Después del espectáculo, los cielos se despejaron, ahora estaba tan claro y resplandeciente que parecía mentira que hace solo unos momentos caían rayos de él
Raquel, estaba asustada por su parte, ella les tenía miedo a los rayos. Pero, aunque estaba muerta del miedo ella no titubeo y bajo de la plataforma perdiéndose en la multitud.
Mientras tanto, el emperador celestial estaba sorprendido ¡Que tremendo genio! Después de pensarlo detenidamente, el futuro de aquella niña tenía que estar ligado con el del futuro emperador.
¡El hilo rojo del destino, no puede romperse!
Mientras pensaba en esta frase, las cabezas de las grandes familias felicitaban al patriarca de la familia Lint por el talento de su hija. Aunque en el fondo no sintieran más que envidia.
...
En otro lugar, más exactamente en el Reino Demoníaco.
Una sirvienta demoníaca estaba caminando hacia la habitación más importante del castillo, la sala de los eternos. Abrió las grandes puertas y procedió a entrar, se paró al costado de una pequeña plataforma y se inclinó.
_ Mi señor, ¿ya se ha despertado?
Al parecer esa pregunta no tenía sentido, pues no se podía ver a nadie en la habitación. Sin embargo, una voz respondió. Una voz gruesa y profunda, casi como la propia oscuridad te hablara.
Mi madre, ¿ya se despertó?
La sirvienta aún agachada, respondió
_ La señora, aun no se ha despertado
Desde los rincones más profundos, hasta las sombras más evidentes, se reunieron en un solo lugar, en un momento se alzaron tomando la forma de un hombre. Su figura correspondía a la de una persona entrenada, a pesar de ello se podía notar cierta elegancia, tal vez la ropa que vestía o la manera de pararse, pero sin duda tenia elegancia.
Preparad las tropas, invadiremos el Reino mortal
Editado: 18.12.2020