silencio muy pesado. Negoalgo arrastró el dedo índice por la mejilla de la víbora hasta llegar a su mandíbula y alzarla un poco para que lo viera a la cara directamente.
-No olvides Samantha, a quien le debe tu padre toda su fortuna, ni que soy perfectamente capaz de recordarles de donde vienen- la chica tragó visiblemente asustada – y que no será precisamente con palabras. ¿Entendiste ya?
Samantha asintió débilmente.
-Ok perfecto – la soltó y su expresión volvió a ser la del chico sonriente que había visto ya. Giró su rostro hacia mi. – Ahora, discúlpate con ella- ordenó sin sutilezas.
-Lo sien..
-No necesito sus disculpas- interrumpí.
-¿Segura?- preguntó en mi dirección. El aquelarre de brujas aprovechó para huir del sitio.
-Sí, estoy bien. Gracias.- Respondo alejándome y este me detiene colocándose enfrente de mi.- ¿Qué?
-¿Te asuste?- pregunta visiblemente preocupado.- Lo lamento, es que detesto cuando las personas abusan de otros, más aun cuando es a causa del dinero, es difícil para mí ser amable cuando alg…
-Estoy bien- repito deteniendo su atropellado discurso –No me asustaste ni nada parecido, solo me sorprendiste un poco no esperaba esto de alguien a quien ni siquiera conozco. Yo solo debería darte las gracias.

-Tienes razón, no me he presentado, mi nombre es Nathan Negoita un gusto en conocerte- Me extiende la mano y
yo se la acepto.
-El gusto es mío -Sonrió de medio lado-Mi nombre es
-Steisy- Recita interrumpiéndome.- Entonces que dices sobre ser pareja en...
-No- Lo reprimo siguiendo mi camino.
-Oye no seas mala, dijiste que querías darme las gracias- Me sigue.
-Así que ahora me manipularas con el “agradecimiento”- sentencio.
-¿Funcionaría?- pregunta divertido, caminando a mi lado sin esfuerzo.
-No.
-Te llamara “chica No”- Frunzo el ceño y el ríe.
-¿No tienes algo mejor que hacer?- me dirijo hacia él mirándolo a los ojos.
-¿Mejor? No, ¿Algo más? Sí, -Sonríe confiado- ir al gimnasio toca deporte.
-Pareciera que me siguieras.-continuo nuestro camino al gimnasio.
-Y si lo hago ¿qué?-Entrecierro los ojos.
-Eso se llamaría acoso-
-Pues, esa idea no suena tan mal- dice juguetón - Seré tu acosador hasta que aceptes, ¿qué te parece si a la tarde comemos hel..
-No- Digo sin más.
- Oye, déjame aunque sea terminar la palabra- bufa y yo rio.-Te perseguiré hasta que me digas que sí.
-Está bien-Sonrío
-¿Es un sí?- Dice emocionado cuando ya llegamos al gimnasio.
-Pues…-hago una pausa y me enrosco el cabello-No
-Qué mala-
-Pues sí. Además no es muy lindo que admitas ser acosador.
-Cierto… -Bufa y me voy a entrenar dejándolo con sus amigos que acababan de llegar mirándome raro.
Gracias a Dios los entrenamientos de hoy fueron individuales, de modo que no tuve que sobrevivir a la ausencia de equipo, pero una hora después ya andaba sin ganas de existir, me dirijo a los asientos con mis adoloridas
piernas, paseando la mirada a través de las canchas; no noté que lo buscaba hasta que lo vi a lo lejos.




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