Entre juegos y miradas

Un recuerdo entre las plantas

Cuando ya estaba por quedarme dormida, el timbre sonó. Me senté de golpe en la cama, algo confundida por la hora. Me asomé por la ventana con cuidado, y vi a un chico parado en la reja. Se me hacía familiar, aunque no lograba ubicarlo del todo.

Pero no era Daniel.

Ese detalle hizo que mi corazón volviera a latir con normalidad. Bajé despacio y abrí la puerta con cautela, solo unos centímetros.

—Hola… —dijo con una sonrisa , como si me conociera de antes—. Mas bien eras tú, no?

Mi ceño se fruncio un poco, por confusión.
Él se rio.

—Perdón, seguro no me reconoces —se pasó una mano por el cabello—. Soy Joseph… Jugábamos juntos de niños, ¿te acuerdas?

Lo observé mejor. Era de un porte alto se notaba que hacia ejercicio y se vestia bien, o tal vez en su forma de hablar que me gustaba o me sentia comoda , que me parecía vagamente familiar. Pero no logré conectar nada claro en mi memoria.

—¿De verdad no te acuerdas? Bueno… justo vengo por la cometa de mi hermana . Se voló y cayó en su patio trasero.

Me quedé un segundo en silencio, aún procesando.

—Ah… —dije por fin, —. Espera, voy a buscarla.

Mientras buscaba la cometa en el patio trasero, Joseph me siguió con una sonrisa de niño emocionado . Al encontrarla, él no se apresuró a irse, sino que se quedó observando el jardín.

—No puedo creer que estes igual —dijo, mirando las plantas como si le trajeran recuerdos.

—¿Nos conocíamos mucho? —preguntó ella, aún tratando de ubicarlo.

Joseph sonrió con cierto orgullo

—Éramos inseparables. Hasta que mi familia se mudó… tú eras como mi hermana , aunque solo tenías un año menos. Tenías una risa muy rara y decías que querías casarte conmigo cuando fueras grande.

Me sonroje mucho sin saber si reír o esconderse. Él continuó:

—Volví hace poco, me cambié de colegio, pero aún no conozco a nadie. Por eso cuando te vi me senti aliviado

—Que bueno espero que te vaya bien

—Eli, ¿estas bien? te veo muy trizte te paso algo malo no?

—¿Como sabes?

—Solo es una pregunta, no te quise incomodar

—No es , eso es solo que pense que nadie se daria cuenta

—¿Quiere hablar?

Lo invite a entrar a la sala me hizo acordar cosas que ni sabia que existieron me senti muy bien me alegro mucho, Me hizo distraer algo que no fuera por Daniel ...

Justo cuando Joseph se levantó para irse, se detuvo en la puerta.

—Ah, casi lo olvido… —dijo, rebuscando en el bolsillo de su casaca—. Esto también lo encontré en el jardín. No sé si te pertenece, pero me pareció… familiar.

Me extendió la mano. Al principio no entendí lo que era, pero cuando lo vi más de cerca, se me cortó la respiración.

Era una pequeña pulsera de hilo rojo, con una cuenta de madera en forma de estrella.

La misma que yo había hecho cuando tenía seis años. La misma que… había perdido hace años.

—¿Dónde la encontraste? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

—Estaba entre las plantas. Justo donde tú estabas parada.

Me quedé mirándola en silencio. Joseph sonrió.

—Sigo pensando que tu risa es rara —bromeó—. Pero me gusta.

No pude evitar soltar una pequeña carcajada. Y por primera vez en muchos días, me sentí ligera.
Como si algo estuviera a punto de comenzar, aunque aún no supiera qué.




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