Un par de días más pasaron sin que Nathan apareciera por clases y el fin de semana apareció de nuevo en puerta. Un extraño sabor de boca estaba asentado en mi paladar, no tenía idea de por qué no venía a clases, solo supe que al parecer estaba bien pues escuche su nombre al pasar por donde estaba su grupo de amigos de la clase de deporte y fingí recoger unas cosas para poder detenerme a escuchar mejor. Se había comunicado con ellos.
No podía negarlo me golpeaba un poco el hecho de ser la única en aquel lugar que no sabía ni una pizca de él. Quizá debí haberle dado mi número, quizá debí haber pedido el suyo o quizá Ammy tenía razón y me había pasado de la raya en mi actitud desconfiada y arisca.
¿Sería mi culpa acaso su ausencia en este lugar?, no podía ser tan trivial, ¿o sí?.
Caminaba cabizbaja sin notar realmente la dirección de mis pasos, cuando tropecé sin mucha fuerza contra un cuerpo estacionado frente a mí, perdiendo el equilibrio y casi yéndome sobre mi trasero hasta que un par de ágiles manos me sostuvieron de la cintura y un brazo.
-Mald..
-¿Debo hacer de cuenta que es una costumbre tuya?
Abriendo los ojos, que por cierto no sabía que había cerrado, alce la vista para comprobar el rostro del dueño de aquella voz. Supe sin siquiera mirarlo quien era, solo que la amabilidad de su tono me sorprendió.
-Se dice “gracias”, chica becada.
-¿Eh?
-Parece que no solo eres altanera y prejuiciosa, sino también maleducada… Me gusta.- pronunció aquello último en un extraño susurro grave que solo yo podría escuchar.
Me quedé mirándolo como tonta. Su cabello particularmente despeinado y al parecer húmedo enmarcaba aquella oscuridad tan llamativa que transmitían sus ojos. Su expresión comúnmente de hastío parecía algo divertida esa mañana.
No contesté a su provocación, no tenía ánimos para continuar con nuestra particular manera de interactuar.
Con una delicadeza que nunca lo vi usar con nadie, me estabilizó sobre mis pies y me soltó.
-Gracias – Alcancé a decir en voz baja.
Frunciendo el ceño, me dirigió una mirada con bastante frialdad, cosa que me descolocó un poco, casi haciéndome salir del estupor que me llevó a chocar contra él.
-Oye, que suc..
-Tiemblas- me interrumpió secamente, mientras se quitaba su gruesa chaqueta y la pasaba por encima de mis hombros – Póntela.
-Espera, ¿Qué haces?- traté de protestar, si es cierto que hacía frio y yo había olvidado revisar el pronóstico del clima y por tanto, no llevaba chaqueta cuando éste decidió helarlo todo pero también lo era, que él solo se estaba quedando con un sweter negro que daba el aspecto de no ser muy grueso- No lo quiero.
-No te he preguntado si la querías ¿o si?. – Dijo sonriendo de medio lado sin desviar la mirada de mis ojos –Es más… - dejó caer un poco de lado la chaqueta – dame un brazo- pidió o lo más correcto sería decir, ordenó.
Viendo como sostiene el agujero de una de las mangas de la chaqueta para que yo meta el brazo, no pude hacer más que reír, reír como una loca. Debíamos parecer un padre y su hija pequeña, a quien éste trata de obligar a usar abrigo en un día frio.
-Es.. estás loco jajajaj.
Irguiéndose en toda su altura y mirándome desde allá, repitió el movimiento de mostrarme el agujero abierto de la manga para que metiese el brazo en ella.
-No me hagas repetirlo Steisy. – su tono se oía amenazante pero yo no iba a dejarme amedrentar por eso solamente.
-He dicho que no quiero – rebatí – No veo porque necesitas que lo haga, es tu chaqueta, póntela tú.
-No “necesito que lo hagas”, tú me lo debes- enfatizó con suficiencia.
-¿Qué? No te debo nada –
Sus penetrantes ojos grises, enmarcados en aquella gruesa línea de pestañas oscuras lucían casi hipnotizantes bajo aquella mortecina luz de día lluvioso.
-Claro que si, van dos veces en que te chocas contra mí, lastimándome. Me debes más que esto – confirmó alzando las cejas.
-¿Lastimarte?- sonreí - ¿te lastimé?, yo creía que eras más resistente.
-Ya ves, quizá soy más débil de lo que tú crees – dice volviendo a poner la chaqueta frente a mí.
Meto mi brazo en aquella enorme manga, aceptando mi destino, mientras giro para hacer lo mismo con la siguiente manga. Huele delicioso, como a perfume, a menta y algunas cosas que no reconozco y me deja envuelta en su calor al instante. Cosa que agradezco mucho más de lo que estaré dispuesta a admitir en voz alta alguna vez.
-Eso sería normal, la gente siempre se esfuerza por parecer más duros por fuera de lo que realmente son por dentro- contesto.
-¿Lo dices por ti?- me acusa, serio.
-Lo digo por todos.
-Quizá llevas algo de razón en eso- se da la vuelta para marcharse e inconscientemente tomo su mano.
Gira el rostro hacia mí, clavándome de nuevo la mirada, esta vez un poco confundida.
Deposito un cupón de descuento en su palma.
-No necesito usarlo- responde con gracia.
-No “necesito que lo uses”- rebato devolviéndole un poco de su propia medicina.
Sonrie ampliamente por primera vez y vaya que tiene una sonrisa deslumbrante. Que envidia.
-Te veré luego- Esta vez soy yo quien se apresura a marcharse.
-Steisy – dice sosteniéndome del codo un momento. – No es paranoia, la gente no siempre es lo que parece. Recuerda eso.- y entonces se marchó.
Me quede de pie, mas confundida aun.
-¿Qué quiso decir con eso?- susurre para mí misma.
*****
-En un momento estará lista su orden- respondo entregándole el papel a la chica – Siguiente.
- Hola Steisy, yo…- Dice Nathan del otro lado del mostrador.
-Muy buenas noches Señor, ¿me puede dictar su orden?- interrumpo haciendo gala de mis pocas intenciones de hablar con él.
-Steisy no vine a comer, solo quiero hab-
-Por favor retírate si no vas a comprar nada Nathan ya he tenido suficiente de ti.-Digo furiosa.