-Todo va a estar bien cariño, no te preocupes- trata de calmarme aquella voz que no
reconozco.
Amenazas en un idioma extraño, un tiroteo. Siento que abren la puerta del auto y de pronto
soy arrastrada fuera en un exabrupto. Caigo al suelo y recibo un fuerte golpe en la cabeza.
Trato de levantarme, pero no lo consigo.
Calor, sangre.
Mi madre llora, mirándome desde el suelo a mi lado.
¿Mi madre?.
Unos ronquidos me hacen despertar de aquel profundo sueño. Al abrir los ojos me encuentro
con un techo blanco y un leve dolor de cabeza. Miro a mi alrededor y a un lado de donde me
encuentro está Austin sentado y recostado de la cama profundamente dormido y al parecer
babeando demasiado cerca de mi brazo. Iughh.
-¿Qué sucedió aquí?- susurro para mí misma, por lo bajo.
Un poco más a la izquierda, acomodado en un silla demasiado pequeña par él, se encuentra
Nathan y ahora entiendo de dónde venían los extravagantes ronquidos. ¡Madre mía! ronca
como un ogro… es sorprendente los sonidos que produce viéndose tan delicado.
Inspecciono el resto de la habitación y no hay duda que estoy en la habitación de Austin 3
Guitarras. El ama las guitarras no solo porque le encanta tocarlas también le encanta
coleccionarlas.
Busco mi celular por mis alrededores hasta que lo consigo entre las manos de Austin ¿Qué
andaría haciendo con él? No lo sé. Lo quito con cuidado de sus manos, lo desbloqueo y coloco
mi cámara frontal para encontrar mi rostro babeado, mi cabello hecho un desastre y las
lagañas en los ojos, indicativo de que he dormido bastante. Hago rápidamente un intento por
arreglarme mis fachas hasta que un par de risas graves me interrumpen.
-Te arregles como te arregles ya vimos y escuchamos como roncas- Se burlan de mi aquellos
que hace un rato andaban en su mejor sueño soltando ronquidos estruendosos y babas
asquerosas.
-Ustedes están peor, límpiense- les hago señas con la mano simulando que algo chorrea de sus
mentones. Rápidamente se limpian y yo suelto unas carcajadas de las que pronto me
arrepiento, la cabeza me da vueltas, pero también siento algo más- Auch…
-¿Qué pasa?- Dicen al mismo tiempo alarmados.
-Nada, solo sentí que algo me pincho…-Dirijo mi mano hacia los lados de mi pierna entre las
sabanas y me encuentro con una tijera.- ¿y esto?
Austin nervioso responde- Nada interesante. ¿Te sientes mejor?.
-Si, creo.. pero…
-Al final, no comimos nada.. iré a pedir algo de comer- Se levanta estirándose para luego salir
de la habitación dejándome a solas con Nathan.
-¿Segura de que te encuentras bien?- pregunta con la preocupación en el rostro, sentándose a
un lado de la cama y yo me tenso. El lo nota.- ¿Puedo sentarme?
-Ya estas sentado- acoto alzando las cejas y el se ríe. Nos quedamos en silencio un momento.
Ambos parecemos tener interrogantes en la cabeza que no hemos decidido verbalizar.
-Si estoy bien, no tienes de que preocuparte.
-¿Qué no me preocupe?. Haz dormido más de 20 horas. El doctor dijo que debió haber sido
por estrés y cansancio acumulados. No me pidas que no me preocupe. No se puede.
-¡Que! ¿20 horas enserio? ¿es decir, que ya es mañana? ¡¿Y ustedes no se han ido?!.
-Heyy Heyy no te exaltes, ¿Eso que importa?, No iba a irme sin que hubieras despertado. No
p..
-¡No puede ser!- digo molesta. Tratando de incorporarme. Nathan no me deja levantar.
-¿Qué no puede ser?- su semblante más preocupado que antes.
-Hoy es mañana y Austin dijo que no han comido nada desde que salimos, ¡quiere decir que no
han comido nada desde ayer!.
Nathan me mira perplejo y de repente estalla en un montón de risas caóticas, a las que no
puedo evitar unirme. Tiene una risa muy contagiosa.
-¿Te estás escuchando Steisy?- suelta apenas entre risas.
Por un momento me detengo a pensar en el espectáculo que debí estar ofreciendo al
enloquecer así por la comida.
-Lo siento, solo no me gusta pensar en que las personas pasen hambre.
-No nos estábamos muriendo de hambre. Bueno quizá Austin si, pero nada demasiado grave.
Aquello me hace reír. Me mareo un poco de nuevo, así que dejó de resistirme.
-Siéntate ya, te volverá a dar algo si te sobresfuerzas.- accedo pacíficamente.
-La verdad es que no recuerdo mucho lo que paso ayer. Solo sé que me dolió un montón la
cabeza.-Me siento recostándome de la cabecera de la cama, Nathan hace lo mismo rozando
nuestros hombros.
-¿Te puedo decir algo?- pregunta Nathan.
-Si claro.
-Ayer me asusté… me asusté mucho, cuando te ví desplomarte así.
No está mirándome, sino que su vista está clavada en la pared de enfrente y eso me facilita
que yo si pueda observarlo mientras dice aquellas cosas.
-Se que puede sonarte loco, e incluso extraño, para mí también suena raro, pero no puedo
evitarlo, en este poco tiempo que llevo conociéndote te has vuelto demasiado importante
para mi.- voltea y me mira a los ojos sonriente – Así que por favor no te asustes, ni te vayas a
alejar de mi solo por decirte todo esto ¿entendido?.
Sonrío apartando la mirada.
-¿Lo ves? ¡Justo eso estabas pensando hacer! que malvada eres. No lo hagas, por favor. No me
quites el placer de mirarte-. Siento sus dedos tomar mi mentón con delicadeza empujando
suavemente hasta llevarme de nuevo a ese encuentro con sus cautivadores ojos.
Quito sus dedos de mi rostro, pero no desvío la mirada de nuevo.
-Me conoces lo suficiente como para saber qué haría eso- Sonrió y nos quedamos solo así
mirándonos fijamente el uno al otro.
-¿Puedo jugar con ustedes? seguro les gano en ese juego de miradas.- pregunta Austin burlón
desde la puerta.
-Idiota- Sonrío lanzándole una almohada a mi mejor amigo, quien viene cargado de un par de
cajas de pizza y unas bolsas con refrescos.
-Vaya si que eres rápido- Dice Nathan saltando de la cama para ayudar con la comida.
Al percibir el delicioso olor de la pizza mi estómago emite un sonoro rugido, declarando que
efectivamente estoy hambrienta. Ambos chicos voltean a mirarme y una nueva oleada de
carcajadas inunda la habitación.