olver al colegio después de todo… fue raro.
No porque todos supieran algo, sino porque yo sabía algo.
Y esa sensación lo cambiaba todo.
Entré al salón más temprano de lo normal.
Sofía aún no llegaba.
Leo me saludó desde la puerta con su usual sonrisa tranquila, y Daniel… bueno, Daniel entró minutos después.
Ni una palabra.
Ni un apodo.
Solo una mirada.
Esa que me sostuvo unos segundos de más.
Yo aparté los ojos.
Sentí el calor en la cara, como si de pronto todos lo notaran.
Pero nadie decía nada.
Solo Sofía, cuando finalmente apareció y se sentó a mi lado, me lanzó una mirada que decía claramente:
“Vamos a hablar. Sí o sí.”
Pasó la mañana con normalidad forzada.
Matemáticas, historia, inglés.
Pero al final de la tercera clase, cuando la profesora salió…
vi algo en mi carpeta.
Una hoja doblada.
"¿Y si nadie hubiera abierto esa puerta?”
Mi estómago dio una vuelta.
—¿Qué es eso? —preguntó Sofía, espiando sin permiso.
Escondí la nota rápido, pero no sirvió.
Ya me estaba mirando con esos ojos brillantes de interrogatorio.
—ya fue —dijo, cruzando los brazos—. ¿Te gusta?
—¿Qué?
—No te hagas. ¿Te gusta Daniel?
Me mordí el labio.
No quería hablar.
—No —susurré.
Sofía soltó una risita.
—Esa cara dice que sí.
Pero bueno, cuidado Eli… porque cuando alguien llega en el corazón se mete, ya no hay vuelta atrás.
Tomé mi lápiz. Dudé.
Pero luego, con letra firme, escribí abajo:
“¿A qué te refieres? Estábamos hablando nada más.
No había nada escondido.”
Doblé la nota.
La dejé sobre su carpeta sin mirarlo.
Y me fui al recreo con Sofía, fingiendo que todo estaba bien…
Cuando por dentro, todo empezaba a temblar.
Al regresar, la nota ya no estaba.Lo vi a el sentandose tranquilamente
Me senté, tratando de ignorarlo.
Pero cuando la clase terminó, y él pasó junto a mí para salir…
Se detuvo solo un segundo, se inclinó hacia mi oído, y susurró:
—Entonces… ¿por qué temblabas?
Mi corazón se detuvo.
Y cuando giré para mirarlo, en mi carpeta estaba la nota de nuevo, con su letra:
"Tú puedes fingir que no…
pero tus ojos no saben mentir."
Daniel se fue riendo bajito, con esa sonrisa molesta que sabía exactamente cómo desordenarme la mente.
Le grite: !ESO NO ES VERDAD TU ERAS EL QUE ESTABA TEMBLANDNO!
Y yo solo me quedé ahí…
con la nota en la mano
y el corazón latiendo más de lo que debería.